Año 15 No. 650 Septiembre 5 de 2016 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Danza butoh es una forma de resistencia: Taketeru Kudo

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El bailarín y coreógrafo charló con estudiantes

El bailarín y coreógrafo charló con estudiantes

 

Paola Cortés Pérez

En Japón las personas han dejado de asistir a eventos y actividades culturales, debido a que han sido atrapados por la cultura tecnológica, advirtió Taketeru Kudo, bailarín y coreógrafo japonés, durante la charla que sostuvo con estudiantes de la Facultad de Danza.

Taketeru Kudo, uno de los más grandes maestros de la danza butoh en el mundo y heredero de la tradición de este género dancístico, permaneció  del 15 al 19 de agosto en la entidad académica.

Como parte de su visita, ofreció el curso-taller “La fuerza de lo primitivo en el cuerpo escénico” dirigido a estudiantes y profesores, así como una presentación exclusiva para la comunidad universitaria.

En entrevista, el maestro explicó que el propósito principal de su visita fue compartir su trabajo con los universitarios, así como conocer sus inquietudes sobre la danza.

Respecto del curso, lamentó que fuera tan corto ya que no tuvo la oportunidad de mostrarles a profundidad la danza butoh, sin embargo “pude enseñarles lo básico, cómo pararse o cómo caminar”.

Nahomi Bonilla Sainz, directora de la Facultad, detalló que el curso abarcó cinco horas diarias de clases, con un grupo formado por alumnos de todos los niveles y profesores. Tal versatilidad fue posible porque la danza butoh se presta para trabajar la sensibilidad a partir de las experiencias y la visión propia de la vida.

En el escenario de la Casa del Lago UV, Taketeru Kudo presentó la obra Yo. Himano pagano (basada en la estructura musical de La Consagración de la primavera de Igor Stravinsky) exclusivamente para la comunidad de la Facultad de Danza, la cual registró un lleno total.

“Durante medio año planeamos esta visita, que representó para los estudiantes una oportunidad única para conocer y ver en escena al maestro Taketeru, su trabajo en el ámbito creativo y expresivo, definitivamente es un referente para ellos.”

Al preguntarle a Taketeru Kudo sobre su experiencia en esta casa de estudios, comentó: “Sólo estuve algunos días, pero me di cuenta que los estudiantes
son muy flexibles y tienen muchas posibilidades de desarrollo porque están abiertos a aceptar nueva información.

”Aquí es muy diferente en comparación con las grandes ciudades cosmopolitas, como Tokio, donde los estudiantes tienen acceso a mucha información que no les permite aceptar con facilidad lo nuevo.”

Su visita concluyó con una emotiva charla a estudiantes y profesores de la entidad académica, en donde compartió experiencias, sentires e incluso dio algunas breves recomendaciones a los jóvenes.

Fenómeno sociocultural
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la rendición de Japón, Estados Unidos impuso cambios profundos en todo el mundo, incluidos los modos y las modas en la vida social, cultural y económica.

Las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki fueron destruidas con los bombardeos nucleares, mientras que sus habitantes sobrevivientes, conocidos como hibakusha, fueron excluidos socialmente por ser portadores del gen de muerte; todo esto se convirtió en emblema de lo que ocasionó la guerra.
“La cultura americana invadió rápidamente a Japón, fue durante esta época que se construyó una resistencia ante este cúmulo de ideas norteamericanas, se trató de un fenómeno sociocultural que surgió alrededor de la década de los sesenta, nació el ankoku butoh”, narró Taketeru Kudo.

El ankoku butoh o danza butoh fue fundada por los artistas Tatsumi Kijikata y Kazuo Ohno, quienes a través de la danza presentaron un performance de la imagen torturada y desgarradora de los hibakusha, así como los horrores dejados por la guerra.

Este género dancístico utiliza el cuerpo humano como medio de expresión porque la danza es el cuerpo, y éste encierra toda la danza, no necesita más color que el blanco, ni más vestuario que la piel.

El bailarín japonés explicó que esta forma de resistencia no sólo fue a través de la danza, fue todo un fenómeno cultural en el que participaron escritores, poetas, pintores, bailarines, artistas, entre ellos el famoso novelista Yukio Mishima, quienes resistieron a esta invasión cultural.

Sobre los fundadores, comentó que tenían ideas, personalidades y talentos muy diferentes. Kazuo Ohno era un poeta y cuando él danzaba vivía su propio sueño de la vida. Se enlistó en tres o cuatro ocasiones al ejército, durante la Segunda Guerra Mundial fue prisionero en alguna de las islas del sur.

“La danza de Kazuo Ohno era una redención con respecto a la experiencia que vivió durante la guerra.”

En cambio, Tatsumi Kijikata fue exclusivamente un bailarín. Vivió en Japón en los tiempos que aconteció la guerra, y fue testigo de los ataques y horrores que ocasionaron los enfrentamientos bélicos.

Resaltó que actualmente en Japón son pocas las personas que practican la danza butoh, pero ya es muy conocida en todo el mundo.

De escritor a bailarín
Taketeru Kudo narró que hasta el segundo año de su formación universitaria se dedicaba a escribir novelas o crítica literaria y desconocía absolutamente tanto
la danza butoh como su técnica.

Un día, relató, comenzó a odiar las palabras, de pronto se detuvo, ya no continuó leyendo, “simplemente rompí los libros y dejé de escribir, esto fue el principio de la danza.

”Tuve la fortuna que en la literatura algunos autores me guiaron por este camino. El mundo está lleno de aprendizajes, algunas veces es cuestión de pelear y debatir para encontrarse con ellos. Muchas de las escrituras me cansaron, por lo que simplemente decidí cambiar el modo en el que me expresaba, pero de hecho el mundo está lleno de muchos bailarines.”

Para aprender la danza, Taketeru se fue a vivir con uno de sus maestros. Al observar sus experiencias y cómo se desenvolvía en
lo cotidiano, adquirió el conocimiento sobre butoh.

Al preguntarle si únicamente recibió preparación física para convertirse en el bailarín que ahora es, respondió que ha trabajado ardua y constantemente para tener la plasticidad que se necesita en la danza.

Explicó que uno de los grandes temores de los bailarines es que su cuerpo pueda reflejar lo que sienten y lo que piensan, por ello sostiene que ser bailarín no sólo es cuestión de entrenamiento sino de las experiencias de la vida diaria.

“No sé si sea parte de la idiosincrasia asiática, pero lo que siempre decimos es ‘vacía tu ser, déjalo vacante’, entonces en ese momento podemos aceptar y recibir todo lo que puede venir de afuera, porque del mundo de afuera adquiero mucha inspiración al ser parte de mí.”

Consideró que impartir cursos y talleres sobre danza es una práctica reciente, surgió en los ochenta o noventa, pero “a veces me pregunto cómo es que mis alumnos han aprendido en los talleres, quienes han asistido pueden llevarse aquello que vieron, que experimentaron y que tocó su sensibilidad”.

Por último, recomendó a los estudiantes de la Facultad de Danza que continúen trabajando y tengan una visión clara de lo que quieren lograr; “en este mundo lleno de información a través de las tecnologías de la información, es muy difícil mantenerse enfocado”.

El llamado Olmeca
La estancia en la Facultad de Danza de la UV formó parte de la quinta visita que el coreógrafo japonés realizó a México, en cuya capital tuvo algunas presentaciones.

Respecto de lo que ha experimentado en el país, dijo que pese a que éste tiene mucha influencia de la cultura europea aún conserva algo de magia.
Ante la pregunta de si la visita se debió a un interés particular en México, Taketeru Kudo contestó que aunque fue una invitación directa, consideró que fueron las colosales cabezas olmecas las que lo convocaron.

“En esta ocasión recorrí el Museo de Antropología de Xalapa y al entrar vi la cabeza colosal olmeca, entonces recordé que cuando era adolescente pinté al óleo alguna de estas estatuas mexicanas porque algo me atraía a ellas de una manera que no puedo definir, y hoy me las encuentro aquí. Fue cuando sentí que estas cabezas colosales fueron las que me invitaron y es en realidad por ellas que estoy aquí.”

Con relación al apoyo que recibe la cultura por parte del gobierno japonés, apuntó: “México es más afortunado que Japón en este tema”, porque el gobierno mexicano apoya mucho las actividades artísticas, mientras que allá ese respaldo se obtiene en las calles, en una conexión hombre a hombre.

“Todo es caro en Japón, incluso el arte, pero las personas ahora son atrapadas por otro tipo de cultura que es la tecnológica, lo que ha ocasionado que poco a poco dejen de asistir a eventos culturales. Yo no uso teléfono celular, nunca lo he usado porque no me gusta, me da miedo llegar a perder sensibilidad sobre lo que me rodea.”

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