Universidad Veracruzana



¿Sirenas en la Huasteca?

René Esteban Trinidad
Orientación en Lenguas
Estudiante, Sexto Semestre
UVI Huasteca

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“Las deidades no bajan de los cielos,
ascienden a ellos desde la tierra para supuestamente,
proyectar desde ahí sus poderes imaginados”.

Félix Báez-Jorge
Los oficios de las diosas (dialéctica de la religiosidad popular
en los grupos indios de México)

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No precisamente hablaré de sirenas, ni mucho menos discutiré su existencia, con nombrarlas en algunos rituales de la Huasteca veracruzana, las hacen existentes ¿Sirenas en la Huasteca? Esta interrogativa que diseñé para tratar de explicar una anécdota contada por el viejo luchador social Don Galdino Hernández Marín de 81 años y quien también es experto en plantas medicinales, del municipio de Ixhuatlán de Madero.
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La Sihuamichi y Juan

Mi reloj marcaba las once treinta de la mañana, el sol brillaba a kilómetros de distancia, tres grandes sabios acomodaban sus sillas; entre ellos Don Galdino y un grupo de jóvenes curiosos que anhelaban oír los relatos y las anécdotas de tres expertos de la vida. Una vez que nos pusimos cómodos, Don Galdino tomó aire y empezó el relato:

—Era una mañana de junio cuando las lluvias son más severas, los ríos crecen y el agua pasa sobre el quebradizo puente. Un joven de aproximadamente veinte años, poseía el corazón más valiente de la Huasteca de aquel tiempo, la mocedad pura y la sobra de valentía rodeaba el espíritu encantador de Juan. Que trataba de cruzar el quebradizo puente para ir a trabajar sus tierras y tener sustento en épocas de sequía, con una gran incertidumbre miraba sus atléticos pies y al mismo tiempo pensaba si era posible cruzar el puente. En un abrir y cerrar de ojos decidió hacerlo, a paso dudoso dio la primera zancada, fue fácil pero aún seguía dudando, el segundo paso fue algo complicado, pues sus pies se sumergieron en el arroyo, el tercer paso era justamente la mitad del puente, en ese instante sintió como si su corazón se bajara a sus pies y saliera de su cuerpo. Cayó al río. De inmediato intentó pararse pero la fuerza del enfurecido río, lo derribó y lo arrastró hasta que perdió el conocimiento. No tuvo que pasar mucho tiempo, pues el canto de las aves y el rugir del agua lo despertaron y lo transportaron a su realidad.

—Empapado desde la cabeza hasta el único zapato que traía, ya que el otro escarpín por una u otra forma lo había perdido. Miraba desde la orilla del río inconscientemente y trataba de acordarse qué es lo que le había pasado, no recordó mucho pues un extraño dolor en la cabeza lo incomodaba. Después de algunos minutos, decidió regresar a su casa. Llego a su vivienda y como si le fuera ajeno ese lugar, se mantuvo callado durante varios minutos y decidió no contarle a nadie lo que le había sucedido.

Tuvieron que pasar ocho meses, para que Juan narrara su anécdota ya que por miedo a que se burlaran no lo había hecho, lo hizo por obligación y por las preguntas que le hacía el médico tradicional: Don Galdino. Aquel joven tan apuesto que era, estaba transformado en un hombre débil y delgado que producía una penosa impresión a la luz. Había consultado a varios médicos de la región pero ninguno logró sanarlo, pues unos decían que tenía tisis, otros, que poseía cáncer y pocos los que le decían que podría recuperarse. Hasta que conocieron a Don Galdino un hombrecillo de mediana estatura, con la cabeza rodeada de canas, como si cada cabello blanco reflejará su inconmensurable sabiduría por el caminar de la vida. Don Galdino llegó a consultarlo y le pidió que le narrara lo que le había pasado, es así como éste médico tradicional supo de aquella anécdota, y con sabias palabras le dijo:

—Regresaremos mañana al lugar que caíste, pues la sombra de tu espíritu está presa en el agua y lo tiene la Sihuamichi o Mujer pescado, refiriéndose a la sirena.
—¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué tonterías dice don Galdino?, exclamó Juan, y emitió una risa sarcástica.
—Sí, respondió Don Galdino, tendremos que llevarle una ofrenda para que libere la sombra de tu espíritu.

Juan por volver a tener la vida de antes no habló más y aceptó regresar aquel lugar en dónde ocho meses antes se había caído.

A la mañana siguiente fueron al puente quebradizo en donde había sucedido el accidente de Juan.

—Ya hace ocho meses y doce días que no vengo por aquí, afirmó Juan.
Don Galdino, con lucidez respondió: —Es que la sombra de tu espíritu, “itonal mosehual” están en manos de la Sihuamichi, es por eso que no tienes fuerza, ni ganas de comer, ni de caminar.

Don Galdino sacó de su morral una bolsa negra, ahí traía la ofrenda que consistía en una taza de chocolate, una cajetilla de cigarros sin filtro, siete hojas de colores, siete ceras blancas y siete amarillas, una cruz adornada de sempoal xochitl. Y de una botella de plástico un litro de agua ardiente, que roció al suelo en forma de cruz a los cuatro puntos cardinales. Después acomodó cada una de las ofrendas y las ofreció a la sihuamichi.

En pocos días la vida de Juan volvió a la normalidad y Don Galdino aún sigue desencadenando espíritus que por varias razones caen en manos de la Sirena o también conocida como sihuamichi. Al finalizar el relato un alumno preguntó:

—¿Por qué le llevan chocolate y velas?

Don Galdino respondió atentamente:

—Mira, es como un regalo y a veces un intercambio tú le llevas la ofrenda y ella te devuelve tu espíritu, por ejemplo.

Continuó Don Galdino:

—Cuando por un error caes en manos de la justicia o sea en la cárcel, primero tienes que pagar antes de salir.

Con explícitas palabras, Don Galdino hizo que reinara el silencio.
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La sirena entre los nahuas de la Huasteca

La sirena entre los nahuas de la huasteca es un personaje mítico que recibe el nombre de Sihuamichi, achani, asihuatl, es una mujer joven, mitad humana y mitad pez, que puede tener piel blanca o morena, pelo blanco y muchos remolinos de agua en él o sobre su cola. Se dice que nació en el cerro de postectitla, habitado en el mundo anterior los ríos y manantiales, conviviendo con los primeros hombres a quienes dotaba de pescado, sal y mariscos que salían de su cuerpo después de bañarse. Sin embargo, esos hombres desconfiaban de ella e imaginaban que tenía amantes en la costa, por lo que salieron a espiarla: al constatar que la mitad de su cuerpo se convertía en pez y de dónde salía la comida, enfurecieron y la golpearon, desterrándola de la región. Todos los Apanchamej o “Dueños del Agua” (rayos, truenos, nubes y viento) la protegieron y llevaron a la costa de Tuxpan, donde algunos relatos ubican su actual residencia. Aquellos hombres pagaron su osadía con sequías, ahogamientos y enfermedades “acuáticas” como el sarampión, la rubéola, la varicela, tos y gripe. Usualmente a la Sirena se le considera benévola pero puede atacar a las personas si éstas no le hacen ofrenda, por lo que es también temida.
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Bibliografía
Báez-Jorge, Félix. Los oficios de las diosas (dialéctica de la religiosidad popular en los grupos indios de México) , Universidad Veracruzana, México, 1988.
González, Mauricio y Medellín, Sofía. Agua y Diversidad cultural “Los ropajes del agua: Aproximaciones a los cuerpos de agua entre los Nahuas de la Huasteca”.
Zolla, Carlos, et. al. “Medicina tradicional y enfermedad”, en Medicina tradicional y enfermedad, CIESAS, México, 1988, pp. 9-31.

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9 comentarios en “¿Sirenas en la Huasteca?

  • Jaime_M_M_ dice:

    René, un texto que en su retórica cumple su función evocativa.
    Muchas gracias.
    Jaime

  • Noel dice:

    Que interesante historia Rene, en mi comunidad hablamos el Otomí y a la sirena se le da el nombre «n´xunfo deje» o «m’hu’te», y se hacen rituales, donde se le ofrenda a ella, para el pedimento de agua y para la obtención de buenas cosechas»

  • JOAN dice:

    El relato me gustó, también mi mamá me ha platicado acerca de este personaje mitológico, aunque algunos aseguran que lo han visto en épocas de creciente en los ríos. Mi mamá le nombra Axinola no se si se escribe así. (Por sus características físicas según es de tez blanca), o Achane, (algo así como la dueña o diosa del agua). También he sabido casos en la región Huasteca que algunos brujos que practican la magia negra lo usan la Zihuamichi para secuestrar el espíritu de la personas por medio de un fetiche que dejan en lo hondo de un río así que el curandero realiza algún ritual para liberar ese espiritú atrapado…. eso es lo que cuentan verdad..?….Saludos….

  • Leoncio dice:

    Felicidades Rene!!! me da gusto que te intereses en las historias de la región, y sobre todo que seas un chavo que ama la lectura y la cultura de nuestro país.-
    Bendiciones 🙂

  • René dice:

    Muchas gracias a todos ustedes, por leer ¿Sirenas en la Huasteca? Y compartir su conocimiento desde diferente cultura, Sihuamichi para los Nahuas, Xpuchiná Chúchut para los Totonacos, Mach’uxulu para los Tepehuas… ¡Tlasocamatetzin Miyac!

  • Inoscencio dice:

    Hola René, que bueno que nos compartas estas historias que existen en los pueblos de la región, te comento que en el pueblo tepehua también existe este personaje que se llama Mach’uxulu (dueña del agua o la sirena) y cuentan los abuelos que el arco-iris son sus prendas que los saca a tender cuando aparece entre la lluvia y el sol.
    sigue compartiendo amigo y ay que archivarlos en audio y compartirlos en los distintos medios…

  • Ascención Sarmiento dice:

    corrijo, maíz jajajaja, , saludos…

  • Ascención Sarmiento dice:

    Hola René, muchas felicidades por tu relato, me glocalizo cosmogónicamente con mi pueblo totonaco entre tanta diversidad y riqueza cultural en nuestro país. En el pueblo totonaco se hablan de varias deidades, Dos de ellas son Xpuchiná Chúchut (Dios del Agua), en su representación dual hombre-mujer, estos dioses del agua cuidan la mar, ríos,arroyos, manantiales y que cuando ambas partes se encuentran en algun lugar común, ya que por lo regular andan separados por otras circunstancias cosmogónicamente argumentadas según el pueblo de los tres corazones, hay mucho pez, mucha comida del agua como xkupú, makaxilh, tamagkni’ , kgayan entre otros animales comestibles del agua, por lo que se les agradece a estos dioses su dadivosidad ofrendándoles mazorcas de maís, aguardiente, cacao, vainilla o cualquier otra delicia que les haga regresar pronto y prodigar de alimentos al pueblo totonaco. Desafortunadamente poco se ha hecho por investigar más acerca de esta cosmovisión totonaca y de otros pueblos originarios de nuestro Estado de Veracruz, por lo que te felicito, es un gran inicio para seguir adelante con esta gran riqueza que nos identifica, saludos y avante……

  • Guillermo dice:

    René: gracias por tu relato, es tan interesante y a la vez me anima a saber más sobre la «achani» o sihuamicchi. No recuerdo los nombres en totonaco, tepehua y yuhú de este personaje mítico, pero recuerdo que en Pantepec, Ixtololoya y Mecapalapa, me han contado historias similares.
    También creo que la achani tiene antecedentes europeos, y que se sincretizó con el personaje mesoamericano. Gracias a don Galdino por sus historias, hay que seguirle preguntando.