Las experiencias de los estudiantes como insumo para una nueva generación de políticas y acciones en educación.

Las experiencias de los estudiantes como insumo para una nueva generación de políticas y acciones en educación. Mirando desde lo local hacia nuevas normalidades

(Fragmento tomado de la sección Abran su cuaderno del Consejo Mexicano de Investigación Educativa)

 

Ernesto Treviño Ronzón

 

Desde que se anunciaron las medidas de sana distancia me surgieron preguntas sobre cómo se tomarían decisiones relacionadas con la educación en casa de los estudiantes en México. Particularmente, me preocupaba el cómo establecer estrategias que lidiaran con la heterogeneidad y la diversidad de circunstancias en que millones de niños, niñas y jóvenes se educan y que ahora deberían hacerlo en sus hogares, igualmente diversos: ¿cómo tomar decisiones que no generen más problemas de los que se intentan resolver?

Conforme han transcurrido los días nuevas preguntas han comenzado a surgir: ¿cuáles son los principales retos que están enfrentando los estudiantes en estados y regiones del país con gran diversidad social y cultural, con marcada heterogeneidad geográfica y evidente desigualdad económica como los de sur-sureste de México? ¿Qué paralelismos y qué diferencias tienen entre sí entidades como Veracruz, donde vivo y trabajo, con otras de México? Los estudiantes en estas zonas del país: ¿han participado en las decisiones que se han tomado sobre su educación? ¿Qué retos se han identificado en sus familias, grupos domésticos, comunidades a partir del confinamiento obligado? ¿Cómo han tratado las instituciones a los estudiantes? ¿Se han venido creado condiciones para mejorar la educación en casa?

A partir de preguntas como éstas, del diálogo con estudiantes y de docentes de diferentes niveles educativos me ha quedado claro que las actuales circunstancias han hecho más que evidente la paradoja de la tomas de decisiones y de la participación en la educación de México. Mientras el tiempo transcurre más convencido estoy de que las y los estudiantes, principales protagonistas del proceso educativo, requieren en esta coyuntura histórica de la mayor atención, tanto desde el punto de vista educativo, como desde el punto de vista social y político en la medida que viven situaciones extraordinariamente complejas. Algunas son obvias, como las muy diversas condiciones de educación y escolarización que se combinan con el confinamiento obligado. Pero otras debemos de recordar con insistencia porque se tejen con sus condiciones de formación: la violencia en diferentes modalidades y contextos (particularmente la delictiva, la doméstica y de género); la precariedad económica y la exclusión social que marca su trayectoria personal y familiar; la exposición a diferentes contenidos en muy diversos medios y soportes que se disputan su atención y su formación.

Asimismo, estoy convencido de la importancia que se debe dar a la dimensión local, regional y comunitaria para comprender los retos de los estudiantes y orientar la toma de decisiones por venir. Dado que la pandemia es global, dado que vivimos gran parte de nuestras políticas en diferentes ámbitos, destacadamente la educación, en una escala global, puesto que las telecomunicaciones nos sitúan constantemente con hechos de amplia escala, con mucha facilidad se obtura la importancia de lo local y la dimensión micro-espacial, no solo para efectos de análisis sino también para efectos de las decisiones y las acciones. El actual contexto ha mostrado nuevamente la importancia de redimensionar el conocimiento sobre lo local, no solo para estar “enterados” o para “aprender de ello”, sino para, desde ahí, revisar algunas de las formas tradicionales de diseñar políticas e intervenciones en el campo de la educación que no desaparecerán en el “escenario pospandemia” por más que han mostrado varias limitaciones en países de tradición política centralista como México.

Algunos aprendizajes sobre la participación espontánea de los estudiantes en sus contextos

En Veracruz, a inicio del 2019 había más de dos millones de estudiantes en los diversos niveles. Por otro lado, estados como Puebla, Veracruz y Oaxaca y otros de la región, como Tabasco, Chiapas, Yucatán, Quintana Roo, concentran a cerca del 70% de estudiantes indígenas de México. En estos estados, además, se concentran algunos de los indicadores de desigualdad social más altos de todo México, destacadamente los relacionados con el ingreso y el bienestar material de las personas, donde más del 60% de la población vive en situación de pobreza. En este contexto diferencial quiero destacar algunos asuntos que hemos aprendido durante el periodo de confinamiento.

 

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