Año 16 No. 658 Octubre 31 de 2016 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

UV crea espacios de reflexión para la ética

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"La ética nos salva de ser uno más del montón de borreguitos buenos y nos lleva a pensar por cuenta propia”:  Ruy Pérez Tamayo

«La ética nos salva de ser uno más del montón de borreguitos buenos y nos lleva a pensar por cuenta propia”: Ruy Pérez Tamayo

 

Se realizó la Jornada de Actualización “Ética en investigación”, esfuerzo colaborativo de institutos y facultades

David Sandoval Rodríguez

La Universidad Veracruzana (UV) promueve el diálogo entre académicos, estudiantes y sociedad en general sobre los principios éticos que deben normar el quehacer institucional, como se constató con la realización de la Jornada de Actualización “Ética en investigación”, celebrada el 24 de octubre en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana (UV).

Al inaugurar el evento, coordinado por la Dirección General de Investigaciones (DGI), el Instituto de Salud Pública (ISP), la Facultad de Psicología y el Instituto de Ciencias de la Salud (ICS), la secretaria académica Leticia Rodríguez Audirac calificó de relevante que este grupo de entidades académicas “participe en la construcción de un espacio en el cual sea posible establecer un conjunto de principios sobre los cuales normar el quehacer científico pero también el quehacer de una universidad”.

Señaló que el evento formó parte de un conjunto de acciones imprescindibles para la promoción de un diálogo entre académicos, estudiantes y sociedad en general, “que al mismo tiempo es idóneo para la difusión de resultados y para el impulso de una investigación con pertinencia social”.

María José García Oramas, presidenta del Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Psicología y coordinadora de la Unidad de Género, consideró como fundamental la realización de la jornada, “queremos impulsar los comités de ética y poner en la mesa la temática de la ética y la investigación, que nos parece fundamental, no sólo en las ciencias de la salud sino en otras áreas del conocimiento relacionadas”.

Asimismo agradeció la iniciativa del director del ISP, Gabriel Riande Juárez, quien estableció un vínculo con la Comisión Nacional de Bioética, ya que forma parte del comité de bioética estatal y es representante de la máxima casa de estudio en el mismo.

Destacó además la presencia del investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ruy Pérez Tamayo, y de la representante de la Comisión Nacional de Bioética, Erika Judith Salinas de la Torre.

Por su parte, Salinas de la Torre, titular de la Dirección Ejecutiva de la Comisión Nacional de Bioética, agradeció a los directivos universitarios por la invitación y reconoció que el intercambio interinstitucional resulta trascendente para arraigar la práctica de una conducta ética en investigación y el desarrollo de la bioética en México.

La ética nos salva de la corrupción: Pérez Tamayo
Después de la inauguración, Ruy Pérez Tamayo, jefe de la Unidad de Investigación Médica Experimental de la Facultad de Medicina de la UNAM, dictó la conferencia magistral “Ética e investigación científica”.

Pérez Tamayo destacó que los orígenes del pensamiento sistemático sobre el bien y el mal se encuentran en la antigua Grecia y el primero en referirse a ellos como ética fue Aristóteles.

Pero fue su maestro Platón, en el diálogo “Critón”, quien insistía en tres aspectos que conforman la ética: deliberar siempre siguiendo a la razón, no a los sentimientos; pensar por cuenta propia, sin hacer caso de las opiniones de la mayoría; y no ser nunca injustos.

“Estos tres postulados continúan vigentes al día de hoy, es más, la ética nos salva de la corrupción”, recalcó. “Sócrates enseñó con su muerte que es peor cometer el mal que recibirlo, el verdadero mal es aquel que nosotros hacemos, no el que se hace en contra nuestra, porque el mal que nosotros hacemos daña nuestra psique y para Sócrates es la verdadera identidad del ser humano”.

El investigador emérito de la UNAM añadió que “la ética también sirve para salvarnos de las inclemencias de la moral, nacemos en una sociedad con una moral que nosotros no elegimos, hay otros que la eligieron y vivimos la vida con una mirada prestada, tomada de otros y valoramos como uno debe valorar, pensamos como uno debe pensar y vivimos como uno debe vivir”.

Según Pérez Tamayo, “la ética nos salva de ser uno más del montón de borreguitos buenos y nos lleva a pensar por cuenta propia para seguir nuestras normas, la ética nos salva de la moral”.

En cuanto a establecer una definición de ciencia, advirtió la dificultad para generar un consenso entre la comunidad científica, ello como consecuencia de tres elementos; el primero es la “miopía” profesional, entendida como una cortedad de miras de quienes reflexionan sobre el tema, principalmente filósofos de la ciencia y pocos hombres de ciencia en activo.

Quienes han definido a la ciencia desde el ámbito científico han surgido de las ciencias exactas y “sus definiciones son aplicables a este grupo de ciencias”.

El segundo problema es que la ciencia no es ni nunca ha sido una sola por sus principales características, ello significa que no es homogénea; el tercer problema es que existe una confusión entre su definición y
su descripción.

No obstante a la heterogeneidad de conceptos relativos a la ciencia, Pérez Tamayo señaló que existe una serie de principios comunes a los distintos enfoques que establecen sus respectivas definiciones del método científico.

El principio inicial plantea que se debe distinguir entre la mentira –es decir, la afirmación de que algo es verdadero cuando sabemos que es falso– y el error –que es la afirmación de que algo es verdadero cuando así lo creemos pero en realidad es falso.

El segundo principio es “no ocultar verdades”, que significa el compromiso del científico de presentar todos los datos que le permiten llegar a las conclusiones que propuso.

El tercero es no apartarse de la realidad, es decir, que pretender incluir aspectos sobrenaturales o fantásticos es ir en contra del espíritu de la ciencia; el científico siempre debe mantenerse dentro de la naturaleza y presupone su regularidad, aunque a veces la realidad supera a la fantasía.

El cuarto principio consiste en cultivar la consistencia interna y es una regla válida para todas las formas de comportamiento humano racional, significa que no puede haber contradicciones internas en los postulados de una propuesta científica.

El quinto principio consiste en no rebasar el conocimiento, explicó, “una tendencia muy natural del hombre es extrapolar la información a lo desconocido, proyectar lo que ya sabemos más allá de los límites de lo que hemos aprendido, esta operación mental es perfectamente válida siempre que se haga con el carácter de hipótesis, especulación o de predicción”.

El sexto señala que los hechos también se equivocan, es decir, que los científicos se equivocan, “los investigadores sabemos muy bien lo difícil que es estar bien seguros de que las cosas son como debieran ser o como creemos que deberían ser, podemos equivocarnos muy fácilmente si tomamos a nuestras primeras experiencias de un fenómeno como la verdad, hemos aprendido que debemos observar muchas veces y de distintas maneras”.

Refirió que la ciencia progresa con la incorporación de conocimientos nuevos , pero éstos no son otra cosa que la refutación de los hechos que se aceptaban como buenos, “porque la ciencia aprende de sus errores”.

Desde mediados del siglo XVII se ha establecido esta forma de hacer las cosas para obtener los resultados más confiables, reproducibles y que reflejan mejor la realidad que estamos interesados en conocer, asintió.

“Siguiendo estas reglas del juego hemos podido calcular y construir puentes que no se caen, aviones que nos transportan sin caerse, aparatos para examinar el interior de nuestros cuerpos sin necesidad de abrirnos”,
expresó el científico.

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