Cultura

Tradición del Día de Muertos, parte de la identidad como mexicanos

  • Jesús Bonilla Palmeros, adscrito al Instituto de Antropología UV, hizo un llamado a mantener viva esta tradición y otras más que son carta de presentación cultural ante el mundo 
  • Ofreció charla “La festividad de Todos Santos: tradición y simbolismo” 

 

Jesús Bonilla Palmeros dijo que la tradición del Día de Muertos da identidad como mexicano

 

José Luis Couttolenc Soto 

Fotos: Omar Portilla Palacios y cortesía Jesús Bonilla 

31/10/25, Xalapa, Ver.- Jesús Bonilla Palmeros, investigador adscrito al Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV), hizo un llamado a la ciudadanía a continuar manteniendo viva la tradición del Día de Muertos, porque ésta, junto con otras más, dan sustento a nuestra identidad como mexicanos y es carta de presentación cultural ante el mundo. 

El investigador, que tiene alrededor de 40 años de estudio sobre esta tradición, fue invitado por la Dirección General de Investigaciones (DGI) para ofrecer la charla “La festividad de Todos Santos: tradición y simbolismo”, en la que compartió el origen, historia y significado de esta que es una de las tradiciones más significativas de México, así como su simbolismo detrás de la celebración.    

Comentó que la celebración de Todos Santos es la pervivencia de un proceso sincrético desarrollado por las sociedades indígenas ante la imposición de la religión católica durante el proceso de evangelización a lo largo del siglo XVI.

 

Roberto Zenteno Cuevas reconoció el trabajo del investigador en torno a la tradición del Día de Muertos

 

En el auditorio de la DGI, Bonilla Palmeros habló en torno a este evento, pues en México y Guatemala se hace fiesta de la muerte; y ofreció información para entender la carga simbólica de los altares, las ofrendas, la llegada de las ánimas, dio un panorama general de algunas prácticas mortuorias que se tienen de la época prehispánica por grupos que se desarrollaron en Mesoamérica. 

Refirió que la muerte en México prehispánico era concebida como un momento dentro del orden cíclico, no implicaba un final, sino la trascendencia hacia otros espacios dentro del cosmos, en el que la esencia espiritual del individuo continuaba desempeñando una serie de funciones para propiciar la continuidad. 

En su exposición hizo alusión a la serie de concepciones de los lugares que visualizaban los grupos nahuas, en donde dependiendo la forma en que morían las personas, se determinaba el lugar que correspondía a su espíritu; refirió el Oriente, el Tonatiuhichan (“casa del sol” en náhuatl), donde iban los guerreros que morían en el campo de batalla, y en la piedra de sacrificios. 

El Tlalocan, una de las partes más altas de la bóveda celeste, que llamaban “celeste cielo”, a donde iban los ahogados, los fulminados por rayos, los hidrópicos, o los sacrificados al dios de la lluvia (Tláloc), y a su consorte la diosa Chalchiuhtlicue (la de las aguas quietas, lagos, lagunas, ríos).

 

La festividad de Todos Santos: tradición y simbolismo

 

De ahí al Poniente, el Cihuatlampa (la región de las mujeres), a donde iban las que fallecían en el parto por lo que eran deidificadas, por ello su nombre Ciguateteoh (mujer divinizada) o Cihuapipiltin (mujeres ennoblecidas); luego el Mictlán, el inframundo, las nueve regiones de la muerte, a donde iban los que morían por cualquier causa diferente a las anteriores.  

Había un quinto lugar, el Chichihualcuauhco (lugar del árbol nodriza), a donde iban los niños muertos durante el período de lactancia, allí eran alimentados por el árbol dado que aún no comían maíz, y los senos del árbol los acababan de amamantar. 

El investigador del Instituto de Antropología apuntó que las cinco regiones son el antecedente en la región centro de Veracruz en donde, de acuerdo a la tradición, el 27 de octubre llega el espíritu del perro guía; el 28 los ahogados; el 29 los matados; el 30 el limbo; el 31 los chicos, el primero de noviembre los grandes, y el dos el ánima sola; “seguimos conservando el orden de llegada ajustado a las antiguas concepciones que tenemos para la época prehispánica, dependiendo la forma que falleció la persona”, dijo.

 

En las ofrendas de los altares predominan elementos cuyos ingredientes son la base de la dieta mesoamericana

 

En cuanto a los altares, mencionó que en las ofrendas predominan elementos cuyos ingredientes son la base de la dieta mesoamericana (maíz, frijol, chile, calabaza); no obstante, dijo que en los últimos 50 o 60 años la tradición refleja una serie de cambios que ellos, como antropólogos, lo ven como parte del dinamismo cultural. 

“Ahora a los jóvenes les gusta la hamburguesa, la pizza, el refresco de cola y algún otro producto, y que no nos extrañe que dentro de 30 o 40 años entre los alimentos tradicionales de la ofrenda, también pongan estos productos, porque la justificación es que les ponemos lo que les gustaba”. 

Estuvieron presentes Roberto Zenteno Cuevas, director general de Investigaciones; Roxana Ivette Zermeño Rivas, coordinadora de Gestión y Divulgación de la Investigación; docentes y estudiantes de posgrado.