2023, Nuevos libros de texto para un nuevo ciclo escolar


 

Nuevos libros de texto para un nuevo ciclo escolar: entre la política y lo educativo 

 

I

El inicio de un nuevo ciclo escolar provoca muchas expectativas. En mi caso, aunque hace mucho dejé de impartir clases en la educación básica estoy muy interesado en conocer la versión impresa de los nuevos libros de texto que estudiantes, docentes y las comunidades educativas estarán recibiendo este nuevo ciclo escolar. Ya he explorado las versiones digitales y me parecen interesantes, pero tener un libro nuevo entre las manos tiene su propia virtud.

 

Por otro lado, el que un Estado como el mexicano, en la tercera década del siglo XXI, todavía pueda movilizar recursos y personas para diseñar, imprimir y distribuir libros de textos para apoyar la enseñanza y el aprendizaje en un sistema educativo tan grande sigue siendo un logro, y esto sin dejar de reconocer que los libros son apenas un elemento entre otros tantos al interior del complejo proceso de formación educativa.

II

Aunque pueda resultar incómodo para muchos, es importante que los libros estén suscitando tan intensos debates y polémicas en el espacio público. Por supuesto, algunas están bien informadas y han permitido esclarecer poco a poco cómo se hicieron los libros, quiénes sí participaron en su elaboración y con qué nivel de responsabilidad o protagonismo; también, cómo se relacionan o relacionarán esos materiales con la nueva propuesta curricular, con la formación del profesorado y con los grandes compromisos y necesidades de la heterogénea y desigual sociedad mexicana. Otros debates son francamente increíbles y han derivado en acciones no menos increíbles y hasta irresponsables. En dichos debates y acciones participan desde el dueño de una gran cadena televisiva nacional y sus empleados y seguidores, hasta políticos, académicos y cientos de ciudadanos. Ahí los dichos han tomado formas heterogéneas: hay teorías de conspiración  comunista, hay descalificaciones «a la persona», hay afirmaciones en el sentido de que prácticamente todas las críticas a los libros son parte de una inconfesable estrategia orquestada por opositores al gobierno; hay toda una variedad de medias verdades y de mentiras completas que han llevado a presentar amparos, quemar libros, detener su distribución. En este contexto el gobierno federal ha tenido que ajustar su estrategia de comunicación y acción sobre el tema.

 

Como académico debo decir que no me sorprende que esto pase en el espacio público, aunque sí me sorprende un poco que en el marco del frenesí de ataques y defensas de los nuevos libros, el decir de muchas personas en el espacio cotidiano también se ha visto «contagiado» de los tonos y términos de ese extraño intercambio más general, aunque no conozcan los libros. He escuchado a no pocos colegas decir que nunca se había criticado tanto los libros de texto y que eso es incorrecto. También he escuchado que es la primera vez que los maestros se involucran en las tareas de diseño. O que los libros deberían regresarse porque de todas formas las y los maestros enseñan con lo que quieren o pueden, incluso con libros de hace 10 años por lo que esta nueva propuesta es, para todo fin práctico, irrelevante para la realidad educativa cotidiana.

 

Este tipo de afirmaciones, como otras, me parecen interesantes porque mientras algunas han exhibido evidentes formas de generalización, otras carecen de precisión histórica y otras hacen alarde de un claro desconocimiento de la diversidad de las realidades educativas. Por ejemplo, en cuanto a la primera, hasta donde mi memoria personal y mi propio trabajo me permiten saber, todas las reformas de tipo curricular, los cambios de trayectos, los materiales educativos -como los libros de texto- han sido objeto de debate, con mayor o menor intensidad y eso está muy bien. En este caso me preocuparía que fuera diferente. Es más, frente a quienes rechazan o descalifican la crítica mi posición es clara: ojalá que siga y con mejores elementos, porque es la revisión detallada y el debate sustentado en evidencia lo que permitirá ir mejorando el actuar del gobierno, así como los usos y los errores que contienen los libros. Los errores, por cierto, no son escasos, pero tampoco son tan grandes. Quienes nos dedicamos a la escritura o manufactura de libros sabemos que salvo  excepciones no hay textos perfectos, sin errores pues, y casi siempre se pueden corregir aunque en este caso el costo es hacendario y hasta cierto punto, de confianza en el trabajo de la SEP. Nada nuevo, aunque sea algo que debió evitarse.

 

III

 

Uno de los momentos clave de este nuevo ciclo de libros de texto ha llegado. Arranca su puesta en circulación en las aulas. Esperemos que lleguen a todas y que no tarden mucho para ver cómo va resultando su puesta en uso de parte de las comunidades educativas. Paralelamente, en otro nivel de discusión sigue siendo importante esclarecer el proceder de la Secretaría de Educación Pública de México y las implicaciones de ello frente a sus responsabilidades institucionales. Recuérdese que la SEP y sus áreas siempre están actuando en por lo menos tres lógicas: como un decidido actor político que intenta conducir la agenda político-educativa de la administración federal en turno; como actor con la responsabilidad de ser eficaz y eficiente en términos de políticas públicas; y como brújula curricular-pedagógica: ojalá privilegie pronto el segundo y tercer ámbito de actuación para  proporcionar coordenadas pedagógicas y curriculares coherentes que no inician ni terminan con los tan necesarios libros de texto pero que sí requieren acción coordinada, transparente y oportuna. Feliz inicio de ciclo escolar 2023.

 

Ernesto Treviño Ronzón

Universidad Veracruzana

 

Conoce el libro: Cien años de la Secretaría de Educación Pública. Diálogos desde el presente: México, 2022.