Entre la brecha digital y la brecha discursiva

 

El viernes 23 de mayo, previo a la conducción del programa del Scratch day en Xalapa (https://sites.google.com/site/scratchdaymexico2015/home), se llevó a cabo un evento de inauguración con exposiciones de estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Azcapotzalco y del Instituto Politécnico Nacional, además de la participación de la Universidad Pedagógica Veracruzana, de asociaciones civiles y empresas mexicanas de innovadores que se dieron a la tarea de mostrar productos y proyectos tecnológicos como robots, impresoras 3D y plataformas de hardware libre para la elaboración de proyectos muy en el estilo de los eventos de makers y makers faires .

Adicionalmente se organizaron dos mesas de discusión, una con los jóvenes que han participado en proyectos de desarrollo tecnológico en sus contextos escolares y en competencias internacionales y otra más en el que se discutió sobre la incorporación de las TIC en la educación. En esa mesa participamos el maestro Luis Manuel González del proyecto de educación mobile, la maestra Ingrid Aileen Treviño de la UPN y un servidor. La mesa estuvo moderada por la maestra Celma García León, profesora de la institución encargada de la organización del evento.

En este panel platicamos sobre lo que se ha hecho en materia de incorporación de las TIC al currículum y lo que consideramos que se debe hacer al respecto. Sin temor a equivocarme puedo decir que el consenso general que se dio entre los panelistas fue el reconocimiento de una brecha –además de la digital– que separa al discurso  político/institucional de lo que realmente pasa con los profesores y estudiantes en relación con el uso educativo de las TIC. Las posturas políticas e institucionales con respecto a las TIC  suelen responder a un enfoque modernizador y entusiasta que no es del todo incorrecto, pero que no es suficiente para lograr una incorporación efectiva de las tecnologías de información y comunicación en el habitus del docente. Las instituciones tienen la responsabilidad de trazar el rumbo institucional y tomar decisiones a partir de tendencias y casos de éxito incluyendo lo relativo al tema tecnológico, pero de no llegar a su implementación la brecha discursiva seguirá siendo igual de importante que la brecha digital. Los profesores de los distintos niveles educativos tienen concepciones diversas sobre lo que para ellos es incorporar las TIC en el aula y si la institución educativa no define con claridad qué es lo que la comunidad debe entender por innovación y no de establece una directriz institucional que más allá del enfoque protecnológico responda a las necesidades de los profesores y estudiantes, la incorporación de las TIC a la escena educativa seguirá siendo exclusiva de los discursos políticos.

A propósito del evento que nos convocó en esta ocasión, usar Scratch en el salón de clase sería sin duda, una actividad interesante, innovadora y en cierto sentido motivadora tanto para los alumnos del nivel básico como para sus profesores, padres y directivos. No obstante, incluir Scratch en planes y programas de los sistemas educativos sin justificación teórica pero con orientados por el capricho o la buena voluntad de algunos profesores, lo único que obtendríamos es un efecto Hawthorne –o de novedad– que no impactaría al estudiantado ni a sus formas de aprender y que eventualmente se diluiría. Incluir a Scratch –y digo Scratch porque de eso trató el evento, pero usted amable lector sustituya el nombre de esta herramienta por cualquier tecnología de moda (tabletas, gafas holográficas, QR, Video Juegos y un largo etcétera)– en planes y programas de los sistemas educativos de básicas sin antes haber discutido de manera colegiada su pertinencia e impacto es una decisión naïve y destinada al fracaso.

Ahora bien, en lo personal creo que Scratch es una herramienta que permite desarrollar el pensamiento lógico de los usuarios, su creatividad y visión de trabajo por proyectos, pero eso no quiere decir que Scratch deba ser utilizado en todos los niveles educativos y en todo momento –aún cuando algún discurso institucional/político así lo sugiriera–. Entonces, ¿cuándo debemos utilizar Scratch? ¿Para qué? ¿Con qué sentido? ¿hasta dónde? Estas preguntas serán precisamente las que orienten una discusión colegiada, pensada y legímica sobre su alcance y propósito académico. Adoptarlo como la solución de facto para situaciones escolares no discutidas colectivamente. No es el camino. E insisto me refiero a Scratch porque ese fue el contexto del evento  pero ¿no les parece similar este contexto al de la adopción de la radio como medio educativo o de la televisión o de la computadora personal o del software de oficina o del CD ROM educativo o de la Internet o de las impresoras 3D o de los drones o de las wearable computers o de los hololenses, o de un largo etcétera de tecnologías y gadgets de moda que han llegado a las aulas sin justificación y sin sentido?

La tecnología digital es fascinante, si lo es. Pero su incorporación a la academia debe ser reflexionada de forma colegiada para que su adopción sea crítica, legítima, democrática y clara para todos los actores de los procesos educativos. El uso de whatchamacallits por consenso de unos cuantos, por la buena voluntad de otros más o por instrucción caprichosa de la institución debe dejar de ser la tendencia de la innovación de los espacios educativos. Al implementar tecnología digital en contextos educativos debemos de pensar primeramente en el aspecto educativo y posteriormente en la tecnología.

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Fotografía de Omar Jiménez

Comentarios
Comentarios antiguos
  • Diana Montes
    25 septiembre, 2015 9:46

    Muy buena reflexión Doctor, creo que por eso todas las tecnologías de moda fracasan, porque no hay pensamiento, no hay apropiación de la tecnología para el quehacer educativo, este es el reto.