Año 15 No. 623 Diciembre 14 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Gobierno, prensa y líderes charros frenaron sindicalismo independiente

Contenido 21 de 50 del número 623
Sergio Quezada, Víctor Borges y Manuel Reyna

Sergio Quezada, Víctor Borges y Manuel Reyna

Edith Escalón

Hace 40 años, cuando crecía el movimiento estudiantil, obrero y popular en Yucatán, el Estado mandó a secuestrar, torturar y asesinar al estudiante de leyes Efraín Calderón Lara “El Charras”, quien encabezaba la lucha política por un sindicalismo independiente en la entidad. Aunque su muerte detonó una sublevación masiva inmediata, terminó también por desgastar la disidencia organizada que disputaba al régimen priísta sus derechos laborales y de libre asociación.

En la Universidad Veracruzana (UV), donde presentaron el libro 1974 Diálogos de esperanza. Memoria de lucha de clases en Yucatán, los activistas de entonces, hoy académicos, recordaron cómo

las autoridades gubernamentales y su aparato represor, los empresarios, el sindicalismo corporativo “charro” y la prensa escrita hicieron un acopio de fuerzas para frenar el movimiento sindical independiente a partir del asesinato de “El Charras”, el 13 de febrero de 1974.

Para hacer historia a partir de la memoria, el colectivo de activistas que vivió desde distintos frentes el movimiento político más importante del siglo pasado en esa entidad, publicó en el texto una compilación de testimonios, análisis históricos y fotografías inéditas que muestran los determinantes sociales que rodearon la insurgencia social, además de los detalles del esquema de actuación del Estado echeverrista para la disolución del movimiento popular.

El libro recupera “la historia silenciada” de la lucha obrera en Yucatán, desde el papel del Partido Comunista al que Efraín pertenecía, hasta la incorporación de los estudiantes y las estrategias de presión que utilizaron los trabajadores para lograr el reconocimiento de sus derechos, explicó Manuel Reyna, académico de la UV, especialista en cultura política y movimientos sociales.

El asesinato de “El Charras” fue el inicio de varios procesos. El más importante, a decir de Sergio Quezada, académico de la Universidad Autónoma de Yucatán, fue la urgencia de consolidar tanto a los sindicatos que Calderón Lara había logrado conformar, así como las organizaciones estudiantiles y populares que hacían la resistencia. La dependencia de liderazgos terminó por agotarla.

“En medio del reflujo paulatinamente fueron desapareciendo, o bien los líderes fueron cooptados por el aparato oficial, otros desanimados dejaron de participar, y algunos comenzaron a militar en las filas de las izquierdas comunista o social”, reconoció el académico, uno de los actores del movimiento en los setenta.

“Fue muy difícil aguantar el embate estatal, la desorganización y la represión”, aceptó el jurista Víctor Borges Caamal, editor del libro. Sin embargo, aseguró que una de las enseñanzas principales de toda esa experiencia fue comprender que es la organización y movilización popular lo que permite la defensa de los derechos sociales, políticos y gremiales.

En memoria de Efraín Calderón
La detención, la tortura y finalmente el asesinato del joven que dio la lucha por los derechos de los trabajadores motiva los testimonios, descripciones y análisis de los autores e investigadores. El libro es también, coincidieron, un homenaje a la figura del estudiante Calderón Lara, y una condena permanente al que calificaron sin reservas como un “crimen de Estado”.

Para Esther Hernández Palacios, directora general de Difusión Cultural en la UV, la obra colectiva permite reflexionar sobre el pasado y el presente de la lucha obrera y social en México, y sobre el compromiso de mantener viva la historia para afrontar lo que sucede en la actualidad.

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