Por la vida

Por la vida
Por María José García Oramas

 

Quienes promovemos la emancipación de las mujeres y su derecho a elegir libremente sobre su vida y propio cuerpo, estamos por la vida, si, por la vida digna y en libertad. Por eso buscamos que nuestras niñas de hoy y las de las próximas generaciones crezcan en un ambiente de amor y no de violencia, que tengan acceso a la educación y no se vean forzadas a trabajar desde pequeñas; que jueguen y disfruten de su niñez sin estar constantemente expuestas a ser ultrajadas, raptadas, vendidas, entregadas en matrimonio, sin haber cumplido ni siquiera 10 años de edad.

Buscamos que las adolescentes en nuestro país y en el mundo no se embaracen como producto de violaciones, de relaciones sexuales peligrosas; que amen y sean amadas por sus parejas sin tantos engaños que en ocasiones las llevan al suicidio, al negocio de la trata y a la esclavitud sexual. Deseamos que las mujeres adultas no terminen cada día exhaustas por las dobles y triples jornadas laboradas, que no sean acosadas cotidianamente en la calle, en el trabajo, en la escuela; que no sufran maltrato por su pareja o terminen sacando a sus hijos adelante ellas solas, mientras ellos siguen embarazando a otras mujeres. Que no mueran por abortos clandestinos mal practicados o víctimas de feminicidio.

Queremos que las adultas mayores puedan algún día jubilarse dignamente, que no tengan que atender nietos, padres o familiares enfermos y ancianos sin parar de cuidar a otros hasta su último aliento. Finalmente, queremos que nuestras ancianas mueran naturalmente, tranquilas y en paz, y no en el abandono y la negligencia.

Quienes promovemos la emancipación de las mujeres y su derecho a elegir libremente sobre su propio cuerpo buscamos ser congruentes con estos ideales. Actuamos sin violencia, con una moral firme y única. No compramos tangas con dinero público, no violamos, no somos pederastas ni contratamos sexoservidores para nuestro servicio personal. No actuamos bajo intereses políticos o económicos ni bajo órdenes supremas o divinas.

Manifestamos nuestras ideas a plena luz del día y de frente a la sociedad sin imponer, sin predicar verdades absolutas ni condenar al fuego eterno a quienes piensan diferente a nosotras.

Como veracruzanas, aprobamos el hecho de contar por vez primera con un Congreso estatal que tiene representación paritaria de mujeres y hombres en su seno, y en este período de sesiones, cuando está en juego la ratificación de la mal llamada ley «antiaborto» y «antivida», esperamos que actúen de acuerdo a las leyes que rigen al Estado mexicano laico, y a las que éste ha firmado y ratificado en materia de derechos humanos.

Deseamos a nuestras congresistas que emitan su voto guiadas no por instrucciones supremas, no por dedazo, no por soborno, no por coacción, o miedo a la condena moral sino por el contrario, plenamente convencidas, como nosotras, de que la libertad para las mujeres y para cualquier ser humano representa, «el don más preciado que Dios dio a los seres humanos», palabras que, tan acertadamente, Don Quijote de la Mancha dirigiera a su fiel amigo y escudero, Sancho Panza.

Nos congratulamos también de contar con una mujer académica como defensora estatal de los derechos humanos y consideramos que ella, en su calidad de experta en esta temática, sabe bien que la libertad de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo no se limita al hecho de no ser criminalizadas por ejercerla. Esperamos que en el informe que al respecto prepara, reconozca el mandato de la ONU a las mujeres, en el sentido de reconocer que la mejor manera de evitar la muerte de las mujeres por abortos mal practicados es garantizarles su derecho a decidir sobre cuándo, cómo, con quién y cuántos hijos desean tener.

Como ciudadanas, estaremos vigilantes de las decisiones que al respecto de la ley tomen nuestros diputados y diputadas convencidas, también, de que la ciudadanía plena que ejercemos no se limita a la emisión del voto, sino a la exigencia de rendición de cuentas a quienes hemos elegido para que nos representen, y al reforzamiento de la acción colectiva para garantizar nuestros derechos.

La vida, la que es verdaderamente humana y no puramente biológica, empieza cuando respiramos en completa libertad, no antes. Por eso, quienes promovemos la emancipación de las mujeres y su derecho a elegir libremente sobre su propio cuerpo estamos por la vida, si, por la vida digna y en libertad.