Año 14 No. 606 Agosto 10 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Orteuv estrenará Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia

Contenido [part not set] de 50 del número 606

Estará en escena del 21 de agosto al 13 de septiembre606-cult-006

La Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana (Orteuv) anuncia la temporada de Las muertas, versión de Martín Acosta basada en el libro de Jorge Ibargüengoitia, del 21 de agosto al 13 de septiembre con funciones los viernes a las 20:30 horas, sábados y domingos a las 19:30 en la Sala “Dagoberto Guillaumin” del Teatro del Estado.

La entrada general será de 80 pesos, estudiantes e Inapam 60 pesos. El texto cuenta la historia de crimen y corrupción basada en un hecho de la nota policiaca, la historia de “Las Poquianchis”, que retrata las miserias de la condición humana en una pequeña comunidad mexicana

Las muertas se estructura a partir de los testimonios ministeriales de quienes participaron directa o indirectamente en los hechos sangrientos, poniendo en evidencia la doble moral y la idea de justicia que determinaban en aquel entonces los actos sociales.

Lamentablemente, nada hay de anacrónico en este relato que habla de corrupción, lenocinio, ignorancia y ambición, así como también de amor, odio y locura. Imposible imaginar que han transcurrido 50 años desde el estupor causado por la noticia de unas hermanas que habrían cometido múltiples asesinatos en el estado de Guanajuato, destapando una red de intereses que terminaría con ellas en prisión.

¿Qué representan hoy “Las Poquianchis”? ¿Dónde está la frescura de este relato que desnudó los horrores de una época que creíamos muerta? Martín Acosta sugiere que en la posibilidad coral. Esta versión de Las muertas subraya la multiplicidad de voces que dan forma al acontecimiento, dotándolo de minucias escalofriantes.

Las muertas no pretende, pues, contar la historia de unas criminales, sino animar la pista sonora de una sociedad que a pesar del auge modernizador del medio siglo, ya mostraba los gérmenes de un Estado fallido.

De allí venimos: de ese ambiguo compromiso ciudadano en el que aceptamos con sumisión las reglas que no vamos a cumplir. ¿Quién nos ha educado así?

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