- Alumnado de las universidades Autónomas de Zacatecas, Tlaxcala y San Luis Potosí reflexionaron sobre el alma, el diablo y el antropocentrismo

Estudiantes de instituciones de educación superior participaron en la Mesa 30 “Historia de las mentalidades”
Paola Cortés Pérez
Fotos: Omar Portilla Palacios
26/11/2025, Xalapa, Ver.- Estudiantes de las universidades Autónomas de Zacatecas, Tlaxcala y San Luis Potosí dialogaron sobre las formas en que las ideas, creencias y valores moldean las relaciones humanas y sociales, tanto en el pasado como en la actualidad.
Esto, en el marco del LVII Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia (ENEH), organizado por la Universidad Veracruzana (UV), a través de la Facultad de Historia, en el que se desarrolló la Mesa 30 “Historia de las mentalidades”.
En la sesión participaron Heidy Marizza Ramírez Madrigal, de la Universidad Autónoma de Zacatecas; Humberto Cuamatzi Ahuatzi, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Cecilia Gabriela Morales Mitre, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Heidy Marizza Ramírez presentó la ponencia “El antropocentrismo como reproductor de paradigmas de violencia a través de la división de especies”, donde analizó cómo esta visión coloca al hombre en el centro del universo y excluye a quienes no se ajustan al modelo del “hombre ideal”, vinculado a la élite académica, a la religión cristiana y a la heterosexualidad.

Presentaron ponencias en el LVII Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia
“La idea antropocéntrica no solo deja de lado al que no es un ser humano, sino al que no está considerado como el modelo del hombre que se trata de exaltar; esta jerarquización excluye a mujeres, infancias, pueblos originarios, personas con discapacidades, animales, plantas y ecosistemas”, explicó.
Para abordar estas desigualdades, Ramírez Madrigal retomó el concepto de interseccionalidad de la violencia, que permite analizar la forma en que se entrelazan el racismo, sexismo, especismo y clasismo, y ejemplificó: “Un hombre negro pobre no vive la misma violencia que una mujer negra pobre”, reflexión que extendió a los animales y la naturaleza.
La joven concluyó al destacar la alteridad como una herramienta ética para construir relaciones de respeto entre seres humanos y no humanos: “Nos ayuda a relacionarnos entre unos, otros, otras, otres y entidades vivas bajo el respeto de las diferencias mismas”.
En tanto, Humberto Cuamatzi presentó el trabajo “Los indígenas ante el diablo: aculturación y mestizaje en la sociedad colonial”, donde analizó la construcción de la figura del demonio en la Nueva España y su relación con el proceso de evangelización.

Heidy Marizza Ramírez presentó la ponencia “El antropocentrismo como reproductor de paradigmas de violencia a través de la división de especies”
Comentó que su objetivo es “demostrar cómo la creencia del diablo por parte de los indios es un rasgo para distinguir el grado de mestizaje que la Nueva España poseía durante los siglos XVII y XVIII”.
Señaló que al llegar a América los españoles concibieron el territorio como un “reducto de Satanás”, lo que justificó la persecución de las idolatrías y la instauración de la Inquisición monástica y episcopal.
A través de casos documentales, Cuamatzi Ahuatzi relató cómo algunas comunidades reinterpretaron la figura del diablo; por ejemplo, Magdalena Pápalo, hechicera de Tlaxcala, cuyo culto a un ídolo fue considerado demoníaco y motivo de persecución. También analizó testimonios de indígenas que asociaban a los hechiceros con figuras como chivos o toros.
Por último, Cecilia Gabriela Morales presentó la charla “El alma como heredera en los testamentos: enfrentarse a la muerte en San Luis Potosí del siglo XVIII”, en la que explicó cómo estos documentos coloniales reflejan las creencias sobre la salvación y el “bien morir”.

Humberto Cuamatzi habló de “Los indígenas ante el diablo: aculturación y mestizaje en la sociedad colonial”
A partir del análisis de documentos del Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, Morales Mitre estudió los casos de María Isabel de Ceped de Nieto (1782) y Manuela Orán (1785), mujeres viudas que dispusieron sus bienes para el beneficio de su alma. “La heredera universal es su alma”.
Contó que las personas preferían dejar sus bienes a la Iglesia o dedicar misas y obras pías para su salvación espiritual, ya que dicha institución religiosa funcionaba como intermediaria entre la vida terrenal y la eterna, por lo que el miedo a la muerte motivaba las donaciones.
Los testamentos no solo tenían una función jurídica, sino también religiosa: aseguraban la profesión de la fe, la designación de un albacea, las ceremonias funerarias y el hábito con el que serían amortajados, en muchos casos el de San Francisco, santo asociado con la buena muerte, detalló.
La ponente concluyó que en el siglo XVIII “las personas buscaban asegurar el alma como su herencia más valiosa, una práctica que aún pervive en las oraciones, novenarios y tradiciones actuales”.

Cecilia Gabriela Morales dictó la charla “El alma como heredera en los testamentos”
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