Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



Albert Einstein, José Narro y refundar la República

Qué oportunas y visionarias las palabras del rector Narro, de la UNAM, cuando advierte que el modelo actual que rige el país -como quiera que eso sea- «ya dió lo que podía, ya no nos sirve ni para vernos hacia afuera, ni resolver los problemas hacia dentro». El modelo se ha agotado. Lo agotó la corrupción, la desigualdad y la ineficacia para combatir ambos males. No hacer algo para enmendar esta situación, pero enmendarla de raíz, será causa de mayores y terribles daños a la nación.
Albert Einstein alguna vez escribió:

«No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y a los países porque la crisis trae progresos.

La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar «superado».

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.

El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.

Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla».

Sí, el modelo ha hecho crisis, la más grave de nuestra historia reciente. La estocada final a los habitantes de este país ha sido la insensible elevación de impuestos a una población económicamente activa depauperada, que ya no encuentra la forma de que le rindan los salarios que cobran, ni que los cada vez más raquíticos negocios les dejen ganancias.

Por esto y porque en ello les va la vida cotidiana a 50 o 60 millones de mexicanos empobrecidos y a una clase media en vías de extinción, las palabras del doctor Narro y su llamado a reformar la república, son muy justas. Pues no se trata tan solo de que tenga lugar un pacto episódico como otros de nuestro pasado no tan remoto, que le de aliento a un sistema plagado de fallas. La idea más digna de rescatar del reciente pronunciamiento del doctor Narro, es que debe refundarse la República a través de un planteamiento integral. ¿Qué tenemos que decir al respecto los universitarios? Creemos que mucho.



La OIU y la Alfabetización Informacional (o DHI)

En caso de que el doctor Raúl Arias Lovillo, rector de la Universidad Veracruzana, próximamente fuera nombrado también presidente de la Organización Interamericana Universitaria (OIU), se gestaría una importante oportunidad para que, en el contexto del Plan Operativo de dicha organización y en alianza estratégica con otras organizaciones internacionales del ámbito educativo universitario, se realizara un esfuerzo con enormes beneficios potenciales para la región, por incorporar el enfoque de la alfabetización informacional (o DHI, desarrollo de habilidades informativas) a la curricula universitaria en los países miembros.
A la par que la visión en torno de la integralidad de la formación universitaria, adonde las capacidades para el acceso y uso de la información impresa y digital tienen un lugar fundamental, se avanzaría en la creación de una cultura de la información entre los universitarios y los egresados, acorde con los procesos de innovación y generación de conocimientos en el orbe.
Es inconcebible el desarrollo sustentable de las naciones con altos índices de analfabetismo simple y funcional, toda vez que la complejidad económica y productiva y los procesos sociales y culturales se apoyan cada vez más en el uso eficiente de la información y sus tecnologías, en el empoderamiento tecnológico de los ciudadanos y sus organizaciones y en la modernización tecnológica de las empresas.
Este es, sin duda, uno de los desafíos regionales que la gestión del doctor Arias podría acometer, al frente de la OIU, sentando las bases para la discusión de los métodos de enseñanza y evaluación de la alfabetización informativa entre los estudiantes, docentes e investigadores de la región.
En principio, tras el esclarecimiento de las bases de la alfabetización informativa -tal vez como parte de otras alfabetizaciones: para la salud, científica, ambiental, para los medios, etcétera- recuperando las experiencias estadounidense, británica y australiana, ésta sería la ocasión propicia para abordar desde el punto de vista conceptual y metodológico los alcances de la alfabetización informacional no solamente como una actividad en la que deben estar empeñadas en primer lugar las bibliotecas, sino como un proyecto pedagógico de gran calado, el cual impactaría de manera natural el aprovechamiento académico tanto en ciencias como humanidades, en un impulso de base a la actividad de investigación y a una renovación de las prácticas didácticas, lo que permitiría integrar interdisciplinariamente conocimientos, habilidades y actitudes concernientes al uso de la información, la gestión del conocimiento y la ética de la información.
Llama la atención, además, que en el campo de las bibliotecas, la OUI contempla el propósito de crear una red interamericana «Conectividad y bibliotecas«, como un instrumento para la «formación de bibliotecarios aptos para el uso de las nuevas tecnologías en la gestión de las bibliotecas universitarias», toda vez que en nuestro país y en nuestra casa de estudios existen propuestas académicas en ese sentido, que buscan permear y fortalecer con conocimientos y habilidades para el uso de las nuevas tecnologías, los saberes y procedimientos tradicionales o clásicos de los servicios bibliotecarios.
En suma que esta noticia, la de la posible presidencia del organismo internacional, por parte de nuestro rector, genera expectativas en el ámbito de las bibliotecas y los servicios de información, tal vez como pocas.



De custodios a facilitadores y de facilitadores a dinamizadores

Dice Catuxa, editora de uno de los blogs más interesantes sobre bibliotecología en la red, Deakialli Documental, en una ponencia para las XV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía, que el papel de facilitador del bibliotecario en el nuevo entorno de la red, las redes sociales y la web 2.0 no solo es indispensable, sino que debe extenderse hasta la figura del bibliotecario como «dinamizador» de los recursos de información en beneficio de los usuarios. Si nos atenemos al significado de la palabra dynamis, podemos seguir que se trata de que el bibliotecario no sólo conozca -y conozca mucho, quisiérase que mejor que el resto- la diversidad de recursos de información a su alcance, sino que además sea capaz de ponerlos en movimiento.
Diría que ese poner en movimiento un recurso de información debe ser en un sentido centrípeto con respecto a los usuarios potenciales. Es decir debe acercarlos al usuario y ponerlos a girar en su entorno. Dependerá, una vez realizado lo anterior, del usuario y de su iniciativa, si se beneficia o no de tales recursos. Esto es equivalente en muchos sentidos al servicio bibliotecario conocido tradicionalente como diseminación selectiva de información (DSI).
Enfrentados a una difícil situación nacional, con una situación económica precaria para todos, de la que no están exentas las universidades, es necesario que se integren esfuerzos pedagógicos, didácticos, bibliotecarios y tecnológicos para hacer llegar a la esfera de atención de los usuarios, los recursos de información con que disponen de suyo las bibliotecas, y todos aquellos que son parte de la red y que con mucha frecuencia no suponen costos por su consulta y utilización. En este tiempo de crisis la información para todos puede hacer una diferencia notable.
Cabe hacer notar que ese papel dinamizador no sólo hace alusión a poner en movimiento -hacia el usuario, siempre hacia el usuario- los recursos de información, sino que también hay que poner en movimiento al usuario mismo. ¿Cómo puede hacerse ésto, preguntaría alguien? Creemos que la forma de poner en movimiento al usuario hacia los recursos de información es posible sí y sólo sí se le alfabetiza informacionalmente. El trecho que media entre el usuario y los recursos es uno que debe recorrer el usuario con su propio esfuerzo y con sus propios recursos -lectura superficial, de comprensión, crítica, gestión personal de la información, organización de acervos personales del conocimiento, planeación y ejecución de rutinas investigadoras, etcétera- y el bibliotecario como enseñante puede hacer mucho para apoyar en ese terreno al usuario.
Para aderezar este post, invitamos fervientemente a los lectores de este blog, a que se den una vuelta por ROAR (Registro de Repositorios de Acceso Abierto), a donde una plétora de recursos a texto completo, en todos los campos del conocimiento, están a la espera.



El Referencista No. 5 ya está disponible para su descarga.

Ha transcurrido un año desde que se retomó la edición y publicación de el boletín electrónico trimestral «El Referencista». En ese tiempo hemos visto crecer el número de consultas a este blog, y el número de descargas de dicho boletín, y esperamos que los universitarios y el público en general hayan encontrado y sigan encontrando en ellos alguna información de utilidad. El boletín puede descargarse en versión PDF, desde el portal de la Dirección General de Bibliotecas. Reiteramos una cordial invitación para que nos hagan llegar en todo momento sus comentarios, dudas y sugerencias,  para mejorar el contenido y el sentido de ambos recursos de información y comunicación.



Se requiere el compromiso de los bibliotecarios para el desarrollo del país

Los miembros de una profesión son guiados por motivos racionales para maximizar los beneficios sociales de su actividad, frecuentemente con base en una deontología. Por otro lado, los miembros de la sociedad, participan en el establecimiento de los requerimientos de servicio propios de una profesión –u oficio-, al tiempo que establecen las recompensas apropiadas cuando se cumplan los deberes esenciales del ejercicio profesional. Estas recompensas constituyen méritos que se expresan ante todo como un reconocimiento público. El prestigio de una profesión es la valoración del ejercicio profesional, tomando en cuenta el grado en que se satisfacen las necesidades sociales cuando se ejerce cierta profesión.
A lo largo de la historia del país, no se aprecian muchos periodos en que el reconocimiento social y el prestigio de la profesión de bibliotecario han alcanzado niveles importantes, significativos. Tal vez con la excepción del periodo de José Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación no hay momentos semejantes en que la alfabetización y los libros (así como, previsiblemente las bibliotecas y los bibliotecarios) ocuparan un lugar destacado en la agenda y la conciencia nacional.
Incluso en nuestros días, con la Ley General de Fomento al Libro y la Lectura y la Ley General de Bibliotecas, nuestro país aún no desarrolla los mecanismos que permitan articular a través de todos los niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) el funcionamiento más eficaz, socialmente relevante, de las bibliotecas y los profesionales de dichos servicios.
Para gran parte de la población, aunque pueda considerarla como una actividad más o menos valiosa, podría ver la labor del bibliotecario como una función complementaria o incluso prescindible, o como un trabajo menor, de apoyo para los escolares y los profesionistas. Sin embargo, cada día es más evidente que muchas de las problemáticas sociales, económicas y culturales de nuestro país, demandan la participación de bibliotecarios que puedan conectar o relacionar a los usuarios que demandan información con las fuentes clave, para resolver problemas de información, tomar decisiones y orientar acciones de manera informada.
Es urgente que los profesionales de las bibliotecas y la información se impongan la reflexión sobre el qué, el cómo, el por qué y el para qué de la función que realizan, en un contexto de cambios tecnológicos y ante una sociedad que ya no transita por los caminos de siempre, sino en un escenario de cambio, mutación, alentado por las necesidades económicas, por la provisión de satisfactores materiales para todos, a la vez que de esquemas de crecimiento o desarrollo sustentable, y por necesidades socioculturales y políticas, en el marco de sociedades plurales y democráticas y ante lo que algunos comparan con un tsunami de información.



Concluyó el 4o- Congreso del Colegio Nacional de Bibliotecarios

A continuación se esbozan algunas conclusiones de lo que pudimos captar desde nuestra condición de colaboradores y asistentes al Cuarto Congreso del Colegio Nacional de Bibliotecarios.

  1. Es muy importante que los bibliotecarios entiendan los cambios que ocurren a su alrededor y los aprovechen con el propósito de mejorar permanentemente los servicios que ofrecen.
  2. México cuenta con un enorme patrimonio cultural tangible e intangible que debe ser defendido, preservado y custodiado entre otros agentes culturales, por los bibliotecarios.
  3. La profesionalización del quehacer bibliotecario ha de ir acompañada de una definición muy clara y precisa de los conceptos que designan el objeto de estudio y los métodos de la bibliotecología.
  4. La homologación curricular de las escuelas de bibliotecología, y su ampliación a todas las entidades del país, será un paso necesario si se desea alcanzar un reconocimiento y prestigio social equivalente al de otras profesiones.
  5. Se debe trabajar al lado de otros profesionistas de otras disciplinas, estar atentos y escuchar las necesidades, e incluso anticipar las necesidades de las comunidades de usuarios, para mejorar los servicios.
  6. Debemos ver a las nuevas tecnologías de información y comunicación como nuestros instrumentos y como un aliado en el proceso de modernización de nuestro trabajo.
  7. Darle la espalda al cambio tecnológico sería suicida para bibliotecas y centros de información. Estamos tratando cada vez con usuarios más competentes y con demandas de información más precisas.
  8. Hay nuevos nichos que debemos ocupar antes de que otros competidores naturales en el terreno los llenen. Solamente la perspectiva humanista del bibliotecario puede anticiparse a los requerimientos de sociedades inmersas en procesos de cambio social, político y económico.
  9. No hay un modelo a seguir. Los éxitos que están logrando los bibliotecarios en otros países no pueden reproducirse en México, porque se trata de otras condiciones culturales y económicas. Debemos construir, inventar y apoyar nuestras propias soluciones. Para ello debemos desarrollar nuestra capacidad de liderazgo y de comunicación hacia otras esferas.
  10. Existe una gran demanda, una gran necesidad de bibliotecarios profesionales en el país. En Veracruz la mayor parte de los bibliotecarios practicantes tienen como nivel de educación máximo el bachillerato. Urgen soluciones en línea para llevar capacitación, entrenamiento y formación a todos esos bibliotecarios sobre una extensión geográfica muy vasta. Esto puede extrapolarse a nivel nacional.



¿Qué valor tiene, para la sociedad, la labor de los bibliotecarios?

Cuando se aborda el estudio científico –usualmente, desde la sociología- de las profesiones, la primera dificultad con que se tropieza es con la definición misma de lo que es una profesión.
Según algunos autores: “una profesión esta basada en el estudio, entrenamiento o experiencia especializados, cuyo propósito es ofrecer servicios cualificados o de asesoramiento a otros, o proporcionar servicios técnicos, o de gestión a organizaciones, a cambio de una recompensa o un salario.”
Otros autores proponen una definición y una caracterización más exhaustiva de lo que una profesión es. Así, se ha llegado a proponer el siguiente conjunto de rasgos, que distinguen a cualquier profesión:
* Una profesión implica una habilidad basada en el conocimiento teórico.

* La habilidad requiere entrenamiento extensivo e intensivo, así como educación.

* El profesional debe demostrar competencia al aplicársele una prueba.

* La profesión es organizada y es representada por asociaciones de carácter distintivo.

* La integridad de la profesión es mantenida por la adherencia a un código de conducta o de ética.

* El servicio profesional es altruista.

* El profesional asume responsabilidad por los asuntos de los demás.

* El servicio profesional es indispensable para el bien público.

* Los profesionales tienen una licencia para ejercer su actividad, de modo que su trabajo es sancionado por la comunidad.
* Los profesionales son personas independientes que sirven a clientes particulares.

* Tienen una relación fiduciaria con sus clientes.

* Hacen su mejor esfuerzo para servir a sus clientes de manera imparcial, sin tener en cuenta una relación especial

* Son recompensados con el pago de honorarios o con una remuneración fija.

Es una aspiración que cualificación del quehacer del bibliotecario corresponda a la de una profesión. Sin embargo, el reconocimiento social, el status y el prestigio conferido a la misma, está lejos de ser el que merece. Socialmente, el trabajo bibliotecario parece subvalorado y ubica a quienes lo ejercen en el nivel de practicantes de un oficio o de una semi-profesión cuando no se les asocia, equivocadamente, como almacenistas o custodios de recursos documentales.

Parece existir una brecha –y se trata de una brecha preocupante- entre lo que la sociedad espera de los bibliotecarios en ejercicio, y lo que recibe efectivamente de este gremio en términos de servicios. Al mismo tiempo, los bibliotecarios se debaten cotidianamente con un estereotipo negativo (que se alimenta con la atribución de rasgos de carácter como: introversión, mutismo, conservadurismo, etc.), estereotipo que habrá de modificarse si la profesión pretende ocupar posiciones influyentes y de liderazgo, de cara a la sociedad de la información y el conocimiento.

Estas y algunas otras cuestiones relacionadas, se desarrollarán en el marco del 4º. Congreso del Colegio Nacional de Bibliotecarios, que tendrá lugar los días 1º y 2º de Octubre de 2009, en las instalaciones de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa. Se invita a la comunidad universitaria y al público en general interesado en estos asuntos a que nos honre con su presencia en este evento. Para mayor información, visite la página del evento en: http://www.cnb.org.mx/congresos



Reflexiones sobre las XL Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía (Acapulco, Gro.)

Enmedio de una de las peores crisis económicas de la historia del país, y en la víspera de la publicación del plan económico del gobierno federal para el año 2010, un plan que pone la mira sobre la recaudación de más impuestos, inclusive a actividades cuyo desarrollo es vital para el crecimiento del país, como son las telecomunicaciones y el servicio de internet, se reunieron en Acapulco, Guerrero, bibliotecarios profesionales y estudiantes de las carreras de bibliotecología de todo el país, a discutir en foros un conjunto de ponencias, bajo el tema «Usuarios: Oferta y demanda informativa de las bibliotecas», en la XL Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía, que organiza la Asociación Mexicana de Bibliotecarios A.C.
Leer más…



Inventar el libro, un texto de Juan Villoro

A continuación nos tomamos la licencia de reproducir un texto sorprendente y que nos anima a apreciar con nuevos ojos a los libros, las bibliotecas y el acto de leer.

Inventar el libro: Juan Villoro

4 de septiembre de 2009.

¿Qué tan novedoso debe ser un invento? La importancia de un producto suele depender de su capacidad de sustituir a otro. La tecnología necesita contrastes; sus aportaciones se miden en relación con lo que había antes. El inventor es el hombre que llega después.

Lo nuevo existe en serie: es la última parte de una secuencia, requiere de algo que lo anteceda. Esto lleva a una pregunta: ¿podemos inventar hacia atrás? ¿Qué pasa si le asignamos otro orden a la historia de la técnica?

Imaginemos una sociedad con escritura y alta tecnología, pero sin imprenta. Un mundo donde se lee en pantallas y se dispone de muy diversos soportes electrónicos. Abundan los receptores de textos e incluso se han diseñado pastillas con resúmenes de libros y métodos hipnóticos para absorber documentos. Esa civilización ha transitado de la escritura en arcilla a los procesadores de palabras sin pasar por el papel impreso. ¿Qué sucedería si ahí se inventara el libro? Sería visto como una superación de la computadora, no sólo por el prestigio de lo nuevo, sino por los asombros que provocaría su llegada.

Los irrenunciables beneficios de la computación no se verían amenazados por el nuevo producto, pero la gente, tan veleidosa y afecta a comparar peras con manzanas, celebraría la ultramodernidad del libro.

Después de años ante las pantallas, se dispondría de un objeto que se abre al modo de una ventana o una puerta. Un aparato para entrar en él.

Por primera vez el conocimiento se asociaría con el tacto y con la ley de gravedad. El invento aportaría las inauditas sensaciones de lo que sólo funciona mientras se sopesa y acaricia. La lectura se transformaría en una experiencia física. Con el papel en las manos, el lector advertiría que las palabras pesan y que pueden hacerlo de distintos modos.

La condición portátil del libro cambiaría las costumbres. Habría lectores en los autobuses y en el metro, a los que se les pasaría la parada por ir absortos en las páginas (así descubrirían que no hay medio de transporte más poderoso que un libro).

La variedad de ediciones fomentaría el coleccionismo; los pretenciosos podrían encuadernar volúmenes que no han leído y los cazadores de rarezas podrían buscar títulos esquivos y acaso inexistentes. Sólo los tradicionalistas extrañarían la primitiva edad en que se leía en pantalla.

En su variante de bolsillo, el libro entraría en la ropa y sería llevado a todas partes. Esta ubicuidad fomentaría prácticas escatológicas en las que no nos detendremos. Baste decir que acompañaría a quienes necesitaran de distracción para ir al baño.

Las más curiosas consecuencias del invento tardarían algún tiempo en advertirse. Una de ellas está al margen de la ciencia y la comprobación empírica, pero sin duda existe. El libro se mueve solo. Lo dejas en el escritorio y aparece en el buró; lo colocas en la repisa de los poetas románticos y emerge en un coloquio de helenistas. Las bibliotecas no conocen el sosiego.

El hecho de que incluso los tomos pesados se desplacen sin ser vistos representaría un misterio menor, como el de los calcetines a los que se les pierde un par en el camino a la azotea, si no fuera porque los libros se mueven por una causa: buscan a sus lectores o se apartan de ellos. Hay que merecerlos. El password de un libro es el deseo de adentrarse en él.

Las pantallas son magníficas, pero les somos indiferentes. En cambio, los libros nos eligen o repudian.

Otras virtudes serían menos esotéricas. ¡Qué descanso disponer de una tecnología definitiva! El sistema operativo de un libro no debe ser actualizado. Su tipografía es constante. Eso sí: su mensaje cambia con el tiempo y se presta a nuevas interpretaciones.

Para quienes vivimos en tristes ciudades en las que se va la luz, el libro representa un motor de búsqueda que no requiere de pilas ni electricidad.

Qué alegrías aportaría el inesperado invento del libro en una comunidad electrónica. Después de décadas de entender el conocimiento como un acervo interconectado, un sistema de redes, se descubriría la individualidad. Cada libro contiene a una persona. No se trata de un soporte indiferenciado, un depósito donde se pueden borrar o agregar textos, sino de un espacio irrepetible. Llevarse un libro de vacaciones significaría empacar a un sueco intenso o a una ceremoniosa japonesa.

Con el advenimiento del libro, la gente se singularizaría de diversos modos. Esto tendría que ver con los plurales contenidos y la manera de leerlos, pero también con el diseño. Los fetichistas podrían satisfacer anhelos que desconocían.

¿Hasta dónde podemos apropiarnos de un artefacto? El libro es el único aparato que se inventó para ser dedicado, ya sea por los autores o por quienes lo regalan. Qué extraño sería instalar un programa de Word dedicado con cariño a la esposa de Bill Gates. En cambio, el libro llegó para ser firmado y para escribir un deseo en la primera página.

Las novedades deslumbran a la gente. El libro ya cambió al mundo. Si se inventara hoy, sería mejor.



23 de septiembre de 2009, 9 de la mañana

El punto de reunión es la escalera que va del nivel de acceso al primer nivel, de la USBI Xalapa, y de ahí nos dirigiremos a una de las salas de lectura, adonde, junto con la Lic. Olivia Jarvio Fernández, coordinadora institucional de los Talleres de Lectura de la Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana, daremos inicio a un ciclo de Lecturas en voz alta, bajo el esquema que será presentado en su momento. Invitamos a los interesados en leer en voz alta, o simplemente en escuchar las lecturas, a acudir a esta cita. Las sesiones del ciclo tendrán lugar cada miércoles, a partir de la fecha señalada, a las 9 de la mañana y tendrán duración de una hora.
A manera de propuesta inicial, se leerán algunos cuentos de Ray Bradbury.