Universidad Veracruzana



Dos muertes

Gerardo Ávila Pardo
Docente, UVI Xalapa

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En medio de la noche se escuchaban las voces susurrantes:

– ¿Esta vivo?
-¡Perate cabrón no vez que apenas me estoy acercando¡

Los dos individuos se acercaban temerosos al pequeño cuerpo a pesar de que yacía inerte.

– ¡Puta madre cabrón yo de aquí no paso¡
– ¡No seas puto wey¡
– ¡Si soy puto cabrón¡

Ha pesar de haberle disparado en dos ocasiones con su viejo Winchester a escasos 15 mts de distancia, los hombres se acercaban con la misma actitud que una liebre lo haría a un lobo. Ahora estarían a dos metros de él.

– ¿Respira?
– ¡Puta, no veo cabrón¡

La oscuridad era casi total, apenas se percibía una luminiscencia causada por la última fracción de la luna decreciente tapada por las nubes, el silencio del monte sería absoluto de no ser por el ruido de las agitadas respiraciones de los hombres y el canto de un solitario grillo.

Aquellas siluetas se acercaron a un metro del abatido, aferrando sus machetes en alto, fue cuando percibieron que el cuerpo se movía, parecía estar frotándose algo.

-¡No mames esta vivo cabrón pélate¡
– ¡Chingalo, chingalo¡

Uno retrocedió de inmediato, aunque no se veía casi nada se percibía que estaba aterrado, el otro dio un paso adelante dispuesto a cercenar la cabeza de su victima, quizás el miedo hizo que se moviera con una increíble rapidez.

– ¡Muere maldito¡

Con mayor rapidez aún, el pequeño bulto se paro de un salto esquivo el golpe del machete y asesto un golpe directo a la garganta de su atacante, quien se llevo la mano al pescuezo hecho jirones mientras caía sobre su espalda en un matorral, el hombre quedo tumbado sintiendo como se le iba el último halo de vida, su mirada perdida se encontró con la «uña de luna» que las nubes estaban dejando al descubierto,

una-de-luna.jpguna sombra se interpuso y alcanzo a ver un rostro humanoide con rasgos felinos que le miraba con frialdad, sintió como la criatura le garigoleba algo en el pecho con sus garras, mientras susurraba algo en una lengua desconocida para él, finalmente vio claramente a la muerte en esos penetrantes ojos y quedo sin vida.

El ser se incorporo, miro la luna y emitió una especie de rugido al tiempo que se retraía sobre sus 4 extremidades para lamerse sendos orificios sangrantes, en su hombro izq. y otro en la pierna del mismo lado.

humanoide.jpgEl otro hombre corría a toda velocidad:

– ¡Puta madre, le dije a ese cabrón que esperáramos a conseguir más balas¡

A pesar de que sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad tropezaba constantemente, más aun por la insistencia en mirar sobre su hombro, por el momento su única salvación era llegar al pueblo, aunque sabía que si la criatura le había identificado prácticamente se encontraba viviendo minutos extras en este mundo.

El ser saco de su morral unas yerbas y preparo una curación para sus heridas, después se despojo de sus ropas, se embarro de la sangre del cadáver y comenzó a girar sobre su espalda describiendo círculos, de repente se detuvo sobre sus ahora cuatro patas, olfateo con su exquisita nariz el aire y cuando percibió el olor del miedo clavo su mirada hacia él, enseño sus largos y puntiagudos dientes y se dirigió hacia su nueva presa a gran velocidad.

– Uff uff

El hombre jadeaba no podía más, había corrido al menos un par de km con todas sus fuerzas, se recargo en un árbol a tomar aire empapado en sudor, introdujo su mano a la bolsa y extrajo el fajo de billetes que le habían adelantado por el trabajo, se le quedo observando un momento y lo aventó, los billetes se dispersaron mecidos por el aire.

– Dios mió te juro que si me salvas de esta, me volveré un hombre de bien y consagrare mi vida a tu servicio

Sintiéndose ligeramente repuesto levantó la cara, a lo lejos se alcanzaban a vislumbrar las luces del pueblo, apenas comenzaba a tener una ligera sensación de esperanza, cuando un escalofrió recorrió todo su cuerpo, alzó más la mirada y se encontró con los ojos del jaguar que le observaba desde la rama.

– GRRRRRRRRRR

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El felino brincó sobre el hombre y apresó su cuello con las fauces, lo jaloneo un rato y después dejó el cuerpo sin vida bajo el árbol, para perderse en la oscuridad del monte, más tarde llegó donde había dejado sus cosas, limpió la sangre con su lengua y se dispuso a dormir para reponer energías.

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Al empezar a clarear el Nahual se vistió nuevamente de hombre y retomo su camino.

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