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Cine documental narra historias de lucha y memoria colectiva

  • Académicos de la UV subrayaron la importancia de involucrar a los estudiantes en la realización de documentales 
  • Participaron en la Feria Universitaria de Sustentabilidad “Expo Sustenta 2021” 

 

Gualberto Díaz, académico de Sociología y documentalista, habló sobre la importancia de este género en los últimos 20 años en México

Gualberto Díaz, académico de Sociología y documentalista, habló sobre la importancia de este género en los últimos 20 años en México

 

David Sandoval Rodríguez 

28/08/2021, Xalapa, Ver.- El cine documental de nuestro tiempo narra historias de memoria colectiva, de luchas, de denuncia social, y saca a la luz procesos invisibilizados que incomodan el orden moral y político, planteó Gualberto Díaz González, académico de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana (UV) y documentalista. 

Como parte de las actividades de la Feria Universitaria de Sustentabilidad “Expo Sustenta 2021” se efectuó este jueves la charla “El cine documental y las luchas socioambientales: apuntes para un taller” en la que participó también Gialuanna Ayora Vázquez, académica de Sociología y de la Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad (MEIS) del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la UV. 

Ana Laura Juárez Luna, estudiante de la maestría y del Colectivo “Sembrartes” y quien fungió como moderadora, señaló: “Es muy importante seguir generando estos espacios de diálogo que ponen sobre la mesa la crisis climática y sanitaria para ver a la sustentabilidad más allá y reflexionar sobre nuestras prácticas de consumo y sobre cómo estamos viviendo”. 

Los académicos mostraron el documental Sierra de Zongolica. Voces sobre el agua, que aborda la experiencia de lucha en ese lugar por la privatización del agua. 

Díaz González subrayó que la saturación de imágenes reduce la capacidad de reflexionar lo que se está mirando. 

Respecto al documental, explicó que “en realidad es un avance de un documental más extenso donde se cuenta una historia triste: la empresa logró desarticular un movimiento que buscaba impedir el proyecto y se cuenta el desastre ambiental que ocurrió en la región”. 

El trabajo fue realizado por diversos colectivos y estudiantes que hicieron la investigación de campo; “un servidor no pudo visitar el lugar en muchos años, a raíz de este documental y del trabajo de campo relacionado, por los caciques que controlan la región”, apuntó. 

Recordó además que el género documental nació como el género de la verdad bajo el principio de no intervención, no obstante el ojo mecánico registra a través de la mirada, que es subjetiva.

Gialuanna Ayora, académica de la MEIS del IIE-UV, recalcó la necesidad de involucrar a los estudiantes en este tipo de trabajo

Gialuanna Ayora, académica de la MEIS del IIE-UV, recalcó la necesidad de involucrar a los estudiantes en este tipo de trabajo

En el cine documental se retoma el trabajo, el método etnográfico y las historias de vida para que hablen los participantes de la vida cotidiana. 

Reconoció que en los últimos 20 años ha ocurrido un auge del cine documental en México como un cine militante en la lucha por la defensa de la tierra, y ejemplificó con la lucha de las comunidades contra la trasnacional Granjas Carroll en el valle de Perote. 

“La sociología contribuye al auge del documental porque surgió al fragor de las luchas sociales y revela cosas ocultas que incomodan a poderes establecidos; su objeto de estudio es aquello que se pone en juego en las luchas sociales”, precisó Gualberto Díaz. 

En su participación, Ayora Vázquez dijo que el cine es “una herramienta que hemos naturalizado, es una parte necesaria de nuestra vida y tiene un papel que juega en la construcción de nuestra subjetividad, de las ideas que pensamos y al igual que la literatura –en sus diversas variantes– pensamos que es un dispositivo que no sólo sirve para una cosa, sino que tiene la capacidad de capturar, modelar, controlar y asegurar los gestos, conductas y opiniones de los seres humanos”. 

En tal sentido, consideró que se aspira a que “los defensores de los derechos humanos y los participantes de los movimientos sociales experimenten la potencia del cine para cuestionar las prácticas de dominación y poder construir discursos, narrativas orales y gestuales alternativas al discurso imperante”. 

La intención de este tipo de documentales es mostrar narrativas alternativas al discurso de la violencia y pensar en las diversas formas de apropiarnos, acompañar a los niños y jóvenes “para mostrar la denuncia y la memoria histórica de los movimientos sociales”. 

Respecto al documental, agregó que conserva la memoria de la resistencia, que en este caso la hubo; “posteriormente, cuando las consecuencias son evidentes, como la falta de agua en las comunidades, tenemos el documental que nos permite poner el dedo en la llaga y mostrar a otras comunidades la importancia de la defensa de sus territorios, y evitar que se hagan este tipo de proyectos sin consultar a los habitantes de las comunidades”. 

La académica definió a los documentales como “procesos colectivos que vuelven interdependientes a quienes se involucran en su realización; en el caso de los estudiantes se descubren problemas sociales cercanos así como descubrir situaciones que afectan a las personas, y el compromiso se convierte en una necesidad de acción”.