- El profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, ofreció la conferencia “Diálogos de campo en Veracruz: adaptaciones y mutaciones etnográficas (1936-2016)”
José Luis Couttolenc Soto
Fotos: Omar Portilla Palacios
17/03/2022, Xalapa, Ver.- Para Juan Antonio Flores Martos, profesor titular de Antropología Social en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) de España, la etnografía es un método necesario para continuar hablando de antropología, no obstante la incomodidad, dificultades, adaptaciones y mutaciones metodológicas que en ocasiones tienen que realizar los etnógrafos.
El investigador español expresó lo anterior durante su conferencia “Diálogos de campo en Veracruz: adaptaciones y mutaciones etnográficas (1993-2016)”, con la que inició la quinta edición del Seminario Permanente Interinstitucional “Repensar la etnografía: reflexiones epistemológicas y metodológicas sobre el quehacer en el trabajo de campo”, organizado por la Universidad Veracruzana, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Unidad Golfo y el Centro INAH-Veracruz.
Con una mirada autocrítica sin dejar de lado los aspectos epistemológicos, metodológicos y éticos, el ponente mostró las diferencias que encontró en relación a las investigaciones que realizó en Poza Rica, Xalapa y Veracruz en los años noventa, lugares que revisitó 25 años después, en 2016.
Centró su charla en escenas, conversaciones y acciones que realizó durante su estancia en tierras veracruzanas, las cuales, dijo, “habitualmente no son expuestas ni analizadas en textos académicos o enseñanzas”.
Desde su perspectiva, el antropólogo y académico refirió que el tipo de etnografía más convencional o canónica, “que se puede calificar como exitosa”, es la que muestra al antropólogo enfrentándose a dificultades y obstáculos de toda clase, logrando superar pruebas “a la manera del héroe de cuento en el análisis estructural que hace Vladímir Propp.
”Me parece necesario reivindicar la etnografía y el trabajo de campo de larga estadía como un patrimonio del oficio”, dijo refiriéndose a una etnografía que cada vez se practica menos por su complejidad, implicación personal y vital, “pero que mantiene intacta la seducción por su capacidad perturbadora y una provocación intelectual que nos interpela como lectores y como investigadores”.
Agregó que “es obvio que los etnógrafos también somos cuerpos que sienten, gozan, sufren, que tienen miedo y ansiedad, que pueden enfermar y experimentar toda clase de emociones, y somos cuerpos que interactuamos con los cuerpos de la gente con quienes convivimos, hay quienes investigamos en sus nichos socioculturales”.
Describió a los etnógrafos como científicos sociales que planean y controlan sus interacciones y tareas durante su trabajo de campo, como una clase particular de viajeros que desarrollan sus relaciones personales y sociales con nativos, perso
Categorías: Cultura