Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento

 

Dignamente deselal

Juan Villoro

El problema del ‘caso Wikileaks’ no es la calidad del secreto, sino que Estados Unidos no pueda guardarlo.

En 1971, Daniel Ellsberg entregó al New York Times 7.000 páginas con secretos del Gobierno de Lyndon B. Johnson. Ellsberg tenía acceso a material clasificado. Harto de las mentiras sobre la guerra de Vietnam, filtró la información que se conocería como los papeles del Pentágono.

El impacto de Ellsberg fue demoledor. El año 1971 marcó un hito en el derecho a la información. Ese año Julian Assange nació en Australia. Gente de su época, creció para perseguir datos escondidos y se convirtió en hacker con conciencia social. En el 2006 fundó Wikileaks, empresa dedicada a filtrar información en la red. Durante años, usó el seudónimo Mendax en alusión a una expresión de Horacio: «Splendide mendax» (Dignamente desleal). No se trata de un indiscreto descifrador de contraseñas privadas, sino de un vengador anónimo en busca de secretos de interés público.

La noticia del momento es que el extraño Mister Mendax tiene a su disposición 250.000 documentos secretos del Departamento de Estado norteamericano, de los que ya dio a conocer 500. ¿Cómo calibrar su efecto en la sociedad de la información?

El periodista y escritor venezolano Ibsen Martínez me puso en la pista de la teoría del cisne negro desarrollada por el ensayista libanés Nassim Nicholas Taleb. ¿Qué es lo que singulariza a un acontecimiento? De acuerdo con Taleb, en términos históricos un cisne negro es un fenómeno que tiene impacto masivo, desafía las probabilidades y suscita explicaciones retrospectivas que tratan de verlo como predecible. La primera guerra mundial, internet y el 11 de septiembre son ejemplos de cisnes negros.

El caso de Wikileaks tiene este plumaje. Amazon expulsó a la compañía de sus servidores y la Casa Blanca nombró a un zar antifiltraciones. Russell Travers, experto en el combate al terrorismo, se transformará en fontanero digital para contener el goteo de información.

Mientras tanto, Mister Mendax permanece oculto, no solo por las posibles consecuencias del escándalo noticioso, sino porque tiene demandas de acoso sexual en Suecia. Antes de esfumarse, dijo que las acusaciones tenían motivación política. A Wikileaks no le faltan enemigos. Lo cierto es que el especialista en transgresión ha traspasado límites decisivos.

Hasta ahora, sus filtraciones sorprenden más por el tono que por el contenido. Los informantes del Gobierno de Estados Unidos se muestran paranoicos, intrigantes y despreciativos. Nada nuevo. Lo peculiar es el tono: en la intimidad, los espías son descarados.

De acuerdo con Ellsberg, Wikileaks pondrá en circulación una cantidad récord de información confidencial, pero el efecto no será devastador. Al respecto comentó: «No son papeles de decisión de alto nivel. Quienes toman las decisiones políticas a alto nivel no tienen tiempo de leer cables que solo son secretos».

Un rasgo típico del gobernante contemporáneo es que ignora toda voz que no garantice éxito mediático instantáneo. En contraste, los mandos medios requieren de información para abrirse espacio en el interior de la Administración. Tener datos sirve menos para usarlos que para amenazar con usarlos. En esa franja de poder se fraguaron los expedientes que ahora circulan.

De acuerdo con Taleb, no tiene sentido tratar de adivinar lo impredecible. El desafío consiste en estar mejor preparados para acontecimientos que se perciben como insólitos y solo se toman en cuenta cuando ya ocurrieron. La política actual se basa en el dominio de la norma (las estadísticas, los índices de popularidad, la tendencia estándar). Más importante sería estudiar las combinaciones que pueden anticipar la llegada de un cisne negro. Pero los hombres que ganan votos besando bebés no se interesan en lo que no ha ocurrido; actúan en la esfera de la representación; el rating es para ellos más político que los hechos.

El verdadero golpe de Wikileaks tiene que ver con la forma de gobernar en una telecracia. Hace unos años, diplomáticos de Estados Unidos describieron a México como un «Estado fallido». Se referían a nuestra triste realidad. Ahora afrontan algo más grave para una política de la imagen: una triste realidad virtual. El descrédito de no controlar la red será mayor que el efecto de documentos donde se informa de que Gadafi usa bótox.

Assange considera noble denunciar al poderoso que oculta algo. Ellsberg matiza el gesto: «En las democracias hay un amplio abanico de secretos que deben ser protegidos». En el caso de Wikileaks, el problema no es la calidad del secreto, sino que el Gobierno no pueda guardarlo. La importancia de un documento clasificado deriva de que no circule. Esconder la basura bajo la alfombra es más seguro que esconderla en una computadora. Estamos ante un cisne negro de la representación del poder. En tiempos digitales, el único expediente inexpugnable es el que no se ha escrito.

Reproducido de El Periodico.com



¿Alguien que lee este blog ha leído Millennium?

Y eso, a título de que según Mario vargas Llosa, es fantástica. Escribió en El País, hace más de un año: «acabo de pasar unas semanas, con todas mis defensas críticas de lector arrasadas por la fuerza ciclónica de una historia, leyendo los tres voluminosos tomos de Millennium, unas 2.100 páginas, la trilogía de Stieg Larsson, con la felicidad y la excitación febril con que de niño y adolescente leí la serie de Dumas sobre los mosqueteros o las novelas de Dickens y de Victor Hugo, preguntándome a cada vuelta de página «¿Y ahora qué, qué va a pasar?».
Y seguramente a esta hora, este día, son miles si no millones los que, por todo el mundo, ante el caso de Julian Assange, también nos preguntamos ¿y ahora qué va a pasar?



Wikileaks: ataque cibernético de Israel/Washington

Heinz Dieterich

La “Operación Wikileaks” prepara el control estricto sobre el internet y los portales progresistas. Un mundo como el capitalista-burgués actual, no puede permitir el libre flujo de información.

Los servicios secretos de Israel y la CIA han logrado otra gran victoria en su guerra cibernética. Después de estropear las centrífugas del programa nuclear iraní (Natanz) mediante un software maligno (Stuxnet), consiguieron utilizar a Wikileaks y Julian Assange como vector (portador) de agresión cibernética a gran escala, contra sus “enemigos”. El método es el usual de la guerra informática: mezclar documentos verdaderos, pero triviales, con las falsificaciones que sirven como misiles teledirigidos contra los verdaderos blancos.

La autoría de esa agresión cibernética se aclara con el axioma de la criminalística Cui bono, es decir, ¿A quién beneficia el crimen? El patrón de los documentos proporciona la respuesta: a Israel, Washington y el imperialismo occidental en general, incluidos sus satélites mercantil-feudales árabes. Perjudica groseramente, con sus mentiras, a una serie de blancos particulares, como: Irán, que supuestamente es odiado por el mundo árabe; China, que presuntamente acepta el futuro dominio estadounidense sobre Corea del Norte; Brasil, cuyo Ministro de Defensa Nelson Jobim sería informante de Washington; Bolivia, cuyo Presidente Evo Morales tendría un gran “tumor” en la cabeza  y la Venezuela bolivariana, que sería refugio de ETA y las FARC, al igual que Cuba.

Además de las agresiones concretas, la “Operación Wikileaks” prepara el control ideológico  estricto sobre el internet y los portales progresistas. Un mundo fundamentalmente anti-democrático, como el capitalista-burgués actual, no puede permitir el libre flujo de información y debates en el internet. Declarar Wikileaks una organización terrorista y matar o encarcelar a Assange, como han solicitado importantes sectores de la clase política estadounidense, sería un gran paso adelante en la Gleichschaltung hitleriana (uniformización mental) que los amos del sistema requieren ante la crisis capitalista mundial. Otros portales, como www.kaosenlared.net y www.aporrea.org, aparecerían pronto en el index librorum (lista negra) por apología de la violencia y antisemitismo.

La autoría del delito israelí-estadounidense cibernético no sólo se revela ante el principio cui bono del Derecho Romano, sino también ante la absurda pretensión logística, de que un joven soldado homosexual, Bradley Manning, de la 10a División de Montaña de Estados Unidos, estacionado en una remota base militar en Iraq (FOB Hammer), pudo seleccionar, copiar y reenviar 260.000 documentos clasificados (!¡). Si Manning hubiera podido hacer  esto, dejaría a Bill Gates como un mero aprendiz de computación.

La obstrucción de las centrífugas nucleares de Irán en 2010, en Natanz, siguió el ejemplo de una exitosa operación de la CIA contra un gaseoducto de la Unión Soviética, en los años ochenta, llevado a cabo bajo el mando de William Casey. Cuando la CIA se enteró que Moscú iba a comprar o piratear un sofisticado software canadiense para las bombas, turbinas y válvulas de un nuevo gaseoducto en Siberia, no bloqueó su venta, sino insertó, en contubernio con la empresa canadiense, una bomba lógica, un malware (Trojan horse) en el software, que alteraba los parámetros de velocidad y presión en el sistema, haciéndolo estallar en 1982. 

La operación contra el centro nuclear iraní de Natanz sigue ese mismo modelo. Los servicios occidentales infiltraron las redes de compra de Irán para el nuevo reactor e insertaron en el software de las centrífugas el gusano electrónico “Stuxnet”, desarrollado a todas luces por la Inteligencia Militar israelí. Al igual que el “Caballo de Troya” de 1982, el Stuxnet hace fluctuar las velocidades y presiones de las centrífugas, las cuales, actuando en cadena, se destruyen. Se calcula que la capacidad operativa de las centrífugas en Natanz se redujo en un 30 por ciento por el ataque informático.

El modo de operación de la CIA y del Mossad abarca tres pasos. 1. Necesitan información preliminar sobre los planes del “enemigo”. En el caso de Wikileaks, Adrian Lamo, un hacker con quien Mannings correspondía, informó al FBI. 2. Sobre esa información deciden  en qué forma actuar. En el caso de la URSS, de Natanz y de Wikileaks,  resolvieron no bloquear de frente la operación planeada, sino aprovecharla para una operación cibernética propia de contrainteligencia. 3. Los grandes medios de adoctrinación burguesa y los gobiernos respectivos manipulan los eventos creados por ellos, durante largo tiempo. En ese sentido, los documentos de Wikileaks serán como la segunda computadora de Raúl Reyes. Una fuente inagotable de guerra psicológica y física contra los adversarios del Imperio.

Las operaciones cibernéticas y de desinformación son solo un aspecto de los proyectos de desestabilización de Estados Unidos e Israel, como demuestra su exitoso programa de asesinatos de científicos nucleares iraníes. Venezuela, con su extensa red de gaseoductos y oleoductos, cuyo software es parcialmente operado desde satélites, con su monoestructura eléctrica, con la fragilidad de su Metro, con sus fronteras selváticas y marítimas abiertas y una fuerte quinta columna adentro, tiene que prepararse muy bien, para neutralizar la embestida que Washington/Tel Aviv tienen preparada para el país de Bolívar.

Reproducido del portal Analítica.

 

España vive momentos excepcionales

Si Wikileaks es una noticia que está en boca de todos, no menos lo es España, cuyos controladores aéreos se fueron al paro tras buscar infructuosamente una solución negociada a sus demandas laborales, y ahora el gobierno de Zapatero ha decretado un estado prácticamente de excepción en el país, estado que quieren prolongar al menos durante quince días más.



El Tsunami de Wikileaks: la primera revolución informativa del siglo XXI

Un aire a Lisbeth Sallander, la heroína hacker del novelista sueco Stieg Larsson, acompaña a Julian Assange, periodista australiano de 39 años, fundador de Wikileaks y convertido en “enemigo público número uno” de los servicios de espionaje norteamericanos y de la Interpol.

Sin embargo, no es la leyenda temprana lo que convierte a Assange en un personaje enigmático sino su activismo atípico. “El valor es contagioso”, ha dicho, para justificar su desafío ante la mezcla explosiva de revelaciones de información confidencial con acceso a la tecnología que se ha convertido en un auténtico tsunami global contra los salones de la opacidad y de los adoradores de la “razón de Estado”.

Los Halcones en el Palacio de las Corrientes de Aire puede ser también un buen título para este episodio que mantiene electrizadas a las redacciones periodísticas de todo el mundo ante la divulgación de una parte de 250 mil cables diplomáticos, extraídos de las computadoras del Departamento de Estado norteamericano, por un soldado que, además, es admirador de Lady Gaga.

Assange y los periodistas que lo acompañan en esta aventura han dicho que los documentos hasta ahora conocidos no son los más delicados, sino apenas una muestra de lo que pueden divulgar si la cacería en su contra persiste. Lo menos que han logrado demostrar estas filtraciones gestionadas con “medios institucionales” –The New York Times, Der Spiegel, The Guardian, Le Monde, El País- es que sí se puede trabajar de manera coordinada y multinacional entre periodistas para desentrañar la materia prima de los documentos sacados de la secrecía.

La historia de Wikileaks es tan breve como intensa, al igual que las nuevas redes sociales conocidas como web 2.0. Creado en 2006, este sitio web dio este año una primera muestra de su capacidad de revelación cuando en abril divulgó un video grabado en 2007 donde se observa a soldados estadounidenses matando desde un helicóptero a civiles iraquíes. En octubre puso a disposición 400 mil reportes del Pentángono y de la OTAN sobre la intervención en Irak. Pero el auténtico tsunami inició el pasado 28 de noviembre.

La ola de documentos puestos a disposición de lectores de todo el mundo constituye un gran outing sobre el doble rasero de la diplomacia norteamericana y los intereses en juego.

Efectos en México

La liberación de varios documentos del Departamento de Estado relacionados con México constituyen una auténtica bomba para un gobierno federal ineficaz en su guerra contra los cárteles de la droga.

Los cables de Wikileaks confirmaron muchos puntos que han sido documentados en revistas críticas como Proceso y también hizo revelaciones que, como advirtió Porfirio Muñoz Ledo, nos colocan en la antesala de la intervención militar directa de Estados Unidos. Veamos:

a)    La injerencia del Departamento de Estado en la batalla contra el narco. Calderón pidió ayuda a Washington. Y la capital imperial califica de “torpes, descoordinadas, anticuadas, burocráticas y parroquiales” a las fuerzas armadas mexicanas, con una salvedad: la Armada. Los marinos mexicanos se han capacitado en Estados Unidos y este país está detrás de los grandes operativos recientes de la Secretaría de la Marina.

b)    Reveló que el titular de Defensa, Guillermo Galván, le planteó a Dennis Blair, el máximo responsable del espionaje norteamericano, la posibilidad de decretar el estado de excepción en México, basándose en lo estipulado por el artículo 29 constitucional.

c)    Documenta que las disputas entre PGR, Sedena, SSP y sus máximos titulares por el mando de una estrategia ausente en esta “guerra” es claramente monitoreado por Estados Unidos. Ante la descoordinación, la violencia se ha incrementado.

d)    Uno de los datos más inquietantes es el recuento de 10 agentes de la DEA y 51 “contactos” o soplones al servicio del FBI que han sido ejecutados por los cárteles de la droga. Si el asesinato en 1984 del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, generó la famosa Operación Leyenda que llevó a una intervención agresiva de Estados Unidos en México, imaginemos lo que estas “ejecuciones” pueden provocar ante la percepción creciente de un “Estado fallido”.

 

La Censura en Internet

Lo más sintomático frente al tsunami es la pretensión de censurar un modelo informativo e informático que, por definición, es horizontal, autogestivo (quien quiera puede encontrar suficientes pistas para auténticos reportajes e investigaciones de más calado) y fuera de los modelos de control tradicionales.

La gestión del escándalo ha sido torpe y ha arrasado el prestigio de algunos sitios que decidieron cerrar el acceso a las cuentas de Wikileaks, como han sido los casos del servicio Pay Pal y de Amazon. ¿Con qué autoridad Estados Unidos o sus organizaciones civiles afines pueden condenar a China o a Cuba por censurar sitios como Google si ellos han alentado lo mismo con Wikileaks.

Frente a estos hechos, Assange ha señalado: “nuestra principal defensa no es la ley, sino la tecnología”. Y en este punto está lo más atrayente del tsunami informativo: ¿cómo frenar o censurar un modelo basado justamente en su capacidad de reinvención?

 

Revolución Informativa

¿Qué va a suceder frente a la situación y las previsibles filtraciones nuevas? ¿Sobrevivirá Wikileaks a la cacería que se ha armado en contra de su fundador? Más allá del thriller que se ha orquestado en contra de Assange, lo importante del tsunami es lo siguiente:

a)    Termina la era de los escándalos al estilo Watergate y comienzan los del Wikigate. Es decir, las grandes revelaciones ya no requerirán de una “garganta profunda” sino del acceso a la tecnología y a la información.

b)    Se replantea el “secreto de Estado” en un mundo globalizado, interconectado. Eso no lo ha entendido el gobierno de Felipe Calderón y sus voceros oficiosos. La guerra contra el narco no es un asunto solamente mexicano, se ha transformado en un expediente de interés global, gracias a Wikileaks.

c)    El ejercicio periodístico no se afecta ni se suplanta, como se quejan los ortodoxos o los bribones. Por el contrario, el periodismo se potencia gracias a los documentos que Wikileaks pone a disposición como un gran materia prima para investigar, explicar, contrastar, analizar. Es el periodismo analítico lo que se reclama ahora en un mundo atribulado por secretos, maniqueísmo imperial, guerras de odio.

En esencia, estamos ante la primera gran revolución informativa del siglo XXI. Sus consecuencias son impredecibles, pero las lecciones y los escenarios que de esto surgirá ya están en nuestro horizonte.

Reproducido del Blog de Jenaro Villamil



La verdad siempre triunfará

Julian Assange

  • WikiLeaks publica sin temor hechos que deben hacerse públicos.
  • Los días oscuros de la corrupción en el gobierno de Queensland, antes de la investigación de Fitzgerald, son testimonio de lo que sucede cuando los políticos amordazan a los medios para no informar la verdad.
  • «Mi idea es utilizar las tecnologías de Internet de nuevas maneras para informar la verdad».
  • Las personas han dicho que estoy contra la guerra: para que conste, no lo estoy. A veces, las naciones necesitan ir a la guerra, y hay guerras justas.
  • El gobierno de Gillard (Australia) está tratando de matar al mensajero, porque no quiere que la verdad sea revelada.

En 1958 un joven, Rupert Murdoch, entonces propietario y editor de La Noticia de Adelaida, escribió: «En la carrera entre el secreto y la verdad, parece inevitable que la verdad siempre triunfará.»

Su expresión tal vez es un reflejo de la de su padre, Keith Murdoch, al exponer que las tropas australianas estaban siendo sacrificadas innecesariamente por incompetentes comandantes británicos en las costas de Gallipoli. Los británicos trataron de acallarlo, pero Keith Murdoch no sería silenciado y sus esfuerzos dieron lugar a la terminación de la desastrosa campaña de Gallipoli.

Casi un siglo más tarde, también Wikileaks valerosamente publica hechos que deben ser públicos.

Crecí en una ciudad rural de Queensland, donde la gente dice lo que piensa sin rodeos. Se desconfiaba de los grandes gobiernos como algo que podría corromperse si no se le vigilaba cuidadosamente. Los días oscuros de la corrupción en el gobierno de Queensland, antes de la investigación de Fitzgerald, son testimonio de lo que sucede cuando los políticos amordazan a los medios para no informar la verdad.

Estas vivencias se han quedado conmigo.
Wikileaks fue creada en torno a estos valores fundamentales. La idea, concebida en Australia, era utilizar las tecnologías de Internet de nuevas maneras, para informar la verdad.

Wikileaks ha acuñado un nuevo tipo de periodismo: el periodismo científico. Trabajamos con otros medios de comunicación para que la gente se entere de las noticias, pero también para probar que son verdad. El periodismo científico te permite leer una noticia y, a continuación, hacer clic en línea para ver el documento original en que se basa. De esa manera usted puede juzgar por sí mismo: ¿Es la historia verdadera? ¿El periodista informa con precisión?

Las sociedades democráticas necesitan medios de comunicación fuertes y WikiLeaks es parte de esos medios. Los medios de comunicación ayudan a mantener un gobierno honesto. Wikileaks ha revelado algunas verdades incómodas sobre la guerras de Irak y Afganistán, e irrumpido con historias sobre la corrupción de las corporaciones.

La gente ha dicho que estoy contra la guerra: para que conste, no lo estoy. A veces, las naciones necesitan ir a la guerra, y hay guerras justas. Pero no hay nada más equivocado que un gobierno que miente a su población acerca de las guerras, y luego les pide a esos mismos ciudadanos a entregar sus vidas y sus impuestos en el frente de batalla, de acuerdo con esas mentiras. Si la guerra está justificada, entonces, que diga la verdad y el pueblo decidirá si lo apoyan.

Si usted ha leído alguno de los registros de la guerra de Irak o Afganistán, alguno de los cables de la embajada de EE.UU., o alguna de las historias que Wikileaks ha divulgado, tenga en cuenta lo importante que es para todos los medios de comunicación el poder informar de estas cosas libremente.

Wikileaks no es el único editor de los cables de embajada de EE.UU.. Otros medios de comunicación, incluyendo el diario The Guardian de Gran Bretaña, el The New York Times de Estados Unidos, El País en España y Der Spiegel en Alemania, han redactado y publicado los mismos cables.

Sin embargo, es WikiLeaks, como el coordinador de estos otros grupos, que ha enfrentando los ataques más crueles y las acusaciones del gobierno de EE.UU. y sus acólitos. He sido acusado de traición a la patria, a pesar de que soy un australiano, no un ciudadano de los EE.UU.. Ha habido decenas de preocupantes llamados en los EE.UU. para que yo sea «eliminado» por las fuerzas especiales de EE.UU.. Sarah Palin dice que debo ser «cazado como Osama bin Laden», un proyecto de ley de los republicanos se presenta ante el Senado de EE.UU., buscando que se me declare una «amenaza transnacional» y eliminado en conformidad. Un asesor de la oficina del primer ministro canadiense, ha llamado en la televisión nacional, para que yo sea asesinado. Un bloguero estadounidense ha pedido que mi hijo de 20 años de edad, aquí en Australia, sea secuestrado y lastimado sin otro motivo que para llegar a mí.

Y los australianos observan sin pudor la demagogia vergonzosa de estos mismos sentimientos en la Primer Ministro Gillard y la Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, quienes no han tenido una sóla palabra de crítica para las organizaciones de otros medios de comunicación. Esto se debe a que The Guardian, The New York Times y Der Spiegel son viejos y grandes, mientras que Wikileaks es aún joven y pequeña.

Somos los de abajo. El gobierno de Gillard está tratando de matar al mensajero porque no quiere que la verdad sea revelada, incluyendo información sobre sus propias relaciones diplomáticas y políticas.

¿Ha habido alguna respuesta por parte del gobierno australiano a las numerosas amenazas públicas de violencia, contra mí y el restante personal de WikiLeaks? Uno podría pensaría que la primer ministro de Australia defendería a sus ciudadanos contra tales cosas, pero sólo ha emitido afirmaciones totalmente sin fundamento, de ilegalidad. La Primer Ministro y, especialmente, el Fiscal General tienen por objeto llevar a cabo sus funciones con dignidad y por encima de la refriega. Ambos descansan tranquilos, buscando salvar su propio pellejo. Mas no lo harán.

Cada vez que Wikileaks publica la verdad sobre los abusos cometidos por las agencias de EE.UU., los políticos australianos cantan un coro a todas luces falso, junto con el Departamento de Estado: «¡Usted pone en riesgo vidas! ¡La seguridad nacional! ¡Pone en peligro a las tropas!». Luego, dicen que no hay nada de importancia en lo que Wikileaks publica. No pueden ser ambas cosas. ¿Cuál es verdad?

Ninguna lo es. Wikileaks tiene una historia editorial de cuatro años. Durante ese tiempo hemos cambiado gobiernos enteros, pero ni una sola persona, hasta donde sabemos, ha resultado perjudicada. Sin embargo, los EE.UU., con la connivencia del gobierno australiano, ha asesinado a miles de personas, tan sólo en los últimos meses.

El Secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, admitió en una carta al Congreso de EE.UU. que ninguna fuente de inteligencia sensible o método se ha visto comprometida por la divugación de los diarios de la guerra en Afganistán. El Pentágono afirmó que no había evidencia de que los informes Wikileaks hubieran dado lugar a que alguien haya sido perjudicado en Afganistán. La OTAN, en Kabul, dijo a CNN que no pudo encontrar una sola persona que demandara protección. El departamento australiano de Defensa, dijo lo mismo. Ni las tropas australianas, ni las fuentes, se han visto afectadas por todo lo que hemos publicado.

Pero nuestras publicaciones han estado lejos de ser insignificantes. Los cables diplomáticos de EE.UU. revelan algunos datos sorprendentes:

  • Los EE.UU. ha pedido a sus diplomáticos que roben materia humana e información personal de funcionarios de la ONU y de miembros de grupos de derechos humanos, incluyendo trazas de ADN, huellas digitales, escaneos de iris, números de tarjetas de crédito, contraseñas de Internet y fotos de identidad , en violación de tratados internacionales. Es evidente que los diplomáticos australianos han sido objeto de éstas violaciones, también.
  • El rey Abdullah de Arabia Saudita pidió a los funcionarios de EE.UU. en Jordania y Bahrein, que el programa nuclear iraní sea detenido «por cualquier medio disponible«.
  • La investigación realizada por Gran Bretaña en Irak se «arregló» para proteger «los intereses de EE.UU.».
  • Suecia es un miembro encubierto de la OTAN y la inteligencia de EE.UU. opera e informa desde su Parlamento.
  • Los EE.UU. está jugando rudo para conseguir que otros países reciban a los detenidos de la Bahía de Guantánamo. Barack Obama acordó reunirse con el presidente de Eslovenia, sólo si Eslovenia aceptaba un prisionero. A nuestro vecino del Pacífico, Kiribati, se le ofrecieron millones de dólares para aceptar a los detenidos.

En su histórico fallo en el caso de los Papeles del Pentágono, la Corte Suprema de los EE.UU. dijo que «sólo una prensa libre y sin restricciones puede exponer efectivamente el engaño del gobierno». La tormenta que gira alrededor de WikiLeaks hoy, refuerza la necesidad de defender el derecho de todos los medios de comunicación para revelar la verdad.

Julian Assange es el editor en jefe de Wikileaks.

Traducido de The Australian.



Ponen bajo custodia a Julian Assange en Londres.

«Julian Assange, fundador de WikiLeaks, permanecerá bajo custodia hasta el 14 de diciembre después de que el juez haya denegado su libertad bajo fianza. El representante de la web sobre filtraciones ha sido detenido esta mañana en una comisaría londinense a la que se había presentado por propia voluntad. Poco después, ha acudido al Tribunal de Westminster, en Londres, hacia las 14.00 -hora peninsular española-.», informa El País este día.



Fulminantes acciones cibernéticas y financieras contra WikiLeaks

Actúan rápido contra las filtraciones de Wikileaks para cortar el suministro de dinero, cancelando cuentas bancarias por un lado, y con ataques masivos a los servidores del Cablegate por el otro.

¿Cómo no actúan así, tratándose de la mafia internacional, de narcotraficantes, traficantes de armas, tratantes de blancas y terroristas de todos los calibres, o de empresas como British Petroleum, cuya impericia causó un gran desastre ambiental, o de operadores de la banca que han ocasionado la ruina de países enteros con sus malos manejos, pero sí en contra de un puñado de editores y activistas que difunden información de interés público?