Mi lugar

Se han cumplido 18 meses fuera de casa, fuera de mi lugar. Hasta ahora la experiencia ha sido muy gratificante, edificante y desafiante. A pesar de ello, añoro a mi familia, mi casa, mis amigos, mi ciudad.

En ocasiones, realizo un ejercicio de imaginación. En él, me veo con mis maletas en el zaguán del número 16. Mi perro se acerca alegremente. Después examino con paciencia cada detalle: el taller, las plantas de mi madre, el color de las paredes, el auto. Es en ese instante cuando percibo el aroma de la madera y el ruido de la ebullición del agua en su afán de cocer los tamales que deben ser entregados antes de las 8 de la noche. Todo está igual a como era antes, casi nada ha cambiado.

Camino hacia la puerta, la abro y dejo entrar la luz para que iluminé mi pasado. Continúo hacia adelante y veo que los retratos de mi infancia al lado de mis padres y hermanas siguen colgados en la pared. Un poco amarillentos por el paso del tiempo. De pronto, me invade un sentimiento de felicidad pues sé que a pesar de tanto tiempo alguien me estaría esperando. Vuelvo mi mirada hacia la cocina y veo dos brazos abiertos. Me abrazan como antiguamente, hay tanto que decir.

Es en ese punto cuando sé que he vuelto a lo que ayer dejé, es cuando sé que me voy a quedar por que allí es mi lugar, allí están mis raíces, mi génesis, mi hogar…