Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento

 

¿Regreso a la normalidad?

Tras una ausencia de varias semanas, retomamos este propósito de comunicación con los lectores universitarios, y con el público en general. Para ello, se acumularon durante este tiempo distintas cuestiones que comentaremos brevemente a continuación.
En primer lugar, los interesados pueden descargar y leer el archivo en formato PDF, correspondiente al número 3 de El Referencista, cuya cobertura cronológica es de abril a junio.
Nos importa, como siempre, conocer el punto de vista de los lectores sobre los textos publicados, así como las sugerencias que puedan tener para mejorar o enriquecer esa publicación electrónica.
En segundo lugar, no podemos dejar de mencionar -como ya empezaba a hacerse en alguna contribución anterior- los visos preocupantes -cada vez más- que toma la circunstancia nacional, no sólo en el ámbito económico y político, sino ahora también en el de salud y el educativo.
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El bibliotecario en la era digital y del «cabroñol»

Dos artículos periodísticos, uno publicado recientemente en El País, y el otro en La Jornada, dan motivo a una breve reflexión. En el primero, se señala:

«Algunos de estos bibliotecarios [la nota de El País se refiere a los bibliotecarios que trabajan en bibliotecas adonde han echado raíces los servicios tecnológicos, como el uso de computadoras con acceso a Internet] enseñan a los niños a desarrollar presentaciones con PowerPoint o a crear vídeos en Internet. Otros hacen que los alumnos utilicen las redes sociales para debatir todo tipo de cosas, desde historia hasta comentarios sobre los relatos de los compañeros. Pero aunque los bibliotecarios escolares tienden a ser los que enseñan a los alumnos aptitudes básicas, necesarias no sólo en el colegio sino también en el trabajo y en la vida diaria, suelen ser también las primeras bajas en los recortes presupuestarios de los colegios».

De cara a una de las crisis económicas mundiales más graves -crisis que se ve acendrada a nivel nacional por la conducción económica de los años recientes-, las bibliotecas son instituciones que a pesar de sus valiosos servicios y colecciones al alcance de todos los que las necesiten, parecen desprotegidas y ven amenazados sus presupuestos para la adquisición de recursos documentales y para la renovación de suscripciones, toda vez que el papel que se les asigna es «de apoyo», o «de servicio», sin reconocérseles como auténticos epicentros de la vida académica de las instituciones educativas. En el peor de los casos, las bibliotecas ven amenazados los recursos que permiten sostener a los recursos humanos que hacen posible la organización y servicios bibliotecarios.

También recientemente Carlos Monsiváis ha dicho en TvUNAM, que si en México ha de avanzarse hacia un país de verdaderos lectores, que no meramente usuarios casuales o lúdicos de computadoras, o si aspiramos a vivir en un país de instituciones donde las autoridades y funcionarios de todos los niveles no sean -como se queja el escritor de las actuales- «belicosamente analfabetas», deberá tomarse como condición fundamental, el apoyo a y el desarrollo de la red nacional de bibliotecas.

Para enfrentar estos retos, los bibliotecarios deben asumir una actitud nueva, diferente. La discusión sobre el futuro de las bibliotecas públicas y escolares debería ocupar los primeros lugares en las preocupaciones de todos los que trabajan directa e indirectamentemente con las bibliotecas. En dichas reflexiones debe ocupar el primer lugar la relativa a la función social de las bibliotecas: creadora y desarrolladora de capital social, y detonadora del desarrollo comunitario y humano. Otros temas delicados que deben esclarecerse con amplitud de miras y generosidad humanista son los relativos a la inclusión digital, al analfabetismo en sus diversas expresiones, a la libertad de expresión, el derecho a y de la información, la creación y gestión de conocimiento, etcétera.

A dicho debate deberían acudir tanto docentes y bibliotecarios profesionales, el gobierno y la empresa, así como los padres de familia y los estudiantes.

La Alfabetización Informacional (ALFIN), a la que se ha hecho referencia en este blog, ofrece la perspectiva y el marco general para estas reflexiones, marco que pueden aprovechar los bibliotecarios para orientar su quehacer y para afianzar el papel fundamental de la biblioteca en el seno de los procesos educativos y de democratización, para alcanzar la equidad en la vida económica y social.

Aunque tradicionalmente se les considere, principalmente, como «salvaguardas» de los libros, los bibliotecarios deben asumir de inmediato un papel proactivo con relación al uso de la red, y de los vastos recursos de información que ésta ofrece, deben desplegar de manera más organizada y sistemática todas sus habilidades y experiencia en el manejo de grandes volúmenes de información; sin embargo no basta con asumir dicho papel proactivo, sino que además deben dar muestra de un desarrollado sentido crítico, puesto que la calidad de la información que hay en la red es tan diversa como sus orígenes y la fiabilidad de la misma debe estar constantemente bajo revisión.

Hacer uso provechoso de la red implica, según lo dicho hasta ahora, en primer lugar, poseer los elementos de una cultura lectora crítica. De otra forma, es decir, navegar la vasta red de documentos sin espíritu ni sentido crítico, convierte lo que debería ser una práctica provechosa y formadora en un quehacer estéril y hasta en ocioso entretenimiento.

El riesgo de que internet se convierta en una forma hasta perniciosa de televisión individualizada e interactiva es real y los bibliotecarios debemos movilizar capacidades y recursos para evitar que eso suceda.

Al respecto, el texto El cabroñol y el espejismo de la web, publicado en La Jornada señala que: «los japoneses y los coreanos no alcanzaron sus altos niveles de lectura gracias a Internet sino al contrario: los altos niveles de lectura y educación permitieron a esos pueblos un rápido desarrollo de las nuevas tecnologías digitales.»

El bibliotecario que alfabetiza informacionalmente a sus usuarios, los invita a leer en la red, a buscar y seleccionar sus lecturas entre una vasta colección de recursos de excelente calidad, ayudándolos a discriminar y distinguir el grano de la paja, proponiéndoles el enriquecimiento y la contextualización de la información en línea con obras de reconocida autoridad o calidad, con recursos impresos, publicaciones periódicas y bases de datos de publicaciones académicas, y alienta en ellos la duda sistemática, el espíritu de investigación e indagación, así como la comprensión de la importancia y trascendencia del lenguaje y la comunicación.



Wolfram Research podría cambiar para siempre la búsqueda de información

Cuando escuchamos, hace un par de días, que Wolfram Research, la empresa creadora de Mathematica, un software científico de uso muy extendido en centros de investigación de todo el mundo, trabaja en el desarrollo de un buscador, la cosa nos pareció una noticia más sobre buscadores como las que aparecen continuamente en SearchEngineWatch.com.
Pero no es así.
Si se realiza la pretensión de la empresa de que el buscador «calcule conocimiento», únicamente habrá que estar a la espera de resultados, hacer una multitud de pruebas, para concluir que las búsquedas de información en la red jamás volverán a ser lo que son por ahora.
De acuerdo con Stephen Wolfram, que escribe en el blog de la empresa:

«Con Mathematica, dispongo de un lenguaje simbólico para representar cualquier cosa -así como el poder algorítmico para realizar cualquier tipo de computación. Y con New Kind of Science [NKOS es una metateoría científica que desarrolló el autor] cuento con un paradigma para comprender cómo pueden desarrollarse a partir de reglas simples, todo tipo de complejidades.
«¿Pero qué hay de todo el conocimiento que la humanidad ha acumulado?
«Mucho de ello está ahora en la web -en miles de millones de páginas de texto. Y con un buscador podemos buscar de manera bastante eficiente términos específicos y frases en todo ese texto.
«Pero no podemos realizar cálculos con ello. Y de hecho, [con esa información] sólo podemos responder preguntas que, literalmente, ya han sido realizadas. Podemos buscar todas esas respuestas, pero no podemos encontrar nuevas respuestas.
«Así que ¿qué hacemos con ello? Algunas personas piensan que el camino hacia adelante implica que, de alguna manera, alcancemos la «comprensión automática» de todo el lenguaje natural que existe en la red. La web semántica hará que ese propósito se alcance más fácilmente.
«Pero, combinando las capacidades de Mathematica y NKS parece haber una alternativa: implementar de manera explícita métodos y modelos, como algoritmos, y «curar» también explícitamente todos esos datos, de manera que sean computables inmediatamente.
«No será fácil hacer ésto. Cada tipo de método y modelo -y de dato- tiene sus propias características especiales y su carácter. Pero con una combinación de Mathematica y las capacidades de automatización de NKS, así como un gran cuerpo de expertos humanos, me congratulo en comunicarles que hemos ya avanzado un largo trecho.
«Pero, está bien. Digamos que hemos tenido éxito en crear un sistema que sabe mucho, y que puede saber mucho más. ¿Cómo interactuaremos con él?
«La forma en que los humanos nos comunicamos es a través del lenguaje natural. Y cuando uno trata con todo el espectro de saberes y conocimientos, creemos que también el lenguaje natural es la única opción realista para comunicarse con las computadoras.
«Por supuesto, lograr que las computadoras traten con el lenguaje natural, ha resultado de una increíble dificultad. Y aún estamos bastante lejos de tener computadoras que «comprendan» de manera sistemática grandes volúmenes del texto en lenguaje natural que hay en la red.
«Pero, si se ha logrado convertir ese conocimiento en computable, ya no se necesita que las computadoras «comprendan» el lenguaje natural.
«Todo lo que uno necesita es tomar las preguntas que las personas realizan en lenguaje natural y representarlas en una forma precisa, que se ajuste a los cálculos que la computadora puede hacer.
«Por supuesto, aún eso no sea ha realizado todavía, ni en su forma más general. Y a eso se agregan nuevas dificultades, por el hecho de que no querríamos encasillarnos en el uso de un solo idioma, como el inglés: también querríamos manejar el espectro de notaciones que las personas usan en una gran diversidad, si no en la totalidad de dominios.
«Yo no estaba seguro de que fuera a funcionar. Pero estoy muy feliz de poder decirles que con una mezcla de ingeniosos algoritmos y heurística, grandes cantidades de linguística del descubrimiento y curación lingüística, lo que combinado probablemente representa varios logros teóricos, hemos conseguido que efectivamente funcione.
«Reunir todo ésto y crear una verdadera máquina computacional de conocimiento es una tarea sumamente díficil.
«Se trata, sin lugar a dudas, del proyecto más complejo en el que me he involucrado en toda mi vida. Involucra una gran cantidad de destrezas -y de partes dinámicas constitutivas- de lo que hubiera tenido que administrar jamás.
«Y -como Mathematica, o NKS– este proyecto parece que no tendrá fin.
«Pero estoy feliz de comunicarles que casi alcanzamos el punto en el que nos sentimos capaces de mostrarles la primera parte del resultado.
«Va a estar en nuestro sitio www.wolframalpha.com. Un sólo campo de búsqueda dará acceso a un vasto sistema, con millones de millones de millones de datos curados, y millones de líneas de algoritmos.
«Estamos trabajando arduamente justo ahora, para que WolframAlpha esté lista para salir a la luz.
«Pienso que todo ésto será sumamente emocionante. Un nuevo paradigma sobre cómo usamos las computadoras y la web.
«Nos pondrá frente a frente con lo que la gente pensaba que serían capaces de hacer las computadoras, hace 50 años».

Hasta aquí nuestra versión de lo que dice el blog de Wolfram Research.
Lo cual nos trae a la mente el maravilloso cuento de Isaac Asimov, «La última pregunta«, cuya lectura recomendamos ampliamente, y muchas preguntas -precisamente-: como la de que si tendremos tiempo para asumir otra perspectiva sobre nuestro trabajo como bibliotecarios.



Una crítica a la sociedad de la información ¿en Molière?

Madelón y Cathos son, en la obra de teatro Las preciosas ridículas, de Molière, dos mujeres casaderas a las que va a sorprender y ridiculizar Mascarilla, en venganza por los desaires que han hecho sufrir a dos de sus pretendientes, amigos suyos.

Ambas damas, que tienen pretenciones de cultas, hablan con Mascarilla, el ingenioso charlatán -que es representando precisamente por Molière-, sobre relacionarse con la intelectualidad parisina:

«Mascarilla – Soy yo quien os ha de servir en este punto mejor que nadie: todos ellos [se refiere a la intelectualidad de París] me visitan, y puedo decir que nunca me levanto sin media docena de ingenios a mi alrededor.
Madelón – ¡Ay, Dios mío! Os quedaremos agradecidas hasta el último agradecimiento si nos hacéis ese favor: porque, en fin, menester es hacer conocimiento de todos esos caballeros si una quiere pertenecer a la bella sociedad. Son esos señores los que dan movimiento a la reputación en Paris, y como sabéis hay alguno cuyo solo trato basta para daros fama de entendida, aunque no haya otra cosa más que eso. Más, en cuanto a mí, lo que particularmente aprecio es que, mediante esas visitas intelectuales, una se instruye en cien cosas que hay que saber obligatoriamente, y que corresponden a la esencia del ingenio. De ese modo se saben cada día las pequeñas noticias galantes, los bonitos intercambios de prosa y verso. Se sabe a punto fijo: «Fulano ha escrito la letra sobre tal melodía; éste ha hecho un madrigal sobre un goce; aquél a compuesto unas estancias sobre una infidelidad; el caballero Tal escribió ayer por la noche una décima a la señorita Cual, cuya respuesta le ha enviado ella esta mañana hacia las ocho; tal autor ha hecho tal proyecto; aquél está en la tercera parte de su novela; este otro entrega sus obras a las prensas». Eso es lo que os hace valer en las reuniones y si se ignoran esas cosas, no daría un céntimo por todo el ingenio que pueda uno tener.
Cathos – En efecto, me parece que es pasar de ridículo que una persona se jacte de ingenio y no se entere hasta de la cuartetilla más insignificante que se hace cada día; y, por mi parte, sentiría toda la vergüenza del mundo si hubieran de venir a preguntarme si había visto algo nuevo que no hubiera visto.
Mascarilla – Verdad es que resulta vergonzoso no estar al tanto de las primicias de cuanto se hace; mas no os preocupéis: quiero fundar en vuestra casa una Academia de ingenios, y os prometo, que no se hará una pizca de verso en París que no sepáis de memoria antes que todos los demás. En cuanto a mí, tal como me veis, algo me esfuerzo en ello cuando quiero; y veréis correr de mi hechura, por las bellas alcobas de París, doscientas canciones, otros tantos sonetos, cuatrocientos epigramas y más de mil madrigales, sin contar los enigmas y retratos.
Madelón – Os confieso que estoy furiosamente por los retratos; no encuentro nada más galante.
Cathos – Y yo amo terriblemente los enigmas.
Mascarilla – Ejercitan el ingenio, y esta misma mañana he hecho cuatro que os ofreceré para que los adivinéis.»

Se trata, como es evidente, de una burla.

Hay que decir que al parecer, esa sátira irritó tanto a algunas de las damas de París que se vieron retratadas en la obra, que éstas hicieron destruir el teatro.

Tal vez hoy es posible ironizar con el mismo tono que lo hacia Molière hace trescientos cincuenta años, sobre lo que sucede en nuestra «sociedad de la información y el conocimiento». Tal sociedad existe, sin duda alguna, como proyecto, como ideal, pero habrá para quienes ésta sociedad sea, ante todo, una mera profusión y acumulación de datos, informaciones o «cuartetillas» -como decía la Cathos de Molière-, información de la que «pasa de ridículo» no estar enterado… o el hecho de que la Internet expele, para entretenimiento o abrumación de todos, a velocidades de vértigo, volúmenes inhumanos de información, o hasta quien considere que el mayor mérito de ésta sociedad, sean tan sólo la inmediatez y la ubicuidad de la información -aunque no su calidad.

Mas ¿ésto es conocimiento? O ¿nos aplican a todos nosotros los versos de T.S. Elliot que dicen: «¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?»?

 

Espacio público, memoria colectiva y medios masivos

Un asunto que demanda la mayor atención por parte de la ciudadanía en general, y de los universitarios en particular -por tratarse, ni más ni menos, que del desempeño y destino de un factor estratégico para la conformación de una vida nacional con orientación democrática- es el de la legislación de los medios masivos de comunicación.
Como se resaltó en el Simposio de Otoño, que se realizó en esta casa de estudios el mes pasado, en nuestro país se da un fenómeno anómalo con relación a otras democracias, incluso latinoamericanas: la gran concentración del poder de los medios de comunicación en unas pocas manos, con la consecuente «privatización» de éstos, como conformadores de «opinión pública», y con la exclusión de puntos de vista distintos, alternativos, reflejo de nuestra pluralidad socio-cultural,  económica y política.
A esta concentración desmedida de controles particulares y privados sobre la configuración de la programación, la publicidad, la propaganda política, el tratamiento noticioso y la difusión de ideas conformes con los intereses del mercado y el capital, o de los grupos que los representan, en medios como la radio y la televisión, ahora se suma la pretensión por parte de ciertos legisladores, de que las concesiones gracias a las cuales operan estos medios, sean asignadas y renovadas a discreción del gobierno federal.
Ya la Suprema Corte de Justicia había atajado una iniciativa de ley anterior -la famosa «Ley Televisa»- que podría entenderse como un «paquete de nuevos privilegios» para las televisoras.
Pues ahora, en contra de esa disposición del mayor órgano jurisdiccional del país, se quiere de nuevo fortalecer y «blindar» con una «nueva» iniciativa, el papel ya de por sí dominante de dos grandes consorcios televisivos, en la vida nacional, con los beneficios económicos y políticos que ello supone.
El dictamen de la Corte, en ese caso, fue: «“para que el refrendo de una concesión [de medios] y la preferencia que se otorgue a su titular resulten apegados a la Ley Suprema, es menester que el titular de la concesión, al término de la misma, compita nuevamente, en igualdad de circunstancias, con otros interesados, pues sólo así se garantiza el respeto a los principios de igualdad, rectoría del Estado, planeación para imprimir dinamismo y crecimiento a la economía, dominio directo de la nación sobre ciertos bienes relevantes, entre ellos, el espacio situado sobre el territorio nacional y las vías generales de comunicación, prohibición de monopolios y concentraciones contrarias al interés público, utilización social de los bienes y administración eficiente, eficaz y honrada de los recursos del Estado, consagrados en los artículos 1, 25, 26, 27, 28 y 134 constitucionales». (SCJN, Engrose de la Acción de Inconstitucionalidad 26/2006 aprobado porunanimidad el 6 de agosto de 2007, página 534).
La Asociación Mexicana de Derecho a la Información ya erige análisis y expresiones en el sentido de que se rechaze este iniciativa «regresiva», que constituye nuevo intento de beneficiar a unos cuantos particulares, en detrimento del derecho de todos los mexicanos al acceso a la información, el derecho de réplica, el correcto usufructo de un bien público concesionado, y al ejercicio de una verdadera libertad de expresión en todos los ámbitos.

(Audio de este post en formato MP3)



Espacio público y memoria colectiva

Hoy concluye el Simposio de Otoño que organiza la Universidad Veracruzana. El Simposio se compuso de cinco mesas en las que participan intelectuales de todo el país, provenientes de diversas instituciones y proyectos, para discernir sobre esa movible frontera entre intereses -públicos y privados- en torno al espacio público en cinco esferas: la institucional, la económica, la social, la mediática y la política.

La conferencia inaugural a cargo de Nora Rabotnikof (UNAM) estableció el marco conceptual del simposio, asentando que en primer lugar el espacio público surge en la polis griega, y se expresa un intento de racionalizar el poder político, en el que todos pueden participar a través del diálogo, y la discusión (la res publica).

La biblioteca aporta al espacio público una forma refinada de memoria colectiva y universal, sin embargo, tanto aquel como ésta no tienen realidad efectiva sin la participación del ciudadano, que en el caso de la biblioteca es, además, un lector. «Analfabetismo de retorno» o «funcional», es el primer obstáculo que se interpone entre el ciudadano lector y la biblioteca, ya sea pública o educativa. Y en el espacio social, el impedimento para la participación está definido por el analfabetismo político.

Si consideramos que información y comunicación en el espacio público no puede desligarse de la memoria colectiva, de las experiencias pasadas compartidas y/o registradas en términos históricos, viene a la mente de inmediato la importancia de las bibliotecas, de las cuales en nuestro país se dice que hay más de 90 mil, aunque habría que ver, efectivamente, cuántas funcionan como tales y constituyen una diferencia en la vida de los más de 100 millones de habitantes de México.

Sin memoria colectiva -sin acceso para todos a un sistema moderno y funcional de bibliotecas públicas y académicas– pareciera que el espacio público quedará subordinado una y otra vez a intereses privados en lo económico, lo mediático y lo político.

(Audio de este post en formato MP3)



Sobre el Mito de la Caverna y la tarea pendiente de la alfabetización informacional

Dice Eugenia Rico, en su interesante ensayo «El latido del mundo como pre-texto»:

«De la cultura de la tertulia, la palabra y la sobremesa se ha pasado a la cultura atomizada del consumidor ante el ordenador, o frente al televisor: frente a la pantalla. Es una vuelta de tuerca más del mito de la Caverna. En lugar de mirar las sombras, miramos pantallas que reflejan la verdadera vida que está siempre en otra parte».

Lo anterior casa muy bien con lo que se ha dicho aquí acerca de la necesidad de desarrollar las capacidades de la población, y en particular de la población universitaria, para explotar recursos de información como Internet, pero no a costa del diálogo y la discusión que deben caracterizar a todo ámbito de estudios. La alfabetización informacional es -será- ese esfuerzo institucional, social, pendiente que las universidades y los centros de educación deben emprender de manera cotidiana, para que los individuos que ahí se forman o laboran, en primer lugar, reconozcan sus propias necesidades de información -desde las más simples, hasta las más complejas, desde las apremiantes hasta aquellas en las que encuentren solaz, esparcimiento y recreación-; para que los individuos reconozcan el vasto ecosistema de la información, y su papel activo en él, y puedan desenvolverse y atisbar las relaciones e interacciones que hay entre todas las fuentes, formatos, tipos de información y beneficiarse de todas, valiéndose de ellas para satisfacer aquellas necesidades; y por último para que puedan tener acceso a los contenidos, a los mensajes codificados en forma de texto, audio, video o imágenes, y a las herramientas con que esos mensajes se construyen, para generar nueva información, organizándola, extendiéndola, dándole forma de nuevo conocimiento.

Si desea comenzar a desarrollar sus propias ideas sobre alfabetización informacional, o saber si está alfabetizado informacionalmente o cómo lograrlo, puede comenzar aquí: InfoLit Global: Directorio de recursos para el desarrollo de competencias informativas.

Pero para alcanzar aquel punto, Eugenia Rico ya nos advierte de los riesgos, de los obstáculos:

«Y todo esto ocurre en los tiempos del amor después del SIDA. El SIDA fue una enfermedad metáfora, que trajo más atomización en las relaciones humanas. El plasma de las pantallas está hecho de la misma cualidad ideal que el caucho de los condones: sirve para protegernos del contagio de la realidad, sea contagio ideológico o contagio emocional. Este contagio también es metafórico: nos protegemos del contagio no sólo frente a una ideología, sino de las emociones que ya no nos llegan a través de la piel o de la palabra, sino de una pantalla. Esta te protege de las emociones. Funciona como profiláctico intelectual, frente al mundo que nos hiere.

«Internet ha creado otro texto dentro del mundo y ha patentado otra forma de leer este texto. Ya hay mundos virtuales en los que, igual que en el Mundo de las Ideas de Platón, los hombres podemos ser perfectos (aunque a menudo renunciemos a serlo). Internet ha cuantificado la información en bits, con lo cual todo lo que es accesorio queda relegado. Los textos siempre son informativos. Cada vez prescinden más de cualquier tipo de circunloquio. La información y los datos suplantan la reflexión de la literatura. La literatura está dando pasos atrás, respecto a lo que eran sus dominios: por ejemplo, el mundo de los sueños, el mundo de los viajes… Aquello donde se podía explayar. La literatura está auditada por otras disciplinas. Hay una auditoría del periodisimo sobre la realidad. Los lenguajes informáticos priman sobre los lenguajes poéticos. La imagen proclama que ha vencido a la palabra. Los números parecen haber triunfado sobre las letras. La información es el valor en alza. Es poder. Y la literatura es la gran víctima en el mundo del valor mercantil de la información. Sentadas a una mesa de póquer el periodismo y la literatura, la literatura tiene menos cartas y las que tiene están marcadas. No hay tiempo para recrear la realidad, porque nos llegan tantos estímulos que el mundo se expresa en un lenguaje caótico como el de un bebé. La sorpresa se sirve con disparos, no con pasteles de cumpleaños. Lo que la vida tiene de sorpresa, la paradoja, lo imprevisto, el abracadabra que se celebra en la literatura, todo eso está al servicio de intereses económicos. La realidad está superando con muchas creces a la ficción.»

Este blog seguramente está siendo leído en soledad, como fue escrito. Pero las ideas conductoras de Eugenia Rico, de quienes dialogamos antes de plasmar contenidos en este blog y de los lectores, seguramente se unen en muchos puntos, y a partir de ahí puede esperarse que nazca un diálogo.

Esperamos ese diálogo necesario, vital, urgente, entre docentes, bibliotecarios, estudiantes e investigadores, y ¡qué mejor ámbito para ese diálogo en el mundo físico, que al amparo de las colecciones de las obras universales, o en el mundo virtual, favoreciéndonos de esta inmediatez que nos brinda la red!

Sirva este comentario, además, para invitar a todos nuestros lectores a visitar, en las instalaciones de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa, entre otras, la colección de publicaciones periódicas (ala derecha, nivel -1), adonde encontrarán muchos otros ejemplares de la revista que publicó el texto de Eugenia Rico: Revista de Occidente, revista emblemática del pensamiento occidental y universal, si las hay; y la colección de Literatura (ala izquierda, nivel 1), que es una de las colecciones más ricas del acervo bibliotecario universitario.

En ambos espacios se podrá constatar que no todo texto es nada más información, y que no toda escritura está al servicio de un interés comercial.

Rico, Eugenia. El latido del mundo como pre-texto. Realidad y ficción del mundo o el texto sin lector. Revista de Occidente. No. 325, Junio 2008, p. 66-74.

Platón. La república.

(Audio de este post en formato MP3)



Alfabetización informativa y alfabetización científica, una relación necesaria.

Nuestro país en general y nuestro estado, Veracruz, particularmente, requieren de un desarrollo real e intenso de la actividad de investigación científica y humanística. La investigación está en la base del proceso de la generación del conocimiento, y por lo tanto en la base misma de la educación. Se ha señalado recientemente que el número de investigadores que hay en nuestro país es muy escaso con relación a la población nacional, lo cual es grave y nos deja como nación en gran desventaja.

La aprobación reciente de una reforma energética, por ejemplo, ha dejado expuesta la insuficiencia de científicos, técnicos y especialistas para desarrollar al ritmo requerido la industria del petróleo y de los energéticos, en nuestro país.

Por otra parte, durante la Conferencia Mundial sobre la Ciencia para el Siglo XXI (1999), auspiciada por UNESCO e ICSU (Internacional Council for Science), en que se signó la «Declaración de Budapest sobre la Ciencia y el Uso del Saber Científico«, se afirmó: que «Hoy más que nunca es necesario fomentar y difundir la alfabetización científica en todas las culturas y en todos lo sectores de la sociedad, (…) a fin de mejorar la participación de los ciudadanos en la adopción de decisiones relativas a las aplicaciones de los nuevos conocimientos». (1)

Existe una relación importante entre alfabetización científica -una preocupación de los académicos y de los científicos- y la alfabetización informacional -una preocupación fundamental de los bibliotecarios- y proponemos que esa relación consiste en que no puede darse la primera sin la última. Mejor aún, que ambas alfabetizaciones pueden y deben darse simultáneamente.

Puesto que la alfabetización informacional es una habilitación -que debe actualizarse y practicarse de por vida- para: determinar necesidades de información, ubicar y acceder a los recursos que pueden resolverlas y, además, para hacer uso de dichos recursos o fuentes informativas para aprovecharlas de la mejor manera en la resolución de las necesidades del usuario alfabetizado; es claro, por lo anterior, que la alfabetización científica se puede apoyar y complementar muy bien en la alfabetización informacional, para alcanzar las tres dimensiones señaladas por Kem en 2002, a saber: la conceptual (que incluye la comprensión de los conceptos científicos fundamentales en las disciplinas más generales y de la relaciones entre ciencia y sociedad), la procedimental (que incluye el uso o la aplicación de procedimientos, métodos, procesos y habilidades y capacidades intelectuales propios de la ciencia, en la vida cotidiana) y la afectiva (que se refiere al aprecio e interés por la ciencia como expresión integral de la cultura, así como a la disposición para la propia alfabetización científica).

Otras alfabetizaciones son necesarias (la audiovisual o mediática, la ambiental, la financiera, etc.) sin duda, para sobrevivir y para tener éxito en la sociedad global, pero seguramente de todas éstas, la informacional y la científica son cruciales para el futuro de la ciencia y la técnica en nuestro país. De su extensión a todos los miembros de la sociedad, depende el que éstos puean desarrollar las capacidades económicas, sociales y humanas que son posibles gracias al conocimiento científico y técnico en todos los campos.

Sirva este pequeño texto como una invitación a los posibles lectores a reflexionar en torno a estos temas y, mejor aún, a proponer acciones que contribuyan a alentar la cultura científica y la cultura de la información en nuestro país.

(1) Sabariego del Castillo y Manzanares Gavilán. 2006. «Alfabetización científica». I Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTS+I.

(Audio de este post en formato MP3)