El artículo comienza con la anecdótica visita el expresidente Clinton a Argentina, en donde en una ceremonia política le presentaron cifras e indicadores alegres los políticos encargados de la educación de ese país, para presumirle el gran desarrollo de las plataformas tecnológicas y de la capacitación de docentes en el uso de las nuevas tecnologías. El clásico oropel de los funcionarios que estadísticas generan realidades que no existen a base de simples conteos de equipos, cursos y profesores capacitados, sin dar pie a corroborar el impacto real de tal despliegue tecnológico en los centros escolares,
Los cursos de allá, impartidos por lo general por especialistas en tecnología educativa enfocados más hacia la parafernalia informática que a la metodología pedagógica, son fallidos desde el diseño de los contenidos, las estrategias didácticas y la evaluación de los mismos. Dice Hugo M. Castellanos:
“(…)En tales circunstancias, la conciencia de los tutores parece aliviarse aplicando el recurso de acompañar la inevitable felicitación final con algunas recomendaciones «críticas» en una vena cordial, «para que la próxima vez te salga mejor». Lo cierto es que pocas veces hay una próxima vez, o en todo caso nadie lo sabe, porque tampoco se hace un seguimiento de esos docentes que el sistema registra automática y generosamente como «capacitados».(…)”
Se da un juego de simulaciones en las que finalmente la innovación no es más que una palabra demágogica en el ámbito de la educación argentina, eso sí adornada con un sinnúmero de expertos que anualmente se reúnen en congresos de diversa índole en donde no cesan de alabar los grandes avances que la tecnología procura al quehacer docente en los diferentes niveles de estudios argentinos.
El asunto, según Hugo M. Castellanos, es que el uso de las TICs en la educación se han convertido más que nada un señuelo de los políticos para presumir en su discurso que realmente la educación está a la vanguardia mundial, sin procurar que se diseñen programas evaluatorios del desarrollo y mantenimiento de todo ese aparataje que con un cosoto millonario lucen las diversas escuelas argentinas. Es decir, no hay informes veraces de su eficacia y eficiencia en los centros escolares donde se aplicación.
La falla en la capacitación de los profesores para el uso de los nuevos ambientes de aprendizaje es un sino que se traslapa en casi todos los países de habla hispana. Y quizás en el mundo. La educación virtual no ha resultado panacea profetizada por gurús diversos durante los últimos años. Las universidades que se han orientado hacia el desarrollo de cursos virtuales mediante el desarrollo de costosos plataformas tecnológicas no han aumentado sus matrículas de manera significativa. Y en parte tiene con ver con los fallidos cursos de capacitación orientados más hacia lo operativo informático que hacia la creación de una pedagogía real de la educación tecnologizada.
Es más, los más recientes intento de generar un campo fértil para el desarrollo de la aplicación de la tecnología en la educación son los MOOCs (Cursos Abiertos Masivos en Línea) ya no provienen Leer más…