Paola Cortés Pérez
El magisterio y la docencia –junto con la arqueología– fueron las grandes pasiones de Ramón Arellanos Melgarejo, arqueólogo y profesor de la Facultad de Antropología, resaltó Sergio Vásquez Zárate, director de la entidad académica.
En la charla “Descubriendo Mesoamérica. La aportación de Ramón Arellanos a la docencia”, que ofreció el 24 de noviembre en el Museo de Antropología de Xalapa, centró sus comentarios en recordar la vocación del arqueólogo por la docencia.
“Fue un ejemplo inspirador en la enseñanza de la arqueología. Le gustaba mucho compartir de manera generosa sus ideas, sus puntos de vista, datos de sus investigaciones sobre la historia prehispánica.”
Contó que Arellanos Melgarejo estudió en la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”, antes de realizar sus estudios en la Facultad de Antropología.
“Tuvo destacadas dotes como docente, cuyas bases didácticas seguramente las adquirió en la Escuela Normal, las cuales aplicó en sus clases de enseñanza media, en donde inspiró a algunos de sus alumnos para ingresar a Antropología.”
Vásquez Zárate describió como muy dinámicas, claras y amenas las cátedras de Mesoamérica y Posclásico que impartió Arellanos Melgarejo, las cuales continuamente estaban aderezadas con anécdotas de sus propias experiencias de campo.
“Recuerdo que casi siempre llegaba con un gesto aparentemente muy serio, quizá para marcar el inicio de la clase. Luego, de una bolsa de cuero (que llevaba siempre colgada del hombro) sacaba una caja de diapositivas Kodak, que acomodaba cuidadosamente en los antiguos carruseles de proyección mientras daba una breve introducción del tema.
”En otras ocasiones, llegaba con el carrusel preparado y entonces iniciaba la clase con una pregunta que servía como motivación para despertar el interés del alumnado.”
A los ojos de los estudiantes de Arqueología, era una verdadera magia ver de primera mano diapositivas de proyectos de investigación, “era como tener una ventana al mundo profesional, lo que esperábamos hacer, y Ramón las compartía con mucha generosidad”, narró.
Después de dos horas de clase, era lógico que la atención juvenil empezara a flaquear y cuando estaba a punto de perderse “el maestro Ramón siempre recurría oportunamente a una broma o chiste, del que él mismo se reía”.
Sergio Vásquez dijo que todos los estudiantes lo admiraban porque compartía generosamente su experiencia como arqueólogo, explorador, buzo, docente y amigo.
Apuntó que una de las últimas aportaciones del arqueólogo xalapeño fue la donación de su acervo bibliográfico, mismo que beneficiará a los estudiantes de la Facultad de Antropología.
Por tal motivo, al final se hizo entrega de un reconocimiento a Lourdes Beauregard, su viuda, por la invaluable contribución de Arellanos Melgarejo como docente e investigador, para la formación de numerosos arqueólogos veracruzanos.