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Nota: Salud y enfermedad (Parte 1)

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Publicado por Oliva Noticias en Miércoles, 14 de julio de 2021

 

¿Por qué unas personas se enferman más que otras? Es una pregunta recurrente, semejante a ¿Por qué a mí? aplicada a la salud. Hemos aprendido a darnos cuenta de que, llegar a la vejez, es realmente una proeza.

Nunca como ahora habíamos estado tan enfocados en esta cuestión. Quisiéramos conocer los factores que intervienen, comprenderlos y utilizar ese conocimiento para protegernos y proteger a nuestros seres queridos.

Hace poco, estaba concentrada en mi trabajo, pero como soy de oreja distraída, escuché una plática de pasillo: La conversación giraba alrededor de si las vacunas funcionan o no, para evitar contagiarnos de COVID-19 en su variante Delta. Comentan rumores sobre personas con el esquema completo de vacunación que se habían enfermado y lamentablemente perdido la batalla contra el virus.

Si las vacunas funcionan o no, es una duda válida, ya que no somos especialistas y tenemos derecho a saber qué pasa con los recursos con los que contamos para mantenernos sanos. Pero para responderla, es mejor buscar información de un especialista o de otras fuentes científicas serias. Mejor si tomamos información de más de un especialista y diversas publicaciones científicas. Entonces, podremos tener nuestra propia opinión informada al respecto.

Nos enteraremos, que las personas vacunadas que contraen el virus son una fracción muy pequeña. En verdad pequeña. De las personas que fallecen actualmente por esta enfermedad, más del 98% no estaban completamente vacunadas, mientras que menos del 2% si lo estaban.

Debemos considerar que las personas están completamente vacunadas, después de dos semanas de recibir la segunda dosis (para las vacunas que requieren 2 dosis (vacunas de ARNm)), o dos semanas después de recibir una vacuna de dosis única.

Recordemos que hay factores que pueden intervenir en que logremos la inmunidad. Son hábitos o acciones que hacemos entre el momento en el que nos ponen la primera inyección y pasa el tiempo necesario para que se genere la inmunidad.

Incluso si seguimos al pie de la letra las recomendaciones que nos dan, entre esa pequeña fracción de personas que adquieren el virus (aun completamente vacunados) podemos estar nosotros. Por lo que se recomienda seguir con las medidas preventivas que ya conocemos.

Esto se debe a que, como seguramente ya lo sabes, las vacunas proporcionan inmunidad. Y la inmunidad es solo uno, entre muchos de los factores que intervienen en nuestra posibilidad de enfermarnos.

Una de las personas más longevas que he visto, es un médico mexicano que se preguntó eso y decidió responderlo. El científico Ruy Pérez Tamayo, que en noviembre cumplirá 97 años y que tiene proyectos que estarán vigentes dentro de varias décadas. Y dentro de una mirada romantizada de la salud y la enfermedad, podríamos sugerir que ese es el secreto: mantenerse activo, positivo y seguir planeando hacer lo que nos gusta.

Pero no es así, no hay secretos.  Él describió 15 factores divididos en dos grupos: propios de la persona y propios del medio ambiente. Estos factores no son todos, existen aspectos que aún se están estudiando, pero no son secretos, solo son factores que aún no entendemos cómo intervienen.

Los 15 factores son los siguientes:

Propios de la persona: Edad, Sexo, Educación, Higiene personal, Estado de nutrición, Hábitos y adicciones, Estado de salud, Inmunidad y Susceptibilidad.

Propios del medio ambiente: Habitación, Agua potable, Drenaje, Higiene de los alimentos, Higiene en el trabajo y Contaminación.

En esta ocasión compartiremos brevemente sobre cómo funcionan los que son propios a nuestra persona y, en una siguiente nota, platicaremos sobre los que pertenecen a nuestro ambiente.

Si no puedes esperar, consulta el libro Microbios y enfermedades publicado por el Fondo de Cultura Económica y también el artículo The Genetic Theory of Infectious Diseases: A Brief History and Selected Illustrations de Jean-Laurent Casanova y Abel Laurent publicado por la revista Annual Review of Genomics and Human Genetics  y encontrarás más información.

Lejos de lo que podríamos pensar, la edad no es tan determinante. Pero cobra importancia cuando se relaciona con otros tres factores: estado nutricional, inmunidad y susceptibilidad. Por ejemplo, sabemos que los niños y los adultos mayores desnutridos son más propensos a enfermedades infecciosas.

Respecto al sexo, sabemos que los hombres son más susceptibles a las enfermedades infecciosas. Y aunque existen muchas posibles respuestas, en realidad, no hay nada seguro de por qué sucede así.

La educación ha sido un factor importante desde que tenemos registro de la historia. Hasta mediados del siglo XIX, la esperanza de vida al nacer era de un promedio de 20 años en todo el mundo, debido principalmente a la altísima mortalidad de menores de cinco años. Claro que había gente mayor, generalmente considerada sabia, entre los que se encontraban guías comunitarios, que además de sobrevivir a la infancia, posiblemente aprendieron cómo conservar la salud mediante la observación e identificación de buenas prácticas. Aunque no podemos asegurar nada, podría ser una coincidencia.

Lo que sí sabemos es que, actualmente, las personas con niveles más altos de educación en general tienen más posibilidades de mantener hábitos de higiene y de alimentación adecuados, y están expuestos a condiciones laborales más benéficas, tiene sueldos más altos, acceso a servicios médicos de mayor calidad.

La higiene personal es sumamente importante y ha sido determinante en otras pandemias. Incluso en la actual, desde el inicio se enfatizó en la higiene de manos y aunque actualmente se sabe que este virus se transmite principalmente en el aire, la higiene de manos evita que adquiramos otro tipo de enfermedades que vulneren nuestra salud.

El uso adecuado del cubrebocas, permanecer a cierta distancia de otros y el estornudo de etiqueta son una extensión de los hábitos de higiene necesarios para reducir riesgos de contagios.

Los hábitos y adicciones que mantengamos pueden afectar la resistencia a las enfermedades o ayudar a que los agentes infecciosos lleguen a nosotros. Y aquí no solo tenemos el tabaquismo, el alcoholismo y las distintas formas de drogadicción, que ya sabemos que más temprano que tarde, pasarán la factura a nuestro bienestar. También está la forma en la preparamos los alimentos y bebidas, dónde las consumimos, las elecciones que hacemos para alimentarnos, la automedicación, la implementación de dietas de moda autoimpuestas, nuestra actividad física diaria, y las horas que dormimos, entre otras decisiones que tomamos diariamente.

El estado de salud, es decir, esto puede funcionar como un círculo virtuoso donde una buena salud previa nos protege de las infecciones o nos permiten transitarlas sin pasarla tan mal. También puede funcionar al revés, donde una mala salud previa, nos expone a adquirir más fácilmente nuevas enfermedades y que nuestro cuerpo se vea seriamente afectado.

Hay otros factores relacionados, como el estado anímico preponderante, la exposición prolongada al estrés, entre otros estados psicológicos que están dentro del estado de salud. Estos han sido poco explorados en comparación con enfermedades como la diabetes o estados de obesidad. Pero que parecen ser igual de importantes.

Luego tenemos la inmunidad y está la podemos adquirir mediante las vacunas o porque nos enfermamos y sobrevivamos a la infección. Puede ser temporal o permanente, total, parcial o transitoria. Vacunarnos representa una gran ventaja, pero no lo es todo.

La susceptibilidad o lo que nos hace más o menos propensos a enfermarnos es en parte una incógnita. Piense en todas esas noticias amarillas que ha escuchado: fiestas de familiares donde participó una persona contagiada y tristemente, casi todos murieron después por la enfermedad. Y piensa también en tu lugar de trabajo o vecindario, algunos se enfermaron, otros no, unos graves y otros no tanto, unos al inicio otros todavía no les da.

La susceptibilidad tiene un componente genético. Por lo que podríamos esperar que a miembros de una misma familia les vaya parecido ante una enfermedad, sobre todo si comparten los mismos hábitos y ambientes. Mientras que una población no tan parecida, que, aunque comparten el mismo ambiente, tienen costumbres, hábitos y principalmente una herencia genética distinta, les vaya de manera desigual ante la misma enfermedad. Así que, nuevamente, podemos ver varios factores asociados, y aunque podríamos dejarnos llevar por el determinismo, en la realidad no existe tal cosa.

Los seres humanos somos muchos y muy diversos. Quizás esta desafortunada situación pandémica, pueda presentar la oportunidad de vernos desde otra perspectiva. Las ciencias emergentes que analizan datos a gran escala (BigData), puede darnos nueva información de la interacción entre los factores que intervienen en la salud y la enfermedad.

Por ahora solo una cosa es segura, podemos emplear el conocimiento generado a nuestro favor. Haciendo lo que nos conviene y dejando de hacer lo que nos afecta negativamente. Las decisiones respecto a cómo vivimos nuestra salud y enfermedad son solo nuestras. Elijamos cada vez mejor.

Información con Ciencia para Oliva Noticias Multimedios

Gladis Yañez de Sábados en la Ciencia de la Universidad Veracruzana

gyanez@uv.mx

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