Gustavo Lins y Celia del Palacio, directora del CECC
José Agustín Castellanos
En América Latina «la permanencia de las poblaciones indígenas es una prueba de que es posible resistir el movimiento destructivo del expansionismo capitalista que ha durado más de 500 años, representan un imaginario aún más subversivo que el imaginario postcapitalista, conservan de manera concreta sus propias prácticas y conocimientos», argumentó Gustavo Lins Ribeiro, director del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Brasilia, durante su visita a la Universidad Veracruzana.
Invitado por el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) para dictar la conferencia «Siempre fuimos globales» a estudiantes de la maestría que se imparte en este recinto, el antropólogo brasileño realizó una valoración sobre la globalización, tomando como eje central los procesos colonizadores en América a través del estudio de la expansión capitalista y del transnacionalismo.
Destacó el papel de España y Portugal en el proceso de Conquista mediante una campaña progresiva de explotación y dominación de vastas regiones territoriales: «Ahí se desenvolvería la más grande y persistente fundación de territorios indígenas dirigida por unos cuantos centros de poder y motivada por tres ideales: riqueza, religión y un racismo que aseguraba la superioridad de los conquistadores frente los indígenas».
Gustavo Lins expuso que las señales de cada escenario parecen opuestas: traiciones y muerte en México, seducción y fascinación en Brasil, condensando características del colonialismo que hasta el día de hoy los intelectuales discuten respecto a las vivencias estructurales de dicho periodo.
La tragedia de Moctezuma es la piedra angular de la práctica y del significado de la violencia en el colonialismo, muchos conquistadores conquistados vendrían después de Moctezuma, todos atrapados en una dialéctica perversa que afecta tanto a los ganadores como a los perdedores en el proceso de Conquista, planteó.
La propia existencia de los indígenas es considerada indeseable y subversiva para muchos, sus tierras son un desperdicio cuando son gobernadas por ellos mismos, protegidas por el Estado y sacadas del mercado. Los capitalistas no aceptan que los recursos puedan ser políticamente sacados de su alcance, expresó.
El proceso de colonización se extendió a los procesos migratorios a América Latina en el siglo XIX, y continuó con la exterminación indígena a través de procesos de segregación racial.
El flujo constante de inmigrantes convirtió a América Latina en el hogar de personas de casi todas partes del mundo, posiblemente la zona que más represente esta globalidad sea Sao Paulo, la ciudad global de Brasil con una segmentación totalmente compleja.