Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



Aquí comienza la libertad…

Trabajo en una biblioteca desde hace varios años. Empecé a ensayar el trabajar en una biblioteca -que básicamente consiste en desordenarla mientras se leen los libros e ir reordenándola al mismo tiempo, para poderlos localizar y releer- en la biblioteca de un tío, en mi infancia. En realidad, ahora lo sé, el trabajo de una biblioteca es muchas veces más complejo, involucra la participación de muchas personas y es una actividad colaborativa de creación social de conocimientos.
Desde niño siempre me fascinó que hubiera tanto por leer… los libros estaban ahí, esperando y había que poner manos a la obra.
Así lo hice, así lo he hecho, desde entonces hasta la fecha. Sin embargo, muy en contra de lo que pueda parecer, soy un pésimo lector. Lo confieso. A veces, los libros imponen un respeto y una autoridad que nos hace alejarnos de ellos: «ese libro es demasiado para mí»; pero otras veces son tanto o más entrañables que un hermano o una hermana, más atractivos que un amigo o un amante.
El libro guarda y brinda siempre el consejo que no nos puede dar por mil razones un padre, o una madre, un anciano, un maestro.
El libro nunca es ruín, aunque también es un hijo del hombre. Le salva, que espera.
El libro puede acumular polvo durante muchos años en un librero, en un estante, hasta que te percatas de su existencia, o te acuerdas de él o lo redescubres. Entonces vas, lo abres y éste empieza a decirte ese secreto tan bien guardado, y que sólo uno conoce: la verdad sobre uno mismo, la verdad sobre el mundo y sobre las cosas, la verdad sobre el Otro -que también en cierta forma es uno mismo-: la verdad del alma.
Yo por eso pienso que en todas las bibliotecas del mundo, las grandes y las pequeñas, las suntuosas y las humildes, debería haber una leyenda bien visible que dijera: «Aquí comienza la libertad…».