- “Quiero que las cosas cambien y estoy dispuesta a dar mi tiempo y mi energía, pero sé que sola no puedo”: Ana Valderrama
- “Nos gustaría tener un manual de cómo hacer las cosas, ser feliz y salir adelante, ésta es la chamba que tenemos como colectividad”: María Elena Ríos
Paola Cortés Pérez
Fotos: Omar Portilla Palacios
30/11/2022, Xalapa, Ver.- Las mujeres deben ganar más espacios y entrar con la bandera feminista bien puesta en la política, la ciencia, el deporte, en todos lados, expresó Ana Valderrama, integrante y vocera de la Colectiva Sobrevivientes de Feminicidio.
Junto con María Elena Ríos, saxofonista y activista, ambas ofrecieron a los medios de comunicación una rueda de prensa al terminar el recital-conversatorio “Sobrevivientes: las voces nunca escuchadas”, organizado por la Coordinación de la Unidad de Género de la Universidad Veracruzana (UV) y la Colectiva Sobrevivientes de Feminicidio.
“Todas, todos y todes tenemos la responsabilidad de denunciar, de frenar, de hacer conciencia, no solamente las que somos sobrevivientes”, expresó María Elena Ríos.
Ana Valderrama es promotora de la lectura y le gustaría compartir cuentos, hacer programas de radio, dar talleres en las escuelas, presentarse en ferias del libro, porque cree en el poder de las palabras y las historias.
“La vida me puso en este camino: ser defensora de los derechos humanos. Soy una sobreviviente indirecta, pero en términos legales soy víctima, vocablo usado para cualquier persona que le sucedió un delito.”
Hace tres años, contó, junto con otras tres compañeras sobrevivientes directas, decidieron organizarse porque en México la cifra de mujeres asesinadas por razones de género cada día va en aumento.
“La colectiva está integrada por mujeres sobrevivientes, que han vivido violencia atroz y luego enfrentan la violencia institucional: tratos degradantes, inhumanos y repetitivos.”
En tanto, María Elena Ríos dijo que no le gusta el término “víctima”, sino sobreviviente, porque denunció la tentativa de feminicidio contra su persona; además, denunció lo que sufren otras mujeres.
“Aprendí y me di cuenta que el sistema patriarcal compuesto por el gobierno, la fiscalía, la Secretaría de la Mujer y la Salud, quieren víctimas que no denuncien, que callen, lloren y tengan miedo”.
¿Cómo acabar con la violencia contra la mujer en un país machista, donde la víctima es revictimizada por quienes imparten justicia?
María Elena Ríos (MER): Es necesario hacer conciencia en el sentido de que la justicia personal se puede convertir en una justicia para todas las personas; el motivo de visibilizar el autoritarismo y las violencias institucionales y de exigir, es para que no vuelva a pasar.
Tenemos que ser conscientes que aunque buscamos y se lograron medidas de no repetición y de castigos, modificaciones al Código Penal Federal y la tipificación de delitos en algunos congresos estatales, debemos ser conscientes que las leyes, iniciativas y dictámenes no son retroactivos.
Visibilizar la situación es ya una ganancia, porque el sistema nos despolitiza al permitir que los agresores sigan en la cárcel, mientras que a nosotras nos castigan y linchan mediáticamente, esto provoca que las mujeres no denuncien.
No sólo se trata de encarcelar al feminicida, sino de la manera y las condiciones en las que vivimos. Nos nombramos sobrevivientes, pero también diría supervivientes, pero en qué momento vamos a vivir y a dejar de sobrevivir. Debemos hacer consciencia de estos conceptos y cómo llevarlos a la vida diaria.
Ana Valderrama (AV): A esta pregunta no hay una respuesta, sino probablemente una suma de posibles propuestas. Se trata de deconstruir para construir.
Desde la colectiva creemos en el acompañamiento. Cuando las y los jueces, quienes son muy reticentes a juzgar con perspectiva de género –lo cual no es un requisito pero deben hacerlo–, nos ven juntas y organizadas, entonces reculan. Por ejemplo, convocamos a los medios de comunicación porque tienen reflectores y echan luz a los casos que tenemos que posicionarnos.
Tengo la osada propuesta de que el sistema judicial se sienta vigilado por la ciudadanía y si no juzga bien que haya consecuencias tangibles y palpables. Queremos condenas justas y se lograrán cuando al movimiento se sumen los medios de comunicación, la academia, la iniciativa privada, las organizaciones civiles, los maestros y quienes hacen la política; entendiendo que estamos en un sistema donde lo político es personal y lo personal es político.
¿Es alarmante la situación de violencia contra las mujeres?
AV: Antes de que apareciera el virus del SARS-CoV-2, nosotras decíamos que la violencia hacia las mujeres es una pandemia; desde los micromachismos –que de micro no tienen nada– hasta el acoso callejero y el acoso escolar.
Como fundadora de una colectiva –integrada por mujeres mermadas, erráticas, con mucho miedo y con cero recursos– veo al gigante Goliat y a veces me aterra, me cuesta trabajo decir “vamos a tomar la Fiscalía”, “vamos a dar una entrevista”, pero llega un punto en donde pienso que ya no hay nada que perder y me levanto todos los días.
Aquí no estoy por gusto, sino porque quiero que las cosas cambien y estoy dispuesta a dar mi tiempo y mi energía, pero sé que sola no puedo, las sobrevivientes de atentados feminicidas necesitamos de todas. Necesitamos mucha paciencia, porque esto no se resolverá rápido, es algo que nos llevará décadas construir. A veces estoy optimista y a veces en la lona.
El estado de Veracruz cuenta con dos alertas de violencia de género contra las mujeres (AVGM) y está analizándose solicitar una tercera. ¿Es suficiente?
MER: Oaxaca también cuenta con una AVGM, pero tenemos poco acceso a los datos y estadísticas reales. Gracias a los organismos es que conocemos que se tienen contabilizados 714 feminicidios en medios de comunicación, dato que probablemente sea entre cuatro o cinco veces mayor, porque no son consideradas las mujeres que pierden la vida o están en calidad de desaparecidas por cuestiones de usos y costumbres.
Se tiene que reconocer que las instituciones fallaron, no ejecutan adecuadamente la impartición de justicia; además, debemos visibilizar que tenemos un Estado totalmente machista. Hablo de temas políticos, porque nosotras también hacemos política.
AV: Podrán activarse miles de alertas, pero si los recursos económicos, convenios y demás sólo son simulación, entonces no pasará nada, aunque la gente siga vistiéndose de color naranja cada mes.
Es un tema complicado porque siento que muchas instituciones hacen simulacros y simulaciones; no pueden levantar la voz sin nosotras; entonces, tenemos que arrebatar el micrófono.
Las personas que están en la cúspide del poder son quienes encubren a quienes violentan a las mujeres, ¿cómo puede existir justicia si no hay quien garantice los derechos de las personas?, ¿qué deberían hacer las autoridades para cambiar esta situación desde la raíz?
MER: A todos nos gustaría tener un manual de cómo hacer las cosas, cómo ser feliz y salir adelante; precisamente ésta es la chamba que tenemos los colectivos, las activistas y las sobrevivientes, que están en constante aprendizaje.
Hace poco una niña me preguntó muy sorprendida: “En serio, ¿antes la mujer no podía votar?”. A mí me gustaría en un futuro, probablemente ya no me tocaría escucharlo ni vivirlo, que en algún momento una niña diga “¿A poco antes las quemaban con ácido, las mataban, las asfixiaban?”, y lo que vivimos ahora forme parte de un pasado.
AV: Tenemos que ganar más espacios. Las mujeres deben entrar a la política, la ciencia, el deporte y en todos lados con la bandera feminista bien puesta. Es una orquestación sin plan, sin líder, todas tenemos la misma valía, por eso hay tantas campañas para desprestigiar a un movimiento que da una gran esperanza radical.
Las activistas en México defienden los ríos; nombran la violencia vicaria; miran a los juzgados de lo familiar; estamos en la academia, pero tenemos que ser muy pacientes y debemos cuestionarnos sobre lo que hacemos en el día a día.
¿Qué herramientas o mecanismos deben usarse para combatir la desinformación?
MER: La respuesta es la responsabilidad social, porque sólo tendemos a responsabilizar a quienes representan a las instituciones o colectivos, cuando todas, todos y todes tenemos la responsabilidad de denunciar, de frenar, de hacer conciencia, y no solamente quienes somos sobrevivientes.
El caso de los medios de comunicación es un tema muy particular pues de pronto se habla que la educación sólo viene de la familia y es cierto que en ella se aprenden los valores, pero la formación también proviene de la calle y de los medios.
Reconozco y agradezco el eco que nos dan los medios, sin ellos estos movimientos no se conocerían; sin embargo, hay merma y desinformación porque no hay perspectiva, no hay capacitación y hay un grave desconocimiento. Se entiende una idea separatista, cuando no se tiene que ser feminista para reconocer que están matando a las mujeres y que somos vulnerables.
Entiendo que vivimos en una sociedad demasiado violenta y lo primero que nos siembran es el miedo, pero tenemos que aprender sí o sí a ser valientes, a saber decir “no”, a atrevernos a ser rebeldes y desobedientes. Hoy puedo decir estas palabras, votar o usar pantalones, porque muchas compañeras murieron, no hablo de los lamentables casos de hace dos o tres años, sino de hace décadas.
AV: Contra la desinformación esta la información, pero qué es ésta en tiempos de la posmodernidad o posverdad, no lo sé. Las redes sociales y las tecnologías de la información tienen tantos filos que debemos aprender que son sólo una herramienta.
Estamos aprendiendo, no tenemos soluciones mágicas, no tenemos la cajita del ABC; se trata de deconstrucción, que no es destruir, sino desarmar el sistema y volverlo a armar sin cosas que hagan daño.
Las soluciones pequeñas, micro, nano, son las que desmantelarán la violencia contra las mujeres. Tenemos que aprender que no todo lo que está dado es verdad, hay que preguntar y ser curiosos, es mentira que la curiosidad mató al gato.
¿Algo más que deseen compartir?
MER: Hacer la invitación a las personas tomadoras de decisiones a no actuar de una manera ególatra y ver sólo por sus privilegios.
Es necesario que quienes legislan tomen en cuenta a la sociedad y aprendan a escuchar, que organicen mesas de diálogo, de análisis y/o estudio. No basta la paridad para ocupar una silla o escritorio, es necesaria la convocatoria.
AV: El desinterés es mayúsculo de parte de las autoridades, pero que las personas nos escuchen en este conversatorio-recital es un acto revolucionario y el estar en la UV es una osadía, hay un costo.
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