Año 14 No. 583 Noviembre 24 de 2014 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Miguel Barnet charló con estudiantes

Contenido 34 de 37 del número 583
El escritor cubano hizo una defensa de la palabra hablada

El escritor cubano hizo una defensa de la palabra hablada

Rosa Isela S. Benavides

En el marco del Festival de la Palabra, organizado por la Facultad de Letras y la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), Miguel Barnet, ganador del Premio Nacional de Literatura en Cuba, impartió una conferencia magistral el miércoles 19 de noviembre en el Ágora de la Ciudad.

El poeta, narrador, ensayista, etnólogo y político se dirigió a una audiencia conformada principalmente por estudiantes de la UVI y de la Unidad de Humanidades, con quienes charló en defensa de la oralidad, de la expresión de la palabra hablada que permite la transmisión de creencias, costumbres, historias personales o colectivas, así como la relación con los otros y la transferencia de saberes.

El colaborador de Alejo Carpentier y en otro momento del “poeta nacional” Nicolás Guillén, explicó con anécdotas el proceso por el cual obtuvo los relatos orales para la creación de Biografía de un cimarrón, por parte de un antiguo esclavo cimarrón, Esteban Montejo, quien además fuera durante la Guerra de Independencia de Cuba frente a España un “mambí” (vocablo angolés despectivo con el que se referían los españoles a los negros que peleaban contra ellos).

Barnet afirmó que el detonante para realizar Biografía de u n cimarrón, la cual se encuentra dentro del género novela-testimonio, fue haber leído la obra Juan Pérez Jolote de Ricardo Pozas Arciniega, antropólogo queretano y quien también fuera de los primeros en recibir el libro para su revisión y aprobación junto a Margarita Dalton (hermana del poeta salvadoreño Roque Dalton).

La obra de Pozas Arciniega fue la inspiración para poder dar paso al rescate de las voces cubanas que habían sido olvidadas y que Barnet tuvo la necesidad de reivindicar.

El cubano indicó que la importancia de la oralidad radica en ser un instrumento para recobrar la filosofía e imaginario de las personas, los cuales abonan a una identidad nacional.

El “niño bien” que vivía en una casa del acomodado barrio cubano de El Vedado, y que se escapaba al malecón de La Habana para aventarse por las monedas (las llamadas kilos) que los turistas tiraban a sus amiguitos morenos de barrios pobres, confiesa haber estado “obsesionado por conocer las claves ocultas de mi país y el continente”.

Finalmente, el escritor hizo énfasis en que las herramientas que debe tener un ser humano –además de las antropológicas– al acercarse a un igual cuando desea obtener sus historias, deben ser: respeto, corazón y oído; herramientas que seguramente los asistentes a su charla utilizaron al estar frente al gran escritor.

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