De forma, color y textura: carteles de Arrieta, Huerta y Paredes
A muchas razones históricas vinculadas sobre todo con la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana es atribuible que el cartel en Xalapa tenga una importante presencia y que para públicos de diversa índole constituya materia de interés en no menor escala. El paso por la academia de distinguidos diseñadores nacionales e internacionales desde hace más de tres décadas y la proliferación de toda clase de hechos culturales y artísticos específicos (danza, teatro, música, libros…) en nuestra geografía ha puesto a tal tipo de piezas de comunicación en la punta de los productos de diseño.
Caracteriza a estos carteles precisamente eso, que no promueven productos ni empresas comerciales, sea porque en nuestra ciudad hay poca y prácticamente nula inversión en la planta productiva, sea porque la orientación del diseño desde la Facultad y la ciudad misma permean afecto por la cultura y el arte –con sus respectivas complicidades–, o ambas cosas.
Distingue a estos carteles, también, la factura centrada fundamentalmente en la ilustración (que no en la fotografía o la tipografía, por ejemplo), hecho que proviene de una formación y un entorno que mantiene muy cerca, frecuentemente hermanados, al arte y al diseño, con una visión humanista, entendida ésta como una actitud vital basada en una concepción integradora de los valores culturales, sociales, artísticos y finalmente humanos. Todo ello frente a la eficacia e inmediatez comunicativa de las redes sociales, gracias a lo cual los carteles de Celso Arrieta, Aram Huerta y Adán Paredes son sobre todo piezas autorales que, por más que se trate en su mayoría de diseños por encargo, más que convocar hacen material para la memoria, a través del que además asientan, con distintos pretextos, visiones peculiares del mundo y de su mundo, a veces notables, y referentes de lo pertinente y lo posible en un entorno donde del otro lado abundan, en hechuras individuales, grupales e institucionales, la improvisación y la espontaneidad más desventuradas.
Omar Gasca, mayo 2015