Universidad Veracruzana

Skip to main content

Nota: En riesgo de extinción

💡 #InformaciónConCiencia En riesgo de extinción

➡️ https://cutt.ly/viuB6Ja
Sábados En La Ciencia #OlivaNoticias #Multimedios

Publicado por Oliva Noticias en Miércoles, 24 de junio de 2020

 

 

Nuestro planeta tiene aproximadamente 4,500 millones de años de existencia, los registros de vida se han estimado hasta 3,800 millones antes de nosotros, pero nunca ha habido tantas especies diferentes (riqueza) como las que existen ahora mismo.

La vida en el planeta enfrenta riesgos constantemente y desde su aparición ha habido cinco episodios de extinción masiva que destruyeron del 70 al 95% de las especies de plantas, animales y microorganismos que han existido. Después de cada episodio, la vida se ha recuperado y se ha multiplicado nuevamente.

Estamos presenciando una sexta extinción masiva. Se tiene evidencia que tal fenómeno tuvo su aceleración a partir del año 1800. Sabemos que la causa es la actividad humana.

A quienes puedan pensar “si ya hubo cinco extinciones masivas, ¿Qué más da otra?, la vida se recuperará sin nosotros”.  Este pensamiento no toma en cuenta varios aspectos, mencionaremos sólo cuatro: 1) Ningún evento previo tuvo su origen en una especie, que además tiene la capacidad de asumir su responsabilidad; 2) Aunque la vida se recupere las especies no vuelven, 3) La extinción no implica la desaparición instantánea, trae con ella un lento y prolongado sufrimiento para todas las especies, incluyendo la nuestra, 4) Aun podemos evitar que suceda. Veamos los detalles de cada uno de estos aspectos:

1) Ningún evento previo tuvo su origen en una especie, que además tiene la capacidad de asumir su responsabilidad;

Las causas de las cinco extinciones previas fueron alteraciones catastróficas del medio ambiente: erupciones volcánicas masivas de un planeta joven, agotamiento del oxígeno oceánico y posiblemente, una colisión con un asteroide de gran tamaño.

Como podrás imaginar sólo muy pocas especies han sobrevivido a esos eventos y los especialistas estima que sólo el 2% de todas ellas están vivas hoy. Pero no se garantiza que sigan aquí por más tiempo.

La sexta extinción también se debe una alteración catastrófica del medio ambiente, la cual se encuentra en proceso y tiene sus orígenes cuando nuestros antepasados desarrollaron la agricultura, hace unos 11,000 años. Para entonces la población humana se acercaba a 1 millón de personas en todo el mundo. En este momento somos 7, 700 millones, y debido a nuestra forma de apropiarnos de la naturaleza, representamos una amenaza sin precedentes para el resto de los seres vivos y para nosotros mismos.

La aceleración del cambio planetario se da en el siglo XIX ( de 1800 a 1899), con la primera revolución industrial, grandes avances científicos y el imperialismo que se extiende por todo el planeta con usos extractivos abusivos, el continente africano sufre la mayor intensidad. Se domestica la electricidad, se originan los medios de transporte y comunicación modernos, se descubren los microorganismos causantes de muchas enfermedades y nuevos medicamentos para hacerles frente. La población mundial que hasta entonces se mostraba en un numero cercano a 1000 millones, en un solo siglo duplica sus números.

Actualmente la humanidad y nuestros animales domésticos representamos 30 veces de la biomasa (materia viva) respecto a la de los mamíferos silvestres, que deben competir con nosotros por el espacio y los recursos. Lo que ha provocado la drástica disminución de sus poblaciones (el numero de individuos de la misma especie que vive en el mismo lugar).

Las mayor parte de las especies han sido afectadas por nuestras actividades: hemos ocupado el territorio donde vivían transformándolo para nuestras necesidades (agricultura y ganadería extensiva, carreteras, minas, presas, entre otros) ocasionando pérdida y fragmentación del hábitat, utilizamos a las especies indiscriminadamente como artículos de mercado en el comercio ilegal, se utilizan como si sus poblaciones fueran infinitas (sobreexplotación), permitimos que nuestras mascotas y otras especies domésticas compitan con ellas o las depreden bajo circunstancias desventajosas, hemos contaminamos directa e indirectamente todo los hábitats del planeta, por mencionar algunas de nuestras acciones.

Todo lo anterior y más, ha dado como resultado la alteración climática se está convirtiendo en una de las principales causas de la perdida de especies.

2) Aunque la vida se recupere las especies no vuelven.

Una cuarta parte de todas las especies que conocemos se enfrentan a la extinción. Muchas de ellas ya no estarán en las próximas décadas. En los últimos 2 millones de años se extinguieron 2 de cada 10,000 especies por siglo, actualmente la estimación es  de alrededor de 234 especies de cada 10,000 de 1950 a 2050, una tasa 117 veces mayor. Y, por si no nos ha quedado claro, las especies habría tardado 11,700 años en extinguirse sin nuestra intervención.

Los más afectados son los anfibios, con cientos de especies de ranas y sapos que sufren descensos y extinciones en sus poblaciones: quizás una quinta parte de las especies ya se han extinguido o están al borde de la extinción. Debido principalmente a las alteraciones en el clima.

Casi cualquier animal silvestre en el que puedas pensar en este momento, está enfrentando algún tipo de riesgo y si es un mamífero, con seguridad estará en peligro de extinción. Las especies extintas desaparecen por completo, aunque la vida se recupere, ellas no volverán.

3) La extinción no implica la desaparición instantánea, trae con ella un lento y prolongado sufrimiento para todas las especies, incluyendo para la nuestra.

Cuando una especie desaparece, una amplia gama de características se pierde para siempre, desde genes e interacciones, hasta fenotipos (cómo se ven físicamente) y comportamientos.

Los individuos pertenecientes a una especie, se distribuyen en poblaciones. Es probable que cada población sea única. El proceso de extinción implica una disminución progresiva de la abundancia (cuántos individuos hay) y el rango geográfico (dónde podemos encontrarlos) de una especie. Millones de poblaciones han desaparecido en los últimos 100 años. Se estima que los grandes mamíferos sólo ocupan un área correspondiente al 20% de lo que ocupaban antes de que esto empezara.

El Informe Planeta Vivo del 2018 nos cuenta que actualmente sólo queda el 30% de los individuos de vertebrados que había en 1970. Lo que nos indica que sólo contar la desaparición de especies completas (extinción) no hace perder oportunidades de evitar que se extingan.

Para los insectos y otros invertebrados la cosa no es distinta, han sufrido grandes pérdidas. Lo mismo se ha documentado en almejas, caracoles, estrellas de mar y para muchas especies de plantas que van desde los frondosos helechos de los bosques tropicales hasta las majestuosas cactáceas de los desiertos de nuestro país.

Muchas poblaciones humanas no poseen más sustento que los ecosistemas donde viven. Las regiones tropicales y subtropicales de todo el planeta aun cuentan con una gran diversidad de especies, pero es también donde vive el mayor número de población humana.

Conforme las poblaciones silvestres se reducen, dejan de aportar muchas funciones dentro del ecosistema al que pertenecen. La cultura humana se encuentra ligada estos elementos desde tiempos ancestrales, con la pérdida o disminución de especies se erosiona o también se pierde.

Lo mismo sucede con los beneficios que obtenemos de ellos: se pierde el amortiguamiento del clima dejándonos mayormente expuestos a los extremos climáticos, se pierden flujos de agua dulce provocando su escasez, el control de plagas agrícolas y de vectores de enfermedades se descontrola provocando pandemias de las que el covid-19 es sólo una entre varias, se pierde la polinización de cultivos lo que provoca menores rendimientos, hay escasez de materias primas, se limita el acceso a alimentos de subsistencia (pesca y recolección), entre otros.

Los servicios anteriormente mencionados solo pueden ser proporcionados por ecosistemas funcionales. Todo lo que tenemos proviene de los ecosistemas. Así, todas las pérdidas mencionadas, sólo traen sufrimientos directos o indirectos.

Directamente exacerban la pobreza, generan hambrunas, y en muchos casos, migraciones forzadas en búsqueda de mejores condiciones de vida que muchos no van a lograr encontrar en toda su vida. Indirectamente su pérdida afecta la salud humana, la obtención y distribución de riqueza, la alimentación y seguridad.

4) Podemos evitar que suceda.

Estamos a tiempo, pero no con mucho tiempo. Debemos para el comercio ilegal, exigir políticas públicas adecuadas para el uso de los territorios que son reservorios de biodiversidad, la restauración de espacios que han sido defaunados o deforestados, cambiar nuestros patrones de consumo, consumir localmente, participar de la planeación y vigilar el uso nuestro territorio, ser responsables con nuestros animales de compañía, plantas de ornato y otras especies domésticas. Consumir y compartir información que nos permita conocer el estado del planeta que estamos heredando a las futuras generaciones.

Información con Ciencia para Oliva Noticias Multimedios,

Gladis Yañez y Rodrigo López de Sábados en la Ciencia

Enlaces de pie de página