Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



Universidad, edición científica y beneficio público, de madrid+d

Joaquín Rodríguez, de madrid+d pone hoy el dedo en la llaga que aqueja, de manera aguda y desde hace ya algunos años, a las instituciones de educación superior, no sólo en Europa sino en todo el mundo: ¿cómo refrendar, dejar zanjada, bien establecida, la importancia y necesidad del quehacer científico y de investigación humanística que se lleva a cabo en las universidad públicas, la necesidad de que cualquier persona que sea capaz y lo desee inicie y concluya estudios de nivel superior, ante una sociedad sacudida por un complejo de crisis económicas, tecnoculturales y medioambientales, sociopolíticas en todos los casos?

Visiones oficiales extremadamente utilitaristas o cortoplacistas, podrían desdeñar los beneficios de largo aliento y a largo plazo que han representado para el desarrollo de la cultura occidental, la educación y la investigación que realizan las instituciones de educación superior.

La ubicuidad de la información y de los contenidos digitales pueden prestarse a justificar una tentación regresiva, para aquellos que consideran que la relación costo-beneficio de la inversión pública en educación superior es negativa.

Para convencer a las autoridades públicas de que el dinero invertido en la educación superior «no cae a través de un desagüe que solamente sirve para el apalancamiento del personal funcionario (interesado, cómo no, en mantener su estatuto y en no discutir de aquello que le da de comer)», convendría que los universitarios, docentes e investigadores «mostraran clara y cuantitativamente, cuáles son los beneficios públicos que se derivan de su actividad».

Según el autor, «El problema […] es que las Universidades y sus profesionales siguien absolutamente encadenados a los mecanismos de legitimación y acreditación tradicionales, a los índices de impacto gestionados por el ISI, a métodos de gestión privados de la visibilidad que solamente revierten en beneficio de la “carrera” académica y profesional de quien acepta el yugo de ese cursus honorum perverso y endogámico. Las herramientas digitales -como tantas veces he manifestado-, proveen a los científicos de la capacidad de emanciparse de las editoriales y, de paso, de los mecanismos de evaluación y certificación tradicionales, pero en lugar de asumir seriamente el control de sus medios de producción (editoriales), prefieren aceptar la avara contabilidad del hit parade científico».



Paradojas de las bibliotecas universitarias

Durante muchos años se han impartido cursos y se han hecho incontables presentaciones y demostraciones a estudiantes de nuevo ingreso, a estudiantes tesistas o de los últimos semestres de licenciatura, a estudiantes de posgrado, investigadores y académicos, sobre cómo utilizar y aprovechar las fuentes de información en línea con que cuentan las bibliotecas universitarias y que constituyen la oferta de información para sustentar los procesos de enseñanza, investigación y difusión.
A pesar de su costo, que es elevado, estos recursos informativos se aprovechan aún menos que los libros y revistas impresos, que también escasamente se usan.
Las universidades públicas en nuestro país, cuentan con recursos limitados en muchos órdenes, y aunque periódicamente se generan oleadas de interés por el quehacer de las bibliotecas y su función en el ámbito académico, generalmente se desestiman o relegan a un segundo plano, por considerarse que realizan simplemente una función «de apoyo» académico. Tal vez hasta hay quienes, obnubilados por las posibilidades de la tecnología, creen que las bibliotecas están pasando a ser poco menos que onerosas reliquias sin mayor valor o utilidad.
Es tiempo de que esa visión se transforme.
Las bibliotecas universitarias son el principal sustento de la formación profesional de los estudiantes. Como lo expresó en cierto momento el doctor Jesús Lau, si las universidades son panaderías, las bibliotecas son las que tienen la harina.
Esta es una metáfora cruda, pero elocuente. Y sin embargo, más allá de esa función formativa, las universidades han recibido de la sociedad la encomienda y tienen el compromiso de preparar profesionistas comprometidos con la atención de necesidades sociales.
No exclusivamente necesidades de tal o cual mercado, ni sólo las necesidades de alguna moda del consumo, sino las necesidades elementales y universales de todas y cada una de las personas que viven en el territorio nacional. En algunos casos, las soluciones aplicables aquí, generadas por los universitarios, pueden aplicarse a los problemas similares que experimentan otros grupos humanos en otras partes del mundo.
No obstante, ocurren paradojas como la siguiente: la sociedad financia investigaciones con fondos públicos que luego acaban beneficiando a intereses privados o particulares.
Esto debería de dejar de ocurrir en lo inmediato.
Las universidades públicas deben anteponer las necesidades de la mayoría de la población a los intereses de lucro o económicos que puedan tener unos u otros particulares. Las necesidades de la población han sido siempre, y seguirán siendo por mucho tiempo, las mismas, las relativas a los derechos humanos fundamentales que, en nuestro país, están cada día más lejos de resolverse y atenderse: derecho a la alimentación, derecho a la vivienda, derecho a la salud, derecho al trabajo, derecho a la información, derecho a la educación, derecho a la participación democrática, derecho a la seguridad personal y ambiental, derecho a la intimidad y privacidad, derecho a la libertad de creencias, derecho a un trato equitativo por parte de la justicia.
A ese propósito, las bibliotecas representan un bien público de incalculable valor.
Aquí, en las bibliotecas, aunque pueda tardarse, el que busca encuentra.
Si no encuentra de inmediato lo que busca, puede encontrar un puente que lo acerque o lo conduzca al objetivo deseado.
Hay que decirlo aunque lo sabemos con creces, en las bibliotecas existe más información relevante y de calidad publicada que la que, individualmente, podría procesar de manera razonable y útil cualquier ser humano.
Los bibliotecarios estamos llamados a servir de inmediarios entre nuestros usuarios y el conocimiento y la información, para ayudarle y facilitarle tanto como sea posible el acceso a dichos conocimientos e información.
Esta situación se reafirma cuando al buscar información de su interés, en el buscador más empleado por todos -Google- un estudiante obtiene dos millones de documentos como resultado, de los cuales tal vez apenas el 0.1%, es verdaderamente relevante.
Por lo anterior, el bibliotecario en la sociedad de la información, también es un educador y debe ser tomado en cuenta en las deliberaciones de la academia.
En primer lugar, las autoridades universitarias pueden empezar a prestar más atención a lo que ocurre realmente en las bibliotecas: los estudiantes universitarios no pueden conducirse adecuadamente y avanzar con éxito en su vida académica, si consideran al bibliotecario como un enemigo, un adversario o un oponente, o en el mejor de los casos alguien sobradamente indiferente, que cuida un espacio; no puede haber éxito educativo, ni científico ni técnico, en México, si la biblioteca escolar y universitaria, en lugar de ser un punto de encuentro con la información, el saber y los pares intelectuales, es el coto o dominio de una personalidad, por maravillosa que sea, o un sitio abandonado, mal iluminado, mal ventilado, mal dotado y mal equipado.
Las bibliotecas deben ser lugares tan atractivos como los jardines, los museos, las galerías, los restaurantes y las salas de cine, adonde todo invita a disfrutar la vida.
¿Y qué mejor lugar para conocer y apreciar realmente la vida, que la biblioteca, al lado de los grandes, medianos y pequeños autores y sus textos, o en la navegación inteligente por el ciberespacio?
Los planes y programas de estudio podrán ser espléndidos, pero la verdadera formación se va a dar tanto en la biblioteca, como en el laboratorio o taller, o en el campo de prácticas, si los docentes y los estudiantes cuentan con los recursos de información que son necesarios, suficientes y pertinentes para aprender, y si, además, saben emplearlos.
Por supuesto: es indispensable la experiencia y la visión pedagógica del maestro, del profesor, del tutor, pero sin recursos de información actualizados, de calidad y abundantes ¿qué se va a aprender y para qué?
Con el paso del tiempo, quienes trabajamos en bibliotecas llegamos a pensar que, como muchas otras cosas que ocurren en nuestro país, nuestro servicio es parte de un simulacro: sí, las bibliotecas figuran en los informes y en las estadísticas, se toman en cuenta las cifras que generan en todos los sentidos, pero la calidad y el propósito, la visión de mediano y largo plazo siempre o son postergadas o son desconsideradas; pero las bibliotecas no figuran como deberían -como prioridad- en los presupuestos, ni figuran alto en los organigramas, ni tampoco figuran en las actividades más visibles y emblemáticas de que se ufanan los universitarios, las bibliotecas están ahí y punto, una universidad sería inconcebible sin ellas, pero nada más.
Por ello, estamos obligados a reflexionar: si este servicio es una simulación, eso compete directamente a los académicos e investigadores y a los propios estudiantes universitarios, y entre ellos tendría que hablarse francamente si lo que llaman «docencia» e «investigación» -sin libros, sin bibliotecas, sin bases de datos, ni sistemas de información idóneos- no es también, acaso, una simulación.
Y podemos decir ésto porque vemos que no sólo en nuestra universidad, sino en general en la educación superior, las tecnologías de información han traido de la mano un desinterés de los estudiantes universitarios por la calidad de la información; una inmensa mayoría de ellos, se conforma con el equivalente a la «comida rápida» que sirve en Google, y menosprecian los platillos orgánicos o la comida gourmet que se pueden servir de las bases de datos especializadas, la lectura de un excelente libro impreso y la consulta de otras colecciones (audiovisuales, de obras raras y valiosas, de tesis, etcétera).
Para allegarse información calificada y evaluada por pares cognitivos, es decir, especialistas en los temas que ahí se abordan, debemos acudir a las publicaciones especializadas que actualmente se encuentran representadas en bases de datos de acceso abierto, o en bases y sistemas comerciales de información, tomemos el caso de SpringerLink.
Alguien puede acusar que se trata de bases de datos en inglés, pero eso no debería poder usarse como una objeción para no aprovecharlas. Teniendo como vecinos a inmediatos a los Estados Unidos de América, esa no puede ser una excusa.
Alguien puede objetar que se trata de información que está fuera del alcance del estudiante universitario promedio, por el nivel de comprensión, la especialización del vocabulario, etcétera. Pero si queremos que nuestro país supere su situación ancestral de atraso científico y tecnológico ¿qué clase de objeción es esa?
Los universitarios debemos aspirar a dar mejores resultados, no sólo en las estadísticas y los informes, sino en la vida misma, en el trato con nuestros semejantes, especialmente aquellos que enfrentan las peores desventajas: las de la pobreza, el desempleo y la falta de acceso a los bienes culturales.
El espíritu de los universitarios es -debe ser- ese espíritu generoso del que hablaba José Vasconcelos, quien pedía que los bienes de la universidad se derramaran hacia la sociedad. Hablamos de los verdaderos bienes de la Universidad: de la información, el conocimiento, el saber, la ciencia, el arte, la literatura, la cultura.
Hacer eso, aseguraría el buen destino de los bienes intelectuales y culturales de la Universidad. De lo contrario, todos estos bienes acumulados en unas pocas manos, al servicio de unos pocos bolsillos, son bienes que en realidad se están desperdiciando.

   

Ya está disponible el número 9 de El Referencista

Los invitamos a leer y conservar el número 9 de El Referencista, el Boletín Electrónico de la Dirección General de Bibliotecas. Como en cada número, se presentan en ésta última edición enlaces, textos y reflexiones que invitan al público en general a repensar la educación, las bibliotecas y el desarrollo humano como elementos de una misma realidad indisoluble. No basta con buscar a toda costa el desarrollo económico, éste no debe ser un fin. El fin de toda sociedad debe ser el pleno desarrollo de los individuos. Las necesidades materiales son básicas, si nos atenemos a lo que propone Abraham Maslow, pero la vida adquiere verdadero valor y sentido cuando hay acceso a la educación y a los bienes de la cultura. Cuando se puede convivir armoniosamente en un estado de derecho democrático e igualitario. Tenemos el ejemplo de Finlandia, entre otros.
En esta edición hemos agregado un cuento, que es una contribución de una bibliotecaria connacional. Aparte de circular ya en un blog de la red, amerita ser difundido más ampliamente, leído y considerado tanto por bibliotecarios, como por otros interesados en los temas de la información y las bibliotecas.
Esperamos que disfruten y encuentren útil este número, y que nos envíen sus comentarios, sugerencias y/o aportaciones para los siguientes, al buzón electrónico.



Scirus: búsqueda de información científica (410 millones de objetos).

Scirus es la herramienta de investigación científica «más comprehensiva de la web» -al menos así lo declara en su portal. Con sus más de 410 millones de objetos científicos indizados, permite buscar y localizar no solamente el contenido de publicaciones periódicas y journals, sino también las páginas web de investigadores, courseware, borradores de investigación (pre-prints) en servidores colaborativos, así como en patentes, repositorios institucionales y sitios web.



A propósito de la Iniciativa México

La Iniciativa México es un proyecto mediático que busca motivar e incentivar la creatividad y el trabajo social de algunos grupos de mexicanos que llevan a cabo proyectos de emprendimiento social. Sin embargo, no parece casual que su despegue haya coincidido prácticamente con el inicio de un evento ampliamente difundido por los medios masivos de comunicación como lo es el Mundial de Sudáfrica 2010. A la vez, el «rostro» de la campaña Iniciativa México es un conocido entrenador deportivo de origen español.
Cabe señalar que la iniciativa apoyará con cantidades que oscilan entre 1 y 2 millones de pesos a las mejores iniciativas -unas pocas, de entre decenas de miles que probablemente se postulen-, en los rubros de: combate a la corrupción, democracia, libertad de información y expresión, mejora regulatoria, participación ciudadana y transparencia. Llama la atención que no estén incluidos los rubros de educación y de medios de comunicación entre las iniciativas que pueden postularse.
En cuanto a educación, sabemos que se trata de un rubro estratégico fundamental para que el país avance, así que toda iniciativa que realmente procurará ir del México que puede al que ya pudo, tendría que pasar inevitablemente por una profunda reforma del sistema educativo que, en primer lugar, garantice recursos suficientes para elevar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, y que consolide y amplíe el gasto educativo por educando, pues en ambos casos, en nuestro país se presenta un notable retraso. Por ejemplo, se dice que poco más del 40% de las escuelas públicas cuentan con bibliotecas escolares, usando este término de manera eufemística, pues en muchos casos se trata de algunos estantes con unas decenas de libros ¿así, cómo vamos a asegurar que los niños lean, conozcan las fuentes de información y desarrollen capacidades para el autoaprendizaje?
En cuanto a los medios de comunicación, sabemos que el mayor porcentaje de la población nacional se informa a través de ellos, y sin embargo son conocidos muchos ejemplos de la nula o escasa calidad de su programación, y el escaso compromiso de esos mismos medios por llevar a la población información de calidad, veraz, objetiva e imparcial, así como para alentar la lectura, la cultura de los libros y la información, el respeto a las instituciones educativas -lo cual se aprecia en una diversidad de programas de entretenimiento adonde el rol del docente y del estudiante son caricaturizados y ridiculizados- y al conocimiento y la cultura -como ocurre con programas adonde se hace mofa del intelecto y la capacidad crítica. Los medios masivos de comunicación, al usufructuar un bien público, que es el espacio radioeléctrico nacional, deberían ser llamados a una actitud más responsable y comprometida con el desarrollo nacional, tanto en el aspecto del fomento a una verdadera democracia, como a un compromiso real y desinteresado con la educación y la cultura.
Existen otros elementos que consideramos que deberían estar presentes en cualquier iniciativa que verdaderamente buscara la transformación del país:
1. Una verdadera cultura democrática representativa y gradualmente, cada vez más participativa
2. El derecho al acceso a la información, las bibliotecas, los libros y la cultura en general, tanto en forma presencial como virtual, garantizando el derecho de todos los mexicanos a la tecnología de información y comunicación y el acceso a Internet sin costo
3. El derecho a una auténtica libertad de expresión y al ejercicio y respeto de las garantías individuales
4. Un esfuerzo educativo extraordinario del Estado, para alentar las alfabetizaciones que brinden capacidades a la población: alfabetización informacional, alfabetización científica, alfabetización para la salud, alfabetización para los medios, ambiental y financiera
5. Un esfuerzo del estado y la sociedad civil para alentar el desarrollo de una cultura de la legalidad, la transparencia y la rendición de cuentas
6. El respeto a derechos laborales, de salud y de vivienda a lo largo y ancho del país
7. Activar procesos de participación desde abajo, de la población, las empresas y el gobierno, para crear perfiles regionales de desarrollo, identificar vocaciones productivas en el territorio y salvaguardar bajo lineamientos científicos la biodiversidad natural y cultural del país, procurando el uso y explotación racional de las mismas con criterios sustentables y de justicia social
8. Incorporar a todas las etnias del país, con su mosaico lingüístico y cultural, de tradiciones y prácticas, al conocimiento nacional, como fuentes vivas de saberes ancestrales que el capitalismo y la globalización han minimizado, destruido y olvidado
9. Alentar la investigación científica y humanística en todos los frentes y desatar una intensa promoción de actividades artísticas y de fomento a la salud física, mental y reproductiva
10. Incorporar plenamente a las mujeres del país a la toma de decisiones en todos los ámbitos, adonde han sido relegadas ancestralmente por una cultura machista y misóginna
11. Anteponer a toda iniciativa de lucro o interés particular, los intereses supremos de los niños del país, para que toda acción de gobierno o de la iniciativa privada aliente el sano desarrollo de la infancia, en las mejores condiciones de vida, para que el potencial de la población futura del país se despliegue en su máxima capacidad.
Creemos que solamente así, considerando estas ideas entre otras propuestas aún mejores, México puede esperar un futuro mejor.



El valor de mercado de Apple superó hoy al de Microsoft

La competencia tecnológica que se ha prolongado durante más de dos décadas entre Apple Computer y Microsoft ha dado hoy un vuelco previsible: el valor de mercado de Apple Computer, alcanzó y rebasó el de Microsoft durante el día de hoy en el índice bursátil NASDAQ. Inevitablemente vienen a la mente los epitafios que hace 10 años, cada mes, redactaba John Dvorak sobre la empresa de la manzana que entonces parecía fenecer.
Hoy Apple Computer cuenta con uno de los sistemas operativos para uso personal más sofisticados del mundo, ha incorporado a millones de personas a la filosofía de la usabilidad y la ergonomía patente en sus sistemas iPod y iPhone, y ya ha sentado un precedente tremendo en el mundo de lectores de libros electrónicos, dominado por Amazon, con su iPad, un instrumento que promete transformar -de nueva cuenta- nuestra interacción con las computadoras y la información en la web. No podemos dejar de notar este movimiento en el mercado tecnológico, por las consecuencias que puede tener a la larga en el uso que se hace de las computadoras en la academia, la investigación, el gobierno, la empresa y el hogar.