Las brújulas en mi proyecto

Después de una larga temporada comí con uno de mis maestros y más entrañables amigos: Carlos M.W.. Guardo nuestras conversaciones en una pila de notas que tomaba el mismo día, al llegar a mi cubículo de mi Facultad. Hay esas notas tanta sabiduría, algunos fragmentos los considero diamantes en bruto que el solo pensar en su reproducción me resulta un insulto a la elegancia del habla de Carlos.

Hoy comimos en el popular Frankfurt Pedralbes, un clásico dentro de los restaurantes de bocadillos de Barcelona que funciona desde hace casi cincuenta años. Hablamos de todo y nada, política, educación, viajes, proyectos, familia. Su visita fue un bálsamo que me transportó a mi México, mi ciudad, mi trabajo y familia. Sus consejos y palabras llegaron a reforzar mis ánimos y expectativas de cara al futuro.

Esta charla puso frente a mí los elementos torales para no perder la brújula en mi proyecto; trajo cubetadas de luz pues junto con todas sus maletas venían noticias de mi familia, principalmente de mi padre quien, según palabras de Carlos, le brillan los ojos al saber de mi. Mientras escuchaba sus palabras, mi mente viajaba a todos esos momentos que hemos pasado juntos. Mi padre, quien podía haber sido profesor, arquitecto, abogado, médico o ingeniero, eligió algo distinto: la carpintería (lo cual de alguna manera incluye un toque de maestría, ingeniería y arquitectura). Con todo ello, él forjó mi alma con criterio bajo la lupa de su ejemplo y lo poco que hay de bueno en mí, lleva su emblema. Incontables veces al día lo recorro con el pensamiento: ¿qué haría mi padre?, y es que sé, que, si pienso y actúo como él, no puedo equivocarme.

Creo que es allí donde se encuentra parte del ancla que me ayuda a no perder el rumbo; creo que allí hay una fuente de combustible que impulsa el día a día, el respeto que me tengo, mi base, mi plataforma. Punto de partida y encuentro.

Una vez más, la charla con Carlos no quedo a deber….