Universidad Veracruzana



El último del mundo

Cuauhtémoc Jiménez Moyo
Laboratorio para el Enfoque Intercultural
Docente, UVI Xalapa

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A palomar

Hace algunos días ya (11 de julio de 2008), se publicó una nota en el Diario Política* que llamó varios días mi atención. Se relata la circunstancia en la que se encuentra un viejo de la comunidad de Ayapa, Tabasco; el viejo responde al nombre de Manuel Segovia Jiménez. Resulta que el viejo Manuel, de 72 años de edad, es uno de las dos personas que aún hablan el Zoque Ayapaneco, una derivación de la lengua Zoque. Cabe decir que Don Manuel ha dejado de hablar su lengua, pues se ha enemistado con el único hombre que lo puede entender, un hombre de 66 años, de nombre Isidro Velázquez, oriundo también del poblado de Ayapa.

La verdad, me pareció increíble esta información. ¿Cómo vive alguien a quien nadie puede entender? y, más increíble aún, ¿cómo puede enemistarse un hombre con la única persona que puede entenderlo? Demasiadas dudas me habitan: ¿Qué es la cultura para el viejo Manuel?, ¿qué es el mundo para este hombre?, ¿acaso se sentirá sólo, lo habitará la angustia de saber que con él se despide toda una forma de ver el mundo? Una parte de mí ve a Don Manuel como un Robinson. Sólo, completamente sólo.

Luego de estas reflexiones angustiosas regreso a la nota: Don Manuel dará un curso para que jóvenes de su comunidad aprendan el Zoque Ayapaneco. No parece angustiarse ni temer. Tal vez el contraste entre don Manuel y yo es un efectivo contraste cultural, quizá no le angustia saber que es el único en el mundo, en su mundo, pues tiene una noción diferente de la vida, de la muerte; tal vez el concepto ‘desaparecer’ no es inmanente a su ser ayapaneco; puede que su miedo no se focalice, como en occidente, a la muerte, al dejar de ser, a la soledad; tal vez le tenga miedo al desenfreno de la naturaleza o a un nahual o…¿qué será el miedo para Don Manuel y a qué le temerá?

Vasto es el corazón de los hombres y estrecha la materialización de su espíritu. Otra opción es que el viejo Manuel trascienda el ámbito cultural y que lo conciba tan sólo como la epidermis del espíritu humano y que no tema que una concepción del mundo se pierda, pues sabe que las almas pueden comunicarse más allá de toda cultura. Tal vez no sabe nada de esto y no le preocupa tampoco.

¿Cuánta distancia existe entre un hombre y otro, entre una cultura y otra? Mientras todo lo aquí escrito se gesta en la mente de uno, en Ayapa don Manuel se prepara para enseñar su Zoque.
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Notas y Referencias:

* La Web del Diario Política carece de un sistema de búsquedas y de un Historial, la nota no es accesible desde su Sitio.

«Anciano indígena salvará en México una lengua hablada sólo por dos personas»

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2 comentarios en “El último del mundo

  • Cuauhtémoc dice:

    Gracias por tu respuesta Cris, y estoy completamente de acuerdo contigo. Únicamente tengo una duda: ese espacio del que hablas que permite un acercamiento entre los humanos, se trata de un espacio «cultural»?, es decir, de un espacio construido social e históricamente o de un espacio «transcultural» que trasciende los sentidos construidos?
    Te pregunto esto pues hay veces que intuyo que más allá de la cultura està algo parecido a la idea humana de Dios.

    Bueno, nuevamente gracias comadre.
    Un abrazo.

  • Cristina Kleinert dice:

    Quizá Manuel no se sienta solo, o por lo menos no más solo de lo que se puede sentir cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Manuel tiene dos lenguas y el no tener con quién comunicarse en una de ellas no lo aisla, puede comuicarse en la otra. Nuestras identidades no dependen únicamente de las lenguas que hablamos y en cada uno de nosotros pueden habitar muchas culturas, así que quizá tengamos más en común por ser humanos que por pertenecer a un grupo que habla o no una lengua determinada.
    Creo firmemente que las culturas nos acercan y se convierten en imanes de afinidades, más que en distancias.