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Imágenes de la devastación producida por el terremoto y tsunami en Japón


Aunque la atención mundial gira ahora en torno a los cuatro reactores nucleares de Fukushima, es evidente que el drama se extiende por toda la parte norte de la isla, especialmente en los poblados que fueron literalmente borrados del mapa por el tsunami. Así nos lo revelan las imágenes que publica The Guardian, en línea.

En la foto acreditada como: Koji Ito/AP/Yomiuri Shimbun, un sobreviviente busca a sus familiares, porta una hoja adherida a la espalda, con sus nombres.



La doctora Regina M. Benjamin, dice: «Prepárense».

«Prepárense» declaró la cirujano general de los Estados Unidos a los estadounidenses, muchos de los cuales, aterrorizados, hacen compras de pánico de fármacos anti-radiación y de contadores Geiger, por los temores de una precipitación nuclear («fall-out») o lluvia radioactiva sobre Estados Unidos.

Eso reporta en su edición matutina el diario inglés DailyMail.

En síntesis, la nota también informa que:

– Algunas personas que no pueden conseguir las píldoras con yoduro de potasio, lloran aterradas.
– Sitios que venden contadores Geiger reportan que ya no hay en existencia esos aparatos.
– Los mapas de radiación sobre territorio estadounidense revelan los valores mínimos normales.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) del gobierno estadounidense mantiene esta página titulada:

HHS Responde al desastre del terremoto/tsunami de 2011 (en inglés).



La Radioationnetwork.com ofrece un mapa con medidas de radiación… en los E.U.A.

El National Radiation Map, es un servicio de la Radiationnetwork.com, mantenido por ciudadanos, para monitorear de manera pública los niveles de radiación en el territorio estadounidense. El mapa, además, revela los puntos en los que existen instalaciones nucleares sobre el territorio norteamericano.

Nota: Los niveles críticos de CPM comienzan a partir de lecturas de 126 o más en el contador Geiger.

Vía: news.cnet.com



Un medidor de radiación en tiempo real, en Tokyo

Para ver la pantalla del contador Geiger, haga click en esta liga.

UStream, manifiesta a las 21:00 horas, hora local del centro de México, un número superior a 13 mil 800 personas conectadas viendo el contador.

El valor CPM corresponde a clicks por minuto. A medida que aumenta la presencia de partículas radioactivas en el ambiente, y que entran en contacto con el sensor, la cantidad de CPM aumenta.

http://www.ustream.tv/channel/geiger-counter-tokyo

Vía: BoingBoing.net



Naoto Kan se impacienta: «¿Qué diablos pasa?»

Ante la crisis desatada en Japón por las explosiones e incendios en la planta nuclear Fukushima, el primer ministro Naoto Kan arremetió contra el operador de la empresa propietaria de la central nuclear (TEPCO) por demorarse en informarle de las explosiones. «¿Qué diablos pasa?», dijo.

Los operadores de la planta nuclear de Fukushima afirmaron que una de las dos explosiones causó un agujero en el edificio que aloja a uno de los reactores, lo que significa que combustible nuclear utilizado quedó expuesto a la atmósfera.

Sin embargo, el primer ministro pidió a las personas que estaban en un radio de 30 kilómetros en torno a la planta ubicada al norte de Tokio, una población de 140 mil personas, que permanezcan en sus hogares, en medio de la crisis nuclear más grave desde el desastre de Chernobil en Ucrania en 1986.

Además, funcionarios en Tokio, ubicada a 240 kilómetros al sur de la planta, dijeron que la radiación en la capital era 10 veces superior a la normal hacia la noche, pero negaron que este nivel fuera una amenaza para la salud humana en la tecnológica ciudad de 13 millones de habitantes.

Tomado de: RPP Noticias, de Perú.

>>> Casi 11,000 notas se acumulan en Google News sobre los hechos más recientes en Fukushima.



El mundo antes y después de Fukushima

El riesgo de que ocurra en las horas o días siguientes el peor escenario posible, tras el terremoto y tsunami en Japón: una fuga masiva de radiaciones, desde los reactores de la planta nuclear en Fukushima, demandará la atención de todos los medios de comunicación y las redes sociales, desplazando a segundo término asuntos como la estanflación económica global, o la ebullición social y política en el norte de África y el mundo árabe, así como otros muchos asuntos de interés nacional o regional.

Aquí, se está pasando del temor a la sospecha de que la información dada a conocer hasta este momento no refleja realmente lo que ocurre en Fukushima.

A nadie debe consolar el pensar que, de escaparse, las radiciones de Fukushima puedan ser llevadas por el viento mayormente hacia el Océano Pacífico. Sabemos, pues ciencias como la ecología y la oceanografía nos lo recuerdan a cada paso, que todo el orbe está interconectado y que, previsiblemente, la rotación de la Tierra arrastrará dichas radiaciones hacia zonas lejanas del sitio del desastre. Seguramente la costa del Pacífico del continente americano podría recibir fracciones de esa radiación, pero otras regiones del planeta aparentemente a salvo, podrían no librarse de recibir su parte del baño radiactivo.
Preocupa tanto la cantidad de radiación que se llegue a liberar, como la permanencia de dichas radiaciones en el medio ambiente y los posibles efectos sobre el agua, el aire, el suelo y en las especies marinas, tanto de plantas como de animales, así como su efecto en los seres humanos.
Aunque se ha calificado el accidente en la central nuclear japonesa como de Nivel 4, en una escala de 7 -adonde 7 es una tragedia como la de Chernobyl-, la humanidad entera tiene ahora motivos de sobra para estar más atenta y preocupada por lo que ocurre en el extremo del continente asiático.
Por otra parte, no deben perderse de vista los efectos geopolíticos que puede tener la inesperada y urgente demanda energética en Japón, lo que Gorka Larrabeiti llama «tsunami energético global».



Cientos de réplicas complican la situación de Japón

Animación que muestra la actividad sísmica en Japón, tras el terremoto Sendai, recategorizado como de escala 9.0 hace algunas horas.


El Economista.es difunde esta fotografía publicada originalmente -en 2008- en el sitio Purpleslinky.com, y que circula por las redes sociales como un testimonio -falso- de la situación catastrófica que experimenta el Japón.



El más fuerte en 120 años

El terremoto de 8,9 causó una ruptura en la corteza terrestre de 240 kilómetros de largo y de 80 kms de ancho, según el Servicio Geológico de EE UU. A pesar del miedo y la devastación de sus costas, puede verse a través de esta prueba, que Japón le ha dado una lección inmensa a todo el mundo.



«Estoy en un refugio improvisado en Sendai…»

Por las ideas que expone, transcribimos textualmente la nota de Juan Manuel García Ruíz, recién publicada en El País, que narra cómo un científico español, actualmente en Japón, está viviendo el terremoto desde un refugio improvisado en el barrio de Omahi, en Sendai.

«Estoy en un refugio improvisado en una escuela en el barrio de Omahi, en puro centro de la ciudad. Hace algo más de cuatro horas estaba en mi despacho de profesor Invitado en la Universidad de Tohoku. Todo estaba en orden después del susto de hace un par de días en que la tierra tembló, nos levantó de la silla, pero no nos sacó a la calle.

«Es fuerte pero esta lejos. No es el que esperamos», dijo mi colega el profesor Katsuo Tsukamoto mientras la Facultad se movía como un tiovivo. Hoy sí. Hoy el centro del seísmo estaba a diez kilómetros de profundidad y casi en la vertical de la ciudad. Según pronto supimos, 8,9 grados. Me dio tiempo a pensar que debía desenchufar la tetera, los ordenadores, la lámpara. Poco más. Me uní a los que ya corrían hacia la escalera de seguridad. Pillé un casco de los que vi en el camino y baje a trompicones. Cuando llegué abajo la tierra seguía temblando. Me fui hacia un claro con muro al que me agarré. Traté de alejarme del muro para sentirlo mejor, para sentirlo más. Pero no me supe mantener en pie, tuve miedo y volví al muro. Y la tierra seguía temblando.

Mire al edificio que acababa de abandonar y que con su estructura antisísmica mantenía el tipo ante semejantes ataque, pues la tierra seguía temblando. Más de dos largos minutos, lo que tardará en leer este párrafo. Ya con las piernas temblando me uní a un grupo que empezaba a formarse en el jardín anexo. No hubo gritos. No hubo histeria, tanto que comenté si estaban acostumbrados, pero un colega comentó inmediatamente que había sido el mayor de su vida. Todo se organizó inmediatamente. Alguien tomó el mando. Con un altavoz empezó a dar órdenes que yo no entendía. Mi anfitrión estaba de viaje en Tokio, pero mis estudiantes que sabían inglés me tuvieron informado.

Después de que un piquete comprobara los destrozos, pudimos subir de seis en seis, comenzando desde el piso superior, a recoger nuestros abrigos pues empezó una fuerte nevaba.

Comenzó a llegar información sobre el seísmo. Todo el mundo tenía en mente Kobe y estaban preocupados por sus familias y sus casas, pero increíblemente la ciudad no parecía estar dañada, solo algunos incendios. El frío arreciaba y alguien ordenó cobijarnos a la entrada de un refugio que parecía menos dañado. Allí, mis alumnos empezaron a sacar cajas de víveres, agua, galletas y una lata de sardinas que guardo ahora por si hace falta mañana. ¿De dónde habéis sacado eso? «Llevábamos diez años esperándolo, profesor; está todo previsto». Todo organizado y además por gente que estaba entrenada para autoorganizarse. Entendí entonces que esta ciudad se había preparado para combatir a este monstruo que esperaban pacientemente. Y lo había hecho con las mejores armas que tenemos: con ciencia y tecnología.

No podíamos quedarnos en la universidad. Bajamos desde la Colina andando porque el tráfico estaba colapsado. Una pareja de estudiantes se ofreció a acompañarme para comprobar los destrozos en mi casa y llevarle a un refugio. Cuando me entere de que no quedaba en el camino de la suya, protesté, pero me dijeron que habían pasado un año en Bélgica, sabían lo que es no entender el idioma local y no me podían dejar solo. Seguimos caminando bajo la nieve y cuando al cruzar el puente sobre el río atisbamos la ciudad, no pude contener la alegría de ver a la ciudad en pie, sus casas enteras, sus rascacielos enhiestos, con algún rasguño, pero victoriosa. En la cara de los estudiantes noté el orgullo de la victoria. Habían ganado. El camino a mi casa fue una continua lección de comportamiento y al despedirse me dijeron: «Ya sabe profesor: esta noche lo importante es pensar que estamos vivos y que tenemos la obligación de seguir vivos».

Aquí, en el refugio no tengo noticias de la gravedad de los daños, aunque me imagino que el tsunami posterior ha debido ser tremendo. La tierra sigue -cinco horas después- enviando violentas réplicas que nos mantiene en vilo pero con la esperanza de salir de esta. Aunque a veces huela a azufre, no son diablos ni dioses quienes las envían, ni son ejercicios con bombas nucleares, ni es la tierra enfurecida con la humanidad. Esto se llama geología, es ciencia y es tecnología, y lo sabe un pueblo que quizás acaba de ganar una batalla histórica».

Juan Manuel García Ruiz es cristalógrafo, investigador del CSIC en la Universidad de Granada, y actualmente están en Japón, en la Universidad de Tohoku.