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Discurso Asunción de la Presidenta FECh 2011

Camila Vallejo Dowling

Mi nombre es Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling, y quisiera antes que todo, poder expresarle a los presentes el orgullo y el desafío que significa para mí encabezar la Federación de Estudiantes más importante de Chile, es una gran responsabilidad que significa hacerse cargo de 104 años de historia, 104 años de aventuras y desventuras, 104 años de lucha en el seno del movimiento estudiantil.

Y es un orgullo y un gran desafío porque vengo de aquellos lugares que no reciben condecoraciones, de los cuales poco y nada se dice, porque poco y nada se sabe, lugares que a veces incluso se les llega a olvidar.

Mis estudios secundarios los cursé en un pequeño colegio cuyo nombre significa tierra florida; extraña paradoja, ya que en sus patios se respiraba más tierra que flores y en sus salas de madera se acumula el polvo de generaciones de alumnos no emblemáticos, que nunca llegaran a ocupar los puestos de poder más importantes de nuestro país.

Mi carrera, una de las más pequeñas de esta Universidad, casi no se encuentra en el consciente colectivo, se pierde entre los pasillos de la FAU y se confunde con otras disciplinas. La Geografía en esta Universidad casi no tiene tiempo ni espacio, otra paradoja.

Sin embargo, lo más terrible es darse cuenta que de pronto esto no pasa solo en Geografía, sino que también en Administración Pública, que es carrera de ocho a seis, porque después de las seis de la tarde no hay Universidad para ellos, una carrera que debiese ser fundamental para fortalecer el sistema público. Y también ocurre en Educación y de pronto, nos damos cuenta que no son solo unas pocas carreras, sino que es toda una rama del saber, es toda un área del conocimiento la que ha caído en la pobreza universitaria como consecuencia de las lógicas del mercado implementadas ya a lo largo de estos últimos treinta años.

Y de lo pequeño y olvidado de mi lugar de origen, se suma además, mi corto tiempo de vida, con 22 años, vengo a ser la segunda mujer presidenta de la FECH en más de cien años de historia. Y usted rector tendrá el privilegio de ser el segundo en la historia de la Universidad que es acompañado por una mujer en la presidencia de nuestra federación de estudiantes.

Ahora bien, puede que en este momento me toque a mí ejercer el cargo de Presidenta, sin embargo, debo decir que yo sola jamás habría logrado todo esto y que mis manos son tan solo un par más dentro de tantas otras, y en donde todas juntas son las que levantan este proyecto colectivo que se llama Estudiantes de Izquierda, el cual ya se encamina a su tercer período consecutivo al mando de nuestra Federación.

Si me permiten contarles un poco acerca de Estudiantes de Izquierda, debo decirles que como colectivo político estamos presentes en amplios espacios de nuestra Universidad, que en nuestro interior se expresa la máxima diversidad estudiantil, que entendemos que la izquierda debe construirse con participación y democracia y que esta elección en donde hemos aumentado en casi 400 votos respecto de la elección anterior, nos demuestra que como movimiento estamos vinculados orgánicamente con las bases estudiantiles de nuestra Universidad.

vallejo-en-la-testeraComo Estudiantes de Izquierda sentimos la responsabilidad ética de hacer política, porque la administración del poder por los poderosos de siempre nos obliga a entrometernos en sus asuntos, porque estos asuntos son también nuestros asuntos y porque no podemos dejar que unos pocos privilegiados sean quienes eternamente definan las medidas y contornos que debe tener nuestra patria, ajustándola siempre a sus pequeños intereses.

Creemos que la clave del éxito para el movimiento estudiantil está en volver a situar a la Federación en una posición de vanguardia a nivel nacional, en volver a entretejer redes sociales con los pobladores, los trabajadores, las organizaciones sociales y gremiales, los jóvenes que se quedaron fuera de la Universidad pateando piedras, en otras palabras, hablamos de volver nuestra mirada al conjunto de los problemas sociales que hoy rodean a la Universidad y con los cuales estamos íntimamente vinculados y comprometidos.

Debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la colaboración entre nosotros.

Somos contrarios a la visión de que la Universidad es solo venir, sacarse buenas notas, y abandonar cuanto antes sus aulas para salir pronto a ganar dinero en el mercado laboral, tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para darnos cuenta que afuera hay un mundo entero por conquistar, que este mundo requiere de nuestra entrega, de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio y que para quienes ya hemos abierto los ojos a las inequidades sociales que asoman por todos los rincones de nuestra ciudad, se nos vuelve imposible volver a cerrar la puerta y hacer como que nada hemos visto o como que nada ha pasado. Nuestro compromiso por la transformación social es irrenunciable.

Porque necesitamos hoy, más que nunca, una profunda discusión respecto del país que queremos construir y a partir de aquello cuál es el tipo de Universidad que se pondrá al centro de dicha construcción.

Porque no creemos en la Universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del proyecto país que como ciudadanos levantamos día a día. Nuestra responsabilidad está en generar organización al interior de aquella, lo cual nos permita transformar la universidad, para así poder transformar la sociedad.

Nuestro concepto de Universidad nos habla de un espacio abierto, participativo y democrático, con una comunidad universitaria activa, dialogante, una comunidad que se involucra en el diseño y conducción de su casa de estudios.

Nuestra visión es la de una Universidad que se ubique ya no en los primeros rankings de la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en día mucho se habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al desarrollo social del país, el primer lugar en el fomento de la equidad en cuanto a la composición social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y su pueblo.

Creemos en una Universidad permanentemente vinculada con los problemas que nuestro pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega de aportes por medio del conocimiento.

Sin embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos brevemente aquí esbozados, hoy la Universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio y nuestras Universidades son medidas por criterios industriales de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa al fin y al cabo.

En este esquema, un rol fundamental lo jugó el desfinanciamiento sistemático que vivió la Universidad Pública al momento de implementarse las políticas neoliberales. El autofinanciamiento, establecido como doctrina, fue un golpe seco que dio en la esencia misma de lo que constituía el quehacer universitario hasta ese momento, condicionando y sometiendo a la Universidad a lógicas y esquemas mercantiles que le eran desconocidos. La Universidad Pública tuvo que verse obligada a competir en situaciones desfavorables en lo que se llamó “el nuevo mercado de la educación superior”, se le puso precio, tuvo que venderse a sí misma para poder captar mayores recursos y continuar así con su proyecto educativo, perdió su brillo y su color, perdió su esencia transformadora y quedó botada en un rincón, ya incapaz de reconocerse a sí misma.

Estamos hablando que se operó un cambio estratégico en el desarrollo de la Universidad, el cual ha sido irremontable hasta este momento. Con ello hubo sectores importantes del quehacer universitario que producto de su no rentabilidad económica fueron cayendo rápidamente en la desgracia y el abandono, las Universidades Públicas se volcaron a sí mismas, viviendo casi un chauvinismo institucional, donde cada una se preocupaba de su propia sobrevivencia, perdiéndose la visión de conjunto que poseía nuestro antiguo sistema de educación superior pública.

Este procedimiento operado en plena dictadura, siguió su curso con los gobiernos de la Concertación, la cual no operó mayores cambios, más bien, se dedicó a administrar con comodidad el modelo heredado y en algunas líneas, incluso, lo profundizó. No obstante lo anterior, pasaron los años y el control del gobierno volvió a las manos de quienes tiempo atrás habían gobernado con trajes de civiles detrás de los uniformes de soldado.

Según nuestra mirada, esto representa un peligro fatal para la Universidad Pública hoy en día, creemos que el gobierno de los empresarios busca poner el broche de oro a la privatización total de la educación superior, sellando definitivamente la obra que iniciaron desde las sombras en los años ochenta. La designación de Harald Beyer y Álvaro Saieh en nuestro Consejo Universitario, dos grandes defensores del modelo de mercado y el actual presupuesto nacional en el área de la educación superior son dos grandes indicativos de aquello. Son medidas que nos muestran nítidamente que el gobierno se apresta a poner en marcha una agenda privatizadora a gran escala y que, por lo tanto, el año 2011 será estratégico en su implementación.

Esta será una batalla importante que enfrentará nuestro sector el próximo año, para dar respuesta a este desafío debemos desplegar un movimiento que escape a tan solo los estudiantes, necesitaremos de los académicos, los trabajadores, las autoridades universitarias, todos juntos en las calles exigiendo que el Estado cumpla con sus Universidades, que el Estado cumpla con la educación superior pública de nuestro país.

Pero el problema no pasa tan solo por exigirle al Estado lo que a nuestras Universidades le debe, sino que también debemos mirarnos con visión autocritica y preguntarnos qué es lo que como Universidad le estamos entregando a nuestro pueblo. Necesitamos un nuevo trato del Estado para con la educación superior pública de nuestro país y, a la vez, necesitamos un nuevo compromiso de las Universidades Públicas para con el pueblo de Chile y sus intereses, esta Universidad tiene que ser la Universidad de todos los chilenos y no solo la de unos pocos.

A nadie le es indiferente que en nuestra casa de estudios se perpetúen desigualdades fundamentales que determinan, por ejemplo, que el 20% más rico de la población tenga más del 50% de las matrículas, en cualquier sociedad que se precie de ser justa y democrática esta desigualdad fundamental es inaceptable.

¿Seguiremos educando solo a las elites socioeconómicas? o ¿nos aseguraremos de implementar un sistema de acceso que permita que todos los jóvenes con talentos y habilidades, independiente de su origen y capacidad de pago, puedan permanecer en la Universidad?.

¿Seguiremos dejando que solo aquellas disciplinas que son rentables en el mercado alcancen niveles de desarrollo armónicos y de excelencia? o ¿aseguraremos de manera efectiva que todas las áreas del conocimiento tengan un trato justo y así puedan contribuir a consolidar la sociedad que anhelamos, ya no solo en términos económicos, sino que en términos culturales, intelectuales, cívicos, valóricos, es decir, con seres humanos íntegros?.

Por más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la Universidad no puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una mercancía.

La pelea será dura, pero está el futuro de la Universidad en juego y en esta batalla nosotros no bajaremos los brazos.

No quiero terminar mis palabras sin antes aludir a un hecho que para mí reviste gran notoriedad, algo señalaba más arriba pero quisiera ahora poder extenderme un poco más en aquello, me refiero a mi condición de mujer.

Como mujer puedo ver y vivenciar en carne propia las actuales formas de opresión de la que somos víctimas en la actual configuración machista de la sociedad. En Chile nos decimos un país desarrollado y nos llenamos de orgullo por nuestro reciente ingreso a la OCDE, no obstante, detrás de la cortina del progreso económico y del optimismo del jaguar latinoamericano se esconde una historia de opresión y sexismo que aún perdura hasta nuestros días. Las mujeres seguimos sufriendo hoy en día todo tipo de discriminaciones, a la hora de buscar trabajo, en los planes de cobertura para nuestra salud, en la escala de sueldos, incluso a la hora de participar en política.

Tan solo ayer leía unas ideas que quisiera poder trasladarles en este momento ya que me parecen esclarecedoras respecto de lo que les quiero decir, abro comillas “respecto de las mujeres, cuando buscan trabajo, además de calificación se le pide presencia y no basta con que sean amables y generosas, sino que deben además ser graciosas, simpáticas y coquetas, pero no mucho. Se les exige estar presentables y cuando juzgan que se ha pasado un milímetro, se les critica por presuntuosas. Se les elogia por ser madres y se les excluye por tener hijos.

De la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es excomulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre” cierre de comillas.

Estas son las condiciones en las cuales las mujeres nos desarrollamos actualmente, estas son las condiciones que desde mi Presidencia también buscaré transformar.

Muchas gracias.

Tomado de: Observatorio Género y Equidad.



«Bajemos el paro, dejemos todo como está. Volvamos a clases.»

Ayer, el gobierno de Chile reprimió a sus estudiantes por exigir que se estaticen todos los servicios educativos, y se renacionalice la industria del cobre, entre otras cosas.

Desde las protestas estudiantiles mundiales, bastante más abstractas (las de los años 60’s, con su slogan «La imaginación al poder») y las protestas de reacción a la crisis de los 80’s, éstas parecen ser las que mayor claridad de objetivos persiguen.  Se emparentan, además, con la agitación social que vive España, fruto del hartazgo por la corrupción y la simulación de democracia,  y parece reverberar, también con la Revolución del Jazmín, y con la aún indefinida, y tristemente tambaleante, revuelta pacífica egipcia.

La caída de las bolsas a nivel mundial, como un indicador de la desconfianza, de todos los inversionistas, en el modelo financierista en el que se han basado los privilegios de una minoría mundial, durante los últimos 40 o 50 años, y la desconfianza también en los principales gobiernos que permiten un comercio mundial de acciones en condiciones de elevadísima especulación y descontrol, hablan de la profunda crisis económica, política, social, cultural, ecológica y moral, que ya no solo es de Occidente, ni de Oriente, sino que es global, planetaria.

En Sudamérica, han sido los jóvenes estudiantes los que han respondido de  forma más sensible a esta crisis.

¿Para que se eligen autoridades, en todo caso, si -como se vio ayer que ocurre, también aquí, en México- hacen oídos sordos a las demandas de los ciudadanos, en el caso  de México, a las demandas de paz, empleo y mejores servicios de salud y educación?

¿Para qué sirven los funcionarios de todos los niveles, si la situación de desigualdad, marginación y exclusión -cuando no de franco atropello de los derechos humanos fundamentales- es una constante en la acción de los gobiernos?

¿Para qué, de las finanzas públicas y de los impuestos de todos, se pagan sus sueldos? ¿Para dejar las cosas como estaban, o peor? ¿Para eso?

Es comprensible entonces, plenamente, la insurrección estudiantil chilena. América Latina, en general, ha padecido ya 40 años de políticas neoliberales de saqueo, más o menos disfrazadas, aderezadas o atenuadas con políticas «sociales» caritativas pero, sobre todo, clientelares. Pero la riqueza de nuestros países es de tal envergadura -como lo constatan las fabulosas ganancias de las trasnacionales estadounidenses y europeas que hacen sus negocios en nuestros países- que no se justifican de ningún modo los espantosos índices de pobreza, ni la desprotección y la orfandad de millones de latinoamericanos.

Por todo lo anterior, y por la respuesta social de apoyo que están recibiendo, desde diversos lugares del mundo, los estudiantes chilenos, reproducimos este texto, que viene a ser un llamado a la conciencia.

Estas son las palabras de una juventud frustrada en sus más nobles, humanistas y elevadas aspiraciones, que se antoja, es no solo la juventud chilena, o la mexicana, o la española, sino que es el ánimo de la juventud mundial.

¿Queremos ésto? ¿Esto es lo mejor que pueden hacer los jóvenes de todo el planeta, «madurar», «acomodarse» y continuar con la destrucción de nuestras escasas opciones de futuro, en nombre del egoísmo materialista más vulgar?

BAJEMOS EL PARO

Por Simón Castro González (Estudiante de medicina de la Universidad de Chile).

«Bajemos el paro porque estamos cerca de perder el año académico. Quién no es capaz de cerrar los ojos, respirar profundo y hacer como que las profundas discrepancias que los estudiantes tenemos con el sistema educacional no existieran. Se ha cumplido el límite de tiempo. En buen chileno, “sonamos” “pa` la otra no más”.

«Porque el gobierno sí que se ha dado el tiempo de redactar ya dos propuestas. Cierto. Básicamente consistían en lo mismo. Pero son dos al fin y al cabo. Que la única gran diferencia sea el nombre de la oferta, la extensión del documento, el ministro que la pronuncia, o que en la segunda se mencione la palabra “Constitución” no es el tema. Son dos propuestas y nadie podría decir lo contrario.

«Bajemos el paro porque cada vez son más ciudadanos los que no quieren que marchemos. No quieren vernos más en las calles. Están cansados. No tanto como nosotros. Pero por respeto a sus propios problemas, que deben ser muchísimo más importantes que la educación de su país, dejemos de molestarlos. Y para qué andamos con cosas. Nos pusimos fomes. Pasamos de moda. Como decimos los chilenos “ta bueno ya”.

«Porque los trabajadores de Chile no están sudando la gota gorda para que nos dediquemos a protestar. No están soportando abusos en las empresas o las mediocridades del sistema público para que sus hijos estén bailando en carnavales o participando en manifestaciones artísticas callejeras. No están endeudados hasta el cuello para que todos los jueves en la noche sus hijos sean sospechosos de destrozos a la propiedad pública. Ellos prefieren seguir con sus vidas. Continuar sufriendo los mismos problemas. Después de todo es la vida y los problemas que les tocó y que les pertenecen. Seguramente no sospechan que sus hijos en pocos años vivirán lo mismo. O quizás sí lo saben y están orgullosos de que así sea para que sepan lo que se siente. Démosle el favor.

Detengamos el movimiento estudiantil porque por más de veinte años se han respetado a las autoridades. Se ha creído en los políticos y en las instituciones. Quiénes nos creemos como para romper esta tradición. No importa que la clase media sea explotada, que los pobres sigan pobres ni que los ricos lo sean aún más. El respeto es lo primero. Qué nos creemos para no creer en esta democracia que tanto se luchó por conseguir. Qué se cree Camila. Qué se cree Giorgio. ¿Estudiantes hablando de nacionalización del cobre? ¿De reforma tributaria? Asumamos que se nos subieron los humos. Eso había que dejárselo a los expertos. Había que dejárselo a los grandes. Nosotros somos jóvenes, creativos, “cabros choros”, pero hasta ahí no más. Nos desubicamos. Nos pusimos densos. Pensamos demasiado.

«Paremos de movilizarnos porque ya no salimos en la tele. Para ser honestos nunca aparecimos tanto. Salvo las innumerables intervenciones masivas en la vía pública, los cincuenta pelagatos que pelean a piedrazos con carabineros después de las marchas, y poquito más. Instauramos la “nueva forma de protestar”. Con eso los editores creyeron que era suficiente. La idea de debate por cadena nacional sobre educación con el gobierno no va a prosperar. El canal de todos los chilenos prefiere enfocar su área de reportajes al fichaje de Alexis Sánchez al Barcelona o a la realidad de otros países tras sus propias catástrofes naturales. El canal estatal censura a cincuenta universitarios que pedían leer un comunicado de un minuto durante el noticiero y cada vez que anuncia una noticia sobre el movimiento estudiantil lo hace con una linda foto ilustrativa de destrozos y desmanes de fondo. A usted, después de dos meses de movilización ¿le han explicado en la televisión qué piden los estudiantes y por qué lo hacen?

«¿Usted cree que es solo plata? ¿También se creyó que la renacionalización del cobre era parte del petitorio? ¿No cree que la televisión estatal debería haber cumplido su rol de informar, más allá de la forma, del fondo de todo esto? Lo lamentable es que mucha gente cansada del movimiento son los mismos que no saben de qué se trata. Pero ¿sabe qué? Lo entiendo. A mí también me gusta el fútbol y disfruté esta Copa América. También veo tele para entretenerme. Y desde que los estudiantes se pusieron monótonos, con las caras más largas y tristes yo también hago zapping. Si hasta encuentro más fea a la Camila.

«Desertemos de esta mala idea del paro porque cada país tiene el Presidente que se merece. Si el hombre que lleva la batuta de Chile ve la educación como un “bien de mercado”, tiene sentido que cada propuesta del gobierno venga con “ofertones” como una rebaja de la tasa de interés de un 2% en el Crédito con Aval del Estado o una mayor cantidad de becas. Se explica que se busquen nombres que peguen como “GANE” y “FE”. Se explica que en esta última propuesta se mencione de manera rimbombante la Constitución. Se explican tantas cosas. El problema es que no se entienden ni se comparten. No podemos pedirle peras al Olmo. Quién puede culpar al legítimo ganador de una elección, la escasa representatividad de esta misma. Aunque esa elección haya sido al “cape nane nú”. Aunque haya sido por descarte. Fue legal, fue democrático. Lo realmente lamentable es que la mayoría haya votado por él. Y que la segunda gran mayoría no haya votado.

«Bajemos el paro, dejemos todo como está. Volvamos a clases. Que este movimiento se recuerde como un gran dolor de cabeza. Como una pérdida inmensa de tiempo. Que pase sin pena ni gloria. Que se recuerde solo por conseguir buenas intenciones, efervescencia, incertidumbres, análisis vacíos y anécdotas para contar en algún asado. Pero, otra vez, nada de fondo. Nada trascendente. Nada que asegure que los hijos y nietos de este país mañana vivan en un país mejor. Porque de eso se trataba. ¿O alguien pensó que los cambios nos iban a afectar directamente a la masa que protesta hoy?»

«Detengamos todo esto porque no vamos a cambiar el hecho de que los políticos de este país no nos representen y más bien se interpongan en las necesidades y opiniones de las mayorías ciudadanas. Porque nos falta romanticismo, reflexión, cariño, lealtad. Nos sobra individualismo, egoísmo, cobardía, inseguridad. Porque la prensa se encarga todos los días de modificar hoy lo que vivimos ayer. Porque estamos solos. Porque este país no se merece la juventud que tiene. Porque en buen chileno, este país es una mierda y no pretende dejar de serlo.»

Fuente: ElMostrador.cl