Universidad Veracruzana

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Riesgo de involución antidemocrática

El asesinato o ejecución de candidatos a los diversos cargos de elección popular, en actos de campaña o al cierre de los mismos, debe enviar una señal sumamente preocupante a todo el cuerpo social: la posibilidad de hacer cambios favorables para la sociedad desde procesos electorales, está amenazada; los intereses que representan los candidatos no son los de los ciudadanos, son los de las mafias, o son los de los ciudadanos, pero no los de las mafias.
Así, continuarán las medidas de choque en lo económico, lo social, lo cultural y lo social. Se desatenderá, como hasta ahora, el rubro de la educación, propiciando con su estancamiento precisamente las condiciones que prohijan la cultura de la violencia, el abuso de enervantes, la corrupción en todos los niveles de la vida social. Se seguirá desangrando la economía de millones de familias, elevando los precios de servicios básicos (electricidad, agua, gas). Seguirán colapsándose las pequeñas empresas y se ahuyentará aún más a los inversionistas. Miles de millones de dólares seguirán saliendo sin control del país. No habrá paliativos de ningún tipo, salvo spots televisivos sobre alguna supuesta celebración. Continuará el papel de los medios masivos de comunicación, de disuasión, de enajenación abierta y descarada, hoy con fútbol y propaganda triunfalista de un Centenario y de un Bicentenario que en los hechos se presentan con su espectro de violencia, asesinatos y derramamientos de sangre.
Se dejaron las instituciones en manos inexpertas, de personas más atentas a sus beneficios que a las necesidades del país, irresponsables o aviesas, y se han acumulado tantos errores de estrategia y de táctica, unos sobre otros, hasta llevarnos a este punto en el que las únicas medidas de que pueden echar mano los autores del caos y del desorden nacional, no se distinguirán en nada de las medidas que en su momento han tomado dictaduras de corte fascista en otras partes del mundo.
El hecho es que si buscamos responsabilidades, todos somos responsables, por nuestro analfabetismo político. Como lo señaló en su tiempo Bertolt Brecht: «El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan estúpido que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales».