Año 17 No. 701 Diciembre 4 de 2017 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Jazz, género global: Rodrigo Villanueva

Contenido 33 de 36 del número 701

El músico es profesor en la U. del Norte de Illinois

 

Todavía persiste el estigma de que pertenece solamente a los afroamericanos, señaló el baterista mexicano

Karina de la Paz Reyes Díaz

Rodrigo Villanueva es un baterista que se desempeña como profesor de jazz en la Universidad del Norte de Illinois (NIU, por sus siglas en inglés), Estados Unidos (EEUU); su versatilidad lo ha llevado a colaborar con jazzistas como Eddie Gómez, Lynn Seaton, Kelly Sill y Stefan Karlsson, así como con agrupaciones del género clásico como la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.
Realizó sus estudios en el Taller de Jazz de la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y en la Universidad del Norte de Texas.
Como académico, visitó la Universidad Veracruzana a propósito del 8º Festival Internacional Jazzuv, que se desarrolló en octubre, y entre sus aportaciones estuvo la de ser el enlace para la audición que estudiantes y egresados del Centro de Estudios de Jazz realizaron, con la intención de ingresar a la Maestría de Jazz de la NIU.
En este marco, el músico concedió una entrevista a Universo, en la que compartió sus experiencias y opiniones en torno a la enseñanza del jazz en las universidades

¿Cuándo inició su gusto por la música?
Mis padres son músicos frustrados, ambos son académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Mi papá es arquitecto y a sus 83 años todavía imparte clases en la Facultad. Mi mamá es psicóloga.
De pequeños ambos querían estudiar música, pero no se les permitió porque no había educación musical; además, eran de familias numerosas y recursos limitados.
Sin embargo, mi papá llegó a ser director de la Casa del Lago de la UNAM por mucho tiempo y ahí hay clases de guitarra, piano y hasta de batería, por eso mi hermana y yo tomamos clases ahí desde chicos.
Yo era medio indisciplinado en el piano y la guitarra, que fueron los primeros instrumentos que estudié, pero cuando me nació la inquietud por la batería demostré que tenía mucha fuerza de voluntad para perseguir ese sueño.
Cuando tenía alrededor de 14 años me compraron una batería, y desde entonces me casé con el instrumento, hasta la fecha.

¿Para un mexicano es sencillo enseñar jazz en EEUU?
No. Todavía persiste el estigma de que el jazz es una cosa que solamente los negros, los afroamericanos, conocen; hasta para el blanco norteamericano hay resistencia.
Si existe resistencia en el ámbito del jazz entre los negros y los blancos, porque es lo que llaman el arte puramente norteamericano, imagínate para mí, como mexicano.
Ha sido difícil presentar mis ideas y mi manera de interpretar el jazz, que en mi forma de pensar es un género que no debe pertenecer a un país, tiene que ser internacional, global.

¿Cuál ha sido la clave para permanecer en EEUU?
He tratado de ser necio y tener perseverancia, creer en los proyectos que planteo.
Llevo 20 años allá, me fui en 1997, primero a estudiar a la Universidad del Norte de Texas; hice la Licenciatura en Batería, con especialidad en jazz; después, hice la Maestría en Batería, que tenía un contenido importante en composición y arreglo.
Terminé en 2003 y trabajé durante un año dando clases en una preparatoria, así como tocando con diferentes proyectos en Dallas. En 2004 conseguí trabajo en la NIU, donde hasta la fecha sigo ejerciendo. Primero fui contratado como profesor asistente; hice examen de admisión para ser asociado, y hace dos años me convertí en tiempo completo.

¿Cuál ha sido la principal virtud?
La interpretación de la disciplina de trabajo. El cómo planteo que la enseñanza no tiene que ser necesariamente como se usa en la región del medio oeste de EEUU. Siento que los maestros son bondadosos con los alumnos porque tienen la filosofía de apapacharlos. Creo que la generación a la que nos enfrentamos los académicos está un poco mimada, entonces la disciplina no les hace daño, por el contrario. Creo que les hace bien tener una estructura.
He sentido, incluso, que a veces hay que luchar un poco contra el sistema; algunos colegas creen que estoy tratando de usar un sistema de enseñanza un poco anticuado porque soy más disciplinado.

En la enseñanza de jazz, ¿qué ventajas y desventajas tiene el uso de la tecnología?
En el jazz uno debe ser un buen músico independientemente de la tecnología. Ésta facilita el aprendizaje, pero también limita a que la gente se comprometa a memorizar cosas (como las partituras), porque la información está al alcance de los dedos.
Sin embargo, la verdad es que en la práctica, como el jazzista tiene que reaccionar en el momento, los estudiantes deben tener un buen oído y conocer el repertorio, no creo que la tecnología les esté afectando tanto; por ejemplo, hay músicos que tocan muy bien porque siguen teniendo la misma disciplina que hace 50 años, cuando no había tanta tecnología.
En otras áreas quizá la gente sí se está acostumbrando a no memorizar y más bien perfeccionan el cómo investigar, pero no en el área de la música y especialmente en el jazz. La afinación del instrumento, por ejemplo, no te la corregirá una máquina en un concierto en vivo. Incluso, en las grabaciones de jazz no se usa que se hagan ediciones, porque la frescura de los errores también es importante dentro de lo que es la tesis de este estilo de música: vivir el momento.
La tecnología ha facilitado que la gente que no conoce mucho repertorio musical tenga acceso a él y pueda tocar en una jam session una pieza que no conoce muy bien, viendo la partitura en el teléfono celular.
Eso no lo veo como algo malo. En mi experiencia personal, lo he hecho. En ocasiones hay una pieza que no conozco muy bien y la leo casi antes de tocarla, porque la puedo encontrar muy rápido en el teléfono.
Otro ejemplo es cuando alguien pide que toques un arreglo de un artista importante que no conoces, puedes meterte a Spotify y oírlo cinco minutos. Ese acceso a la información creo que es muy importante tenerlo.

¿Por qué tiene interés en la enseñanza del jazz?
Porque en México sufrí mucho la deficiencia de la pedagogía del jazz. Cuando era joven no existían escuelas que lo enseñaran a nivel formal. No existía la licenciatura. Después, al estar estudiando en EEUU tuve la ventaja de ver lo noble de la profesión, sobre todo cuando se puede ejercer la práctica y la teoría al mismo tiempo.
Justo cuando empezaba a estudiar la maestría me di cuenta que me gustaría tener un trabajo así como el de mi maestro y tuve la suerte de lograrlo.

¿Qué mensaje envía a los estudiantes de jazz de la UV?
Que presionen a las autoridades para que tengan más iniciativa de intercambio académico con otras universidades; pero sobre todo, que persigan sus sueños, porque se vale soñar, tener metas y retos en la vida. Muchas veces los obstáculos sirven para darse cuenta qué tanto interés o deseo tienes en lograr algo.

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