Gerardo Ávila Pardo
Docente, UVI Xalapa
.
En medio de la noche se escuchaban las voces susurrantes:
– ¿Esta vivo?
-¡Perate cabrón no vez que apenas me estoy acercando¡
Los dos individuos se acercaban temerosos al pequeño cuerpo a pesar de que yacía inerte.
– ¡Puta madre cabrón yo de aquí no paso¡
– ¡No seas puto wey¡
– ¡Si soy puto cabrón¡
Ha pesar de haberle disparado en dos ocasiones con su viejo Winchester a escasos 15 mts de distancia, los hombres se acercaban con la misma actitud que una liebre lo haría a un lobo. Ahora estarían a dos metros de él.