Universidad Veracruzana

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El Ítamo, un viaje entre las emociones y la reflexión

01El 25 de septiembre de 2015 en horario de 18:00 hrs. se presentó el libro El Ítamo escrito por Iván Uriel Atanacio Medellín, escritor y politólogo veracruzano, en el Museo de Arte del Estado de Veracruz, en la ciudad de Orizaba, Veracruz, declarada en esa misma fecha como “Pueblo Mágico”, un hecho histórico para la entidad veracruzana. En este evento participaron el Mtro. Carlos Octavio Sandoval Rivera, académico de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) de la sede Grandes Montañas, el Lic. Oliver Coronado Paz, quien es personal de la USBI en el Área de Servicios Informáticos, Región Córdoba-Orizaba, y es promotor de la lectura. El Mtro. Cuauhtémoc Jiménez Moyo, Gestor Académico de la UVI Grandes Montañas, moderó la mesa.

Previo a los comentarios, se presentaron dos videos cortos para contextualizar al público sobre la trayectoria del trabajo que ha realizado el escritor Iván Uriel. Primero con la novela “El Surco”, que fuera la primera entrega de la trilogía “Apología del Encuentro”, misma que retrata testimonios de migrantes mexicanos en los Estados Unidos. El segundo video El Ítamo nos acerca como público lector al viaje de los migrantes en busca de la planta que lo cura todo.

Inició su intervención el Mtro. Sandoval Rivera invitando al público presente a no olvidar los desafortunados acontecimientos de Ayotzinapa, a un día previo de cumplirse el año, más aún, siendo universitarios. Mencionó que la voz de Iván Uriel nos habla de esas realidades, de nuestro “México profundo” como dice Bonfil Batalla. La obra de Iván es compleja en tanto que no tiene una trama lineal y son varios personajes que participan, unos como primera persona y otros como tercera. Se trata de una obra posmoderna y habla sobre el amor, la soledad, la nostalgia, el compañerismo y lo hace a través del personaje de nombre Gamo quien habita en una comunidad llamada Ayapango, pueblo como tantos pueblos mexicanos, olvidados, marginados, un pueblo de piedra, donde hay pocas esperanzas, pocas ilusiones. Al respecto, el Mtro. Sandoval expresó que Ayapango podría ser cualquier pueblo nahua de la región de Grandes Montañas o cualquier otro pueblo indígena de nuestro país, donde “todos los habitantes comparten un mismo sueño, que es el sueño de migrar, que es el sueño de salir en busca de algo. En este caso, es el sueño de salir hacia el ítamo”.

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El Mtro. Sandoval llevó su reflexión hacia dos tipos de migraciones que interpretó desde la novela: una migración física, geográfica y la otra es más interna, de tipo existencial o espiritual. Y comentó una tercera interpretación más y dijo: “como docente de la Universidad Intercultural, están en mi mirada siempre presentes las realidades de los pueblos originarios. Más allá del viaje espiritual, individual, también hay un viaje que emprende cada comunidad, cada cultura. Ya no hablemos de los migrantes, de los individuos, sino de las culturas. Dice en una parte Iván, mientras vivamos, no podemos dejar que el alma se seque viviendo vidas ajenas, ni dejando que la vida pase sin nosotros. A mí esto me remitió a ese ítamo que tienen los pueblos. Todos los pueblos, todas las culturas, también tienen esa ilusión, este anhelo de algo que quieren ser, ya sea fortalecer su identidad, su lengua, su cultura. Pero a veces, los pueblos también viven vidas ajenas, y ese ítamo se vuelve un sueño ajeno, en este “querer ser otro”, en este “querer cambiar”, “querer emprender una migración cultural hacia algo que no somos”.

En segundo lugar, el Lic. Coronado Paz agradeció a Iván Uriel por interesarse en temas sobre la migración de los pueblos. Comentó que la novela El Ítamo “es el sitio donde la esperanza se ilusiona, la magia es más que una posibilidad y los sueños hacen el mítico proceso de convertirse en vida, una vida que en El Ayapango sólo existe fuera de él”. Señaló que cada uno de nosotros somos viajeros y que llevamos en nuestros corazones y en el alma un ítamo como fin, enfatizando que “lo llevamos porque en alguna parte de nuestro ser, en algún punto de nuestra vida, existe, también, un Ayapango, ahí en el Llano de nuestro confort donde ya se han agotado los recursos materiales, pero sobre todo emocionales. Es ahí donde comienza nuestra nostalgia por la conservación del ser; esa febril nostalgia que se convierte en motor de la supervivencia, la que nos revitaliza y nos fortalece a pesar de la “SinFuerza” y de la “Desmotivación” que nos hereda la realidad semisurrealista que los sistemas nos han dicho es real”.

El Lic. Coronado expresó que la lectura le hizo llorar y sintió dolor porque esta literatura le caló las emociones más profundas, lo movió a la reflexión, puesto que “uno como lector agradece poder hacer este viaje entre las emociones y la reflexión de una manera tan poética y retadora al intelecto, que no regala nada sin la petición del esfuerzo enriquecedor, no sólo para el conocimiento, sino también para el alma y el corazón”.

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Por último, el escritor hizo su intervención agradeciendo en primer lugar a todo el público asistente, porque ellos dieron sentido a ese evento, a pesar de la lluvia; a los compañeros de la UVI Grandes Montañas y a los comentaristas. Para él estar en Orizaba era muy especial, ya que fue la tierra natal de su madre Rosalía Medellín Ponce, además fue la principal promotora de que él escribiera. Su madre se convirtió en su musa. Comentó brevemente sobre la experiencia de haber escrito la novela “El Surco” para luego hablar de El Ítamo, externó que “es una novela que hace un homenaje a las y los migrantes del mundo, pero sobre todo busca dar voz a los que no tienen voz. Es una novela que aborda el dolor, el sacrificio, el esfuerzo, pero también el amor, los anhelos y la esperanza de quienes emprenden el viaje migrante. El Ítamo es una búsqueda de la felicidad, pero también es una búsqueda de aquello que nos hace sentir plenos, es una búsqueda constante, de encontrarnos con nuestra identidad”.

Iván Uriel compartió al público uno de los pasajes de su novela El Ítamo: “El motivo del viaje no es la despedida, no es el adiós: es el encuentro”. “Recuerdo como me levantabas del suelo y me cargabas con tus brazos; cómo sentía tus agrupadas caricias cubriéndome del frío, cómo sufrías mis pesadillas y desvelabas cada uno de mis sueños. Recuerdo verte sufrir ante mis idas y abarcar de gozo mi regreso; recuerdo tu piel que parecía un pañuelo, tus cabellos tersos, el respiro tan tuyo consolando mi llanto, y tu presurosa corrida por aliviarme. Recuerdo cuando hablamos por última vez, me dijiste que me cuidara, que volvías pronto, que El Ítamo está lejos pero está, y que de cualquier lugar uno siempre vuelve a donde ha partido. Cómo recuerdo madre aquel abrazo, y el último beso”.

Daisy Bernal Lorenzo
Septiembre 25, 2015
Orizaba, Ver.

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