Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



El Referencista No. 20, edición de su quinto aniversario

Invitamos a todos nuestros lectores a que descarguen, lean, conserven y difundan el número 20 de El Referencista, boletín electrónico de la Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana, pues procuramos que en cada edición todos encuentren algo que les sea de interés y utilidad.

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Refundar la Universidad desde la filosofía: Enrique Dussel (2013)

Un fragmento sumamente interesante de una entrevista con Enrique Dussel, donde habla de Kant, y de la necesidad de superar el paradigma euro-centrista que impera en las universidades del país, retomando la idea de la responsabilidad social (ética social) de los egresados de la universidad, que es tan antigua como la propia sabiduría popular, que es una forma de filosofía no académica.

La Universidad debe ser capaz de expresar la conciencia de un pueblo y sus necesidades.

http://www.youtube.com/watch?v=vJ8gsjbTjgw



Aprendizaje dialógico y bibliotecas (I)

Siguiendo las ideas de Ramón Flecha, publicadas en su libro «Compartiendo palabras», es posible abordar el tema de las bibliotecas y su función social y cultural desde la perspectiva de los principios del aprendizaje dialógico, una forma de acción comunicativa que está enmarcada en el humanismo y el pensamiento crítico inter y multicultural, la búsqueda permanente de un diálogo con el otro, en el que las posiciones de autoridad o de poder quedan en segundo lugar, y cobra nuevo realce el poder de la razón, la validez y consensualidad de los argumentos que se exponen en los discursos.
En primer lugar, considerando lo anterior, quisiéramos agradecer a todos aquellos que se han tomado el tiempo, la molestia, de leer este blog a lo largo de su trayectoria. A la luz del párrafo precedente, quisiéramos advertir que, desde luego, no es el propósito de estas breves contribuciones el agotar, ni siquiera el esbozar los grandes y graves problemas que enfrenta la situación nacional, particularmente en lo que se refiere al ámbito educativo y bibliotecario. Este blog es, a lo más, una serie de apuntes, de observaciones -algunas más elaboradas que otras- acerca de una diversidad de temas que atrapan nuestra atención y que nos sugieren reflexiones o ideas que siempre son y serán debatibles, cuestionables y mejorables.
Quisiéramos retomar algunas de estas inquietudes a lo largo de los meses que le restan a 2011 y darle un carácter más dialógico -en el sentido real del término- a este espacio de reflexión. Nos gustaría mucho conocer más puntos de vista de más personas, especialmente si son universitarios de nuestra casa de estudios, la Universidad Veracruzana, pero nos importa conocer el punto de vista de cualesquiera otro que pudieran acceder a este encuentro virtual.
Así, en torno a este blog, nos propondríamos tratar de crear el esbozo de una comunidad de aprendizaje y una comunidad de práctica, dos temas que han reclamado nuestra atención poderosamente en los últimos tiempos, puesto que partimos del reconocimiento de que en la sociedad de la información y el conocimiento el punto clave es y será la gente, las personas, los seres humanos que son agentes de la información tanto como productores, como evaluadores y aplicadores de dicha información y dicho conocimiento.
Así que, reiteramos, estamos abiertos a un diálogo que nos permita aprender y crecer junto con nuestros lectores, pues como apunta Ramón Flecha (1997) «Del diálogo igualitario entre todas [las personas] puede resurgir el sentido que oriente los nuevos cambios sociales hacia una vida mejor».
Creemos que las bibliotecas constituyen un marco ideal para las comunidades de aprendizaje y de práctica, pues aportan a nuestras vidas elementos de información y conocimiento para que cualquier diálogo sea enriquecedor de las concepciones e interpretaciones de cada uno, algo que es valioso y siempre aprovechable.



La problemática ambiental como problemática cognitiva

Por desconocimiento, o aún con pleno conocimiento, la humanidad amenaza, desmantela, destruye y desarticula los ritmos y ciclos de la naturaleza, alterando también las condiciones para su propia subsistencia: reordena el espacio y transporta materiales a una velocidad pasmosa comparada con la velocidad con que lo hace la naturaleza. La actividad humana es disruptora de equilibrios y balances que son el resultado de microajustes entre los factores físicos del medio y la fauna y la flora -la biota- que tomaron millones de años en ocurrir. Nuestra ciencia, por muy avanzada que resulta en algunos casos, es una fuerza que opera en forma bruta, aún torpe y sin una conciencia completa de las consecuencias de sus acciones e intervenciones.

Por eso, porque el conocimiento que tenemos de las implicaciones y repercusiones de la actividad humana en el medio aún son inciertas, tanto a nivel individual como colectivo, el problema del impacto humano sobre el ambiente es un problema que tiene un importante componente cognitivo.

La educación y los medios de comunicación tienen una grave responsabilidad, en tanto que brindan información y conocimiento aplicable que la sociedad utiliza en su relación cotidiana con el medio ambiente.
Se trata de señalar que es todo el conglomerado de acciones y actividades humanas las que deben y pueden ser sometidas a revisión a la luz de la noción de sustentabilidad. ¿Cuántos recursos de diverso tipo se desperdician al día porque continuamos consumiendo y produciendo de la forma en que lo hacemos? ¿Cómo podemos incorporar nuestra actividad a los ritmos de la naturaleza, sin destruir con nuestros burdos esquemas la complejas sutilezas que preexisten en nuestro entorno?
Las bibliotecas de todo tipo juegan un papel importante en esta toma de conciencia, en este cambio de paradigma que nos conduce del estado actual de consumo compulsivo egoísta y ecocida, a una convivencialidad más allá de la neurosis, gozosa, altruista y biófila, que parte del reconocimiento permanente del status ontológico de los otros seres humanos, de las otras especies y de la totalidad la naturaleza.
Foto: Oak Tree Sunrise, de Ansel Adams.



Su sangre llega hasta nosotros: nuestros hermanos de allá

Tormenta

Por Jacques Roumain (Haití, 1907-1944)

El viento espantó un rebaño de bisontes blancos en la
[vasta pradera
del cielo. Silenciosos y poderosos aplastaron
el sol: el sol se apagó.
El viento aulló como una mujer en mal de parto:
La lluvia acudió, hija del fuego y del mar;
llegó danzando
y lanzó sobre el mundo cortinas de bruma.
Las hojas cantaron
temblando como debutantes de music-hall;
vino el trueno
y aplaudió. Entonces todo se calló para dejar
aplaudir al trueno; las flores
murieron sin haber vivido; las palmeras agitaron
sus abanicos contra el calor.
Un rebaño de bisontes emigra del oriente al
occidente, y la noche llegó como una mujer de luto.

Tomado de: Roumain, Jacques. Gobernadores del rocío y otros textos. Fundación Biblioteca Ayacucho. Gobierno Bolivariano de Venezuela. Texto completo en línea.



2010: un año que tenemos que pensárnoslo

Y pensárnoslo mucho, en solitario y colectivamente, porque tal vez antes del 2012 no haya otro momento decisivo en nuestra historia como éste. Y tenemos que pensárnoslo en el sentido que señala Jorge Mendoza, retóricamente: «El pensamiento retórico: Otro argumento sobre la mente«.
Y recordar a Solón, reunirnos con él en la memoria, con el legislador griego, el de los orígenes de la civilización occidental: si el pueblo padece hambre e injusticia, si el pueblo no tiene trazado un camino, si el pueblo sufre de carencias y de desazón, si algunos abusan de esta condición para sacar provecho y beneficiarse, si nos roban lo que nos pertenece, si los bolsillos están vacíos y hay esta especie de esclavitud bochornosa, existen causas identificables de todo ello, y está en las manos de la propia sociedad, el corregir o eliminar dichas causas.



Valor e importancia de los recursos de información

Las universidades públicas mantienen una oferta importante, interesante, de recursos de información que se contratan, desarrollan y mantienen con recursos públicos.
La vida académica de las universidades debería girar en torno a los problemas sociales, económicos y culturales que demandan solución imperiosa, aprovechando, para encontrar dichas soluciones, los recursos de información más adecuados existentes en el orbe.
No obstante, hay que advertirlo, parece existir una cultura de la autosatisfacción de la demanda de información entre muchos docentes, investigadores y estudiantes. ¿Cuáles son las consecuencias de dicha cultura? ¿Qué ocurre cuando académicos y bibliotecarios trabajan separados, sin una estrecha comunicación y sin conocer bien a bien, lo que piensan unos de otros, y especialmente sin que se conozcan las necesidades y las propuestas de todos?
Sin duda, la red de redes -Internet- ha facilitado que cualquier persona pueda obtener vasta información en pocos instantes y, en función de cuán hábil es la persona para hacer las consultas y cuán flexible es para enriquecer sus estrategias de búsqueda, la información puede ser desde pobre y poco confiable desde el punto de vista académico, hasta muy valiosa.
Para sortear el problema de la calidad de la información, que es fundamental en cualquier proceso de generación, construcción y organización del conocimiento, las bibliotecas universitarias mantienen convenios de servicio con proveedores de información ampliamente reconocidos en el mercado de información y editorial a nivel internacional. La experiencia compartida entre instituciones de educación superior, y la demanda de información por parte de sus cuerpos académicos, conforma el acervo o los repositorios con que éstas proveen de información a sus docentes, investigadores y estudiantes.
A partir de la experiencia que hemos acumulado en los servicios bibliotecarios, podemos postular dos hipótesis: la primera es que los docentes, investigadores y estudiantes están autosatisfaciendo sus necesidades de la mejor manera que pueden, muchas veces pasando por alto la existencia de los servicios bibliotecarios; la segunda es que los bibliotecarios han estado extendiendo una oferta más que generosa de recursos de información de excelente calidad, de la que poco están informados por diversas razones los universitarios y acaba por ser subutilizada.

La cultura del autoservicio de información, en la que de manera individual cada integrante de la comunidad universitaria se autoprovee de los recursos de información que están a su alcance, o conforme a sus habilidades, debe ser elevada a una cultura de la compartición de información, a la comparación y discusión sobre las fuentes de información impresas y electrónicas que utilizamos, en busca de las más adecuadas y pertinentes,  a una cultura de la búsqueda de la excelencia en términos de la actualidad, autoridad y completitud de la información que manejamos, información que forma parte -o debería formar parte- de nuestros planes y programas de estudio, de nuestros programas académicos y nuestros proyectos institucionales.
La información ha tenido siempre y mantendrá siempre esa condición de ser un elemento de importancia estrátegica para la acción. Por lo anterior, es importante que los universitarios den a conocer cuáles son sus necesidades de información a los académicos y a los bibliotecarios, y si no están muy seguros de cuáles son esas necesidades de información, es posible que organizados en comités, uno por cada facultad e instituto, y trabajando con bibliotecarios interesados en el asunto,  se elaboren mapas de necesidades de información, para que las adquisiciones de recursos y servicios de información correspondan, de la mejor manera, con dichos mapas y resuelvan en la mayor medida posible dichas necesidades de información. Un punto de partida seguro, para establecer dichos mapas de necesidades de información, puede ser la consideración meticulosa de los planes y programas de estudio, comparando dichos planes y programas con los existentes en otras partes del mundo, con la bibliografía actualizada que generan las diversas casas editoriales nacionales y extranjeras y considerando tanto como sea posible el estado del arte del conocimiento en cada disciplina. Estas consideraciones, por tanto, demandan la socialización de nuestros conocimientos y la determinación del alcance de nuestros saberes en los diversos terrenos de las ciencias y las humanidades. De esa manera, reconociendo lo que sabemos y admitiendo lo que no sabemos, podemos crear un paisaje informativo -nuestro paisaje informativo- más definido, uno que nos permita conocer cuáles son los terrenos con los que estamos familiarizados y aquellos sobre los que requerimos bibliografía nueva, o acceso a bases de datos, que nos sirvan como una «cartografía del saber».
En nuestra búsqueda de la excelencia informativa, además, debemos tener en cuenta las diversas modalidades y soportes de la información. Actualmente existen excelentes fuentes de información de acceso público, pero muchas fuentes de información de primera magnitud son productos que comercializan casas especializadas en ciertas áreas. Otras fuentes de información pueden encontrarse en formatos sonoros, ópticos, magnéticos, etcétera.
Por otro lado, debemos considerar la propia información que producen los claustros, laboratorios y gabinetes de investigación en nuestras universidades. Al ser esta investigación financiada con recursos públicos, existe en principio un compromiso ético de compartir y difundir tanto como sea posible dicha información. Debemos cerrar el ciclo de la información-conocimiento que va desde la lectura hasta la publicación, y lograr que más universitarios estén enterados e interesados en lo que produce como nueva información la propia universidad. La diversidad, la libertad y la claridad conceptual que alcancemos, como consecuencia de un proceso semejante, será determinante para conformar nuestro bagaje cultural como universitarios, pero sobre todo como seres humanos inmersos en una sociedad agobiada por la incertidumbre, pero capaces de encontrar soluciones.
En un país en crisis, como el nuestro, la crisis más grave en un siglo, los universitarios debemos y podemos hacer un esfuerzo adicional para comenzar a poner en orden el vasto campo de nuestros intereses universitarios y trabajar para enriquecer, fortalecer o ampliar aquellas áreas en que ésto sea necesario.

La sociedad nutre en todos los aspectos a la Universidad, por lo que nuestra deuda mayor es con ella, pues ella nos dota de toda nuestra razón de ser y de todo nuestro sentido.



Cómo -diariamente- creamos conocimiento

«La corrupción de los mejores es la peor de todas».

La Universidad es un ente vivo. Como los entes vivos, la Universidad es más que la mera suma de sus partes. Cada miembro de la comunidad universitaria estudiante, docente, investigador, trabajador administrativo o manual, realiza funciones en las que aplica y en las que obtiene conocimientos.
El proceso de creación de conocimiento es caótico y fractal, no es lineal, ni puede ser disectado del todo, o auditado. Es un proceso iterativo, muchas veces apoyado en el ensayo y error, pero cada error incrementa la experiencia de la totalidad del sistema, en cada uno de sus puntos constituyentes. Ocasionalmente establecemos conexiones entre áreas, entre direcciones, entre departamentos, para conocer el estado de nuestro quehacer viéndolo desde otra perspectiva. Circulamos con conocimientos tácitos y conocimientos explícitos. Los primeros son aquellos que damos por sabidos y que no tenemos necesidad urgente de comunicar. Cada quién sabe hacer sus cosas y eso parece suficiente. Hay conocimiento explícito en las políticas, los diagramas de flujo y de organización, los planes y proyectos. Hay barreras que no permiten la plena conexión entre el conocimiento explícito y el tácito. Muchas veces se privilegia el primero a expensas del segundo. No sabemos exactamente cómo piensa nuestro compañero de al lado. Una verdadera gestión de la información y el conocimiento en la universidad tendría que comenzar con éstas y otras reflexiones. ¿Cómo hacemos para comunicarnos de maneras más eficientes y eficaces? ¿Cómo rescatamos el saber tácito de nuestros compañeros -y el propio- de manera que pueda ser utilizado en cualquier otro punto de la organización? ¿Estamos repitiendo los mismos errores que se han repetido en todas partes a lo largo de muchos años? ¿Cómo puedo mejorar mi rutina de trabajo, de modo que ésta tenga el mejor impacto, brinde la mayor riqueza y aporte valor a toda la organización? ¿Estamos desaprovechando las habilidades de nuestros compañeros? ¿Sometemos a procesos jerárquicos procesos creativos caracterizados por una relativa anarquía? ¿Nuestros diseños de todo tipo obedecen a reflexiones racionales consensuadas? ¿Por qué siempre es la misma persona la que tiene la razón, no es posible que alguna vez se equivoque? ¿Tenemos mapas de nuestras potencialidades como comunidad masiva e inteligente? ¿Estamos aprovechando las redes sociales para liberar el potencial de inteligencia y descubrimiento de todos? ¿Qué nos separa de una verdadera inclusión digital? Estas y otras muchas preguntas pueden abordarse desde la perspectiva del modelo SECI (Socialización, Exteriorización, Combinación, Interiorización) de Nonaka Takeuchi, entre otros posibles enfoques. En estos tiempos de sobreabundancia de información, urge que repensemos la prioridad de nuestras preguntas y de nuestros problemas. Tal vez, como sugiere Howard Gardner, siguiendo a Ernest F. Schumacher, en educación menos es más o «lo pequeño es hermoso«. En ese tenor, llama la atención la obra auspiciada por la empresa Telefónica, de España, titulada «Libro Blanco de la Universidad Digital 2010«, cuya tabla de contenido y prólogos, la empresa pone a nuestro alcance.

Actualización: Ya es posible descargar el texto completo de el Libro Blanco de la Universidad Digital 2010.



No vamos rumbo a Sudáfrica

«Pienso que debemos leer solamente la clase de libros que nos hieren, que se nos clavan como un puñal. Si el libro que leemos no nos despierta con un sobresalto ¿para qué lo leemos?… Necesitamos los libros que nos afectan como un desastre, que nos enlutan tanto como la muerte de alguien a quien amamos más que a nosotros mismos, como un exilio en un bosque lejos de todo y de todos, como un suicidio. Un libro debe ser como un hacha para abrir el mar de hielo que llevamos dentro». Franz Kafka.

No podemos pasar sin mencionar la nueva Ley de Medios que promulgó el gobierno de Argentina. Se trata -sin duda- de una ley progresiva, a tono con el caracter abierto y plural de la sociedad de la información y el conocimiento, que pone a ese país a la vanguardia en Latinoamerica en lo que se refiere a la participación social en los medios masivos de comunicación. Seguramente no pasará mucho tiempo antes de que se vean los frutos de esta apertura de dichos medios, contemplada en la ley, a las voces plurales de una sociedad diversa como la de aquel país, de la participación de enormes sectores hasta ahora relegados al silencio y la calidad de meros espectadores, que abrirá paso a una explosión de contenidos, un caleidoscopio visual que revelará la riqueza cultural y humana de la tierra de Gardel. Ahora que los monopolios de la televisión y la radio ya no tendrán -en aquel país- el control omnímodo sobre la producción y transmisión de contenidos hacia los hogares, es evidente que se alentará un proceso de autorreconocimiento social, de fortalecimiento de la identidad nacional y de los lazos que unen al pueblo del sur del hemisferio con toda la región. Se trata, ante todo, de una ley de medios para la democracia. ¡Cuántas lecciones por aprender! Qué contradictorio y paradójico resulta ver, por contraste, lo que está sucediendo en las entrañas de nuestro país. Por un lado, cientos de miles de personas, ahora mismo, sumidas en la incertidumbre sobre la fiabilidad de un servicio público elemental: la dotación de energía eléctrica, que es básica para la operación de escuelas y hospitales, la industria, el comercio y otros servicios, como el de abastecimiento de agua potable… y por otro lado, decenas de miles de personas literalmente liquidadas, puestas en la calle con una palmadita bienintencionada en la espalda, enfrentando la pérdida de derechos ganados por décadas de servicio, de derechos laborales constitucionalmente merecidos, y todos ellos, con sus familias, puestos de la noche a la mañana ante la perspectiva de la mera sobrevivencia y nebulosas ofertas de autoempleo y recontratación «bajo nuevos esquemas».

¿Qué no existe la Organización Internacional del Trabajo para emitir una opinión o una recomendación, en casos como el de la extinción súbita y forzada de Luz y Fuerza del Centro?

¿No se están atropellando derechos humanos fundamentales con las medidas que a algunos parecen de escándalo, del actual gobierno?

¿Es cierto que son más honerosas para la nación las prestaciones de 40 mil trabajadores que las pensiones vitalicias de un puñado de ex-presidentes y los múltiples seguros que usufructúan los funcionarios del primer nivel de gobierno?

Y, de ser cierto el despilfarro -que bien puede serlo- ¿por qué se toma es medida hasta ahora?

¿Por qué se creó un «falso caso», aduciendo la ilegitimidad de un líder sindical que sería desconocido de facto a las pocas horas?

¿Es posible desaparecer una agrupación gremial de un plumazo, así, ante los montones de convenios internacionales sobre el trabajo que haya firmado históricamente el gobierno?

Y en el fondo del asunto está, casi indudablemente, la concesión o licitación a particulares, de una poderosa infraestructura de telecomunicaciones -la fibra óptica que tomó muchos años tender a la paraestatal a lo largo y ancho del centro de la República-, el objeto de la codicia de grupos nacionales y extranjeros que, sin duda, verán crecer sus ganancias de manera asombrosa si se concreta este golpe contra la razón y la justicia en el país.

Si prevalece el interés particular sobre el interés colectivo, si prevalece el egoísmo sobre el altruísmo, si prevalece el despotismo sobre el derecho, no nos dirigiremos como nación «hacia Sudáfrica» -como reza la publicidad de un siempre comercializable mundial de futbol-, sino a la triste condición de un país de hambrientos y desposeídos, como Somalia o a la de un reino aún más agreste -si cabe- de aquel continente. ¿Podemos ignorar la historia?



Sobre imagen institucional y bibliotecas

Sirvan estas líneas para invitar a los visitantes de este blog, en general, y a los universitarios veracruzanos en particular, a reflexionar sobre un asunto que, aunque tiene que ver principalmente con la forma en que tiene presencia la Universidad Veracruzana en el ciberespacio, no deja de tener consecuencias importantes con relación a las actividades sustantivas de nuestra universidad: la docencia, la investigación y la difusión cultural.

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