En su ensayo La cámara lucida, Roland Barthes busca la esencia de la fotografía en la evidencia del “eso ha sido”. Distingue entre las fotos de las cosas que no muestran más que la realidad llana y las fotos de un cuerpo, de un rostro o de un ser amado que transmiten su identidad y su presencia. Para Barthes la fotografía autentifica la existencia del ser representado y le permite volverlo a encontrar en esencia “tal que en sí mismo”. Esta diferencia entre objetos y seres es moderada por las fotografías de René Torres. Para su mirada algunos fragmentos residuales, de poco valor para muchos, adquieren el valor que él les concede. Con toda su importancia estos detalles hacen presente la persona amada.
Mientras lo próximo se aleja, lo que queda satisface la proximidad. Aquí la fotografía en su forma final es la impronta y el soporte indicial de una presencia y a la vez en su práctica es un proceso que trabaja los recelos del tiempo de la memoria. “Esto ha sido”.
Fragmento del texto escrito por Eric Jervaise para la serie “Lo que queda”.
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Título: Hacía algún tiempo.
Autor: Angélica Morales Noble.
HEMOS aprendido a contar el tiempo, sabemos que la suma de los
segundos van formando siglos, sin embargo ¿Cuántas veces nos
detenemos a observar las marcas del tiempo?
Una de las maneras en las que encontré el tiempo, como forma, como
recorrido y como retrato, fue en aquellas construcciones que con cada
suma de segundos han evolucionado, como si fuéramos nosotros:
organismos vivientes. En su tiempo encuentro la belleza del desgaste, el
abandono, el cúmulo de historias que sobreviven en un casco inundado
por plantas, en la herrería, en la pintura que aún se abraza a las paredes.
El tiempo es belleza, y la belleza existe en las historias que ahí se
encuentran.
El proyecto que presento “Hacía algún tiempo”, es una propuesta
visual sobre hacia dónde vamos, de qué huímos o de dónde venimos y
sobre todo, qué es lo que se queda con nosotros.
¿Por qué conservarlo?
