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Nota: Antiguos habitantes del pantano y el popal

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Publicado por Oliva Noticias en Miércoles, 14 de octubre de 2020

 

La primeara vez que vi una cabeza colosal Olmeca tenia como 18 años. Había leído de ellas y de los extraordinarios pueblos olmecas en la primaria, en el libro de texto gratuito titulado “Veracruz”. Y aunque me tocó pasar mi infancia en las mismas tierras que los niños olmecas, en el sureste veracruzano no hay museos donde puedas visitarlas.

En ese lejano entonces, como cualquier niño o niña, yo sabía muchas cosas, muchas más que ahora. Mi especialidad eran los bichos, la comida hecha con hiervas del monte en diminutas cazuelas cocidas en un fuego imaginario, el idioma de los perros y hacer esculturas de lodo, entre otros conocimientos indispensables. Pero ¿Qué existe una profesión que permite estudiar a los olmecas,  llamada antropología? Eso si no lo sabía. Lo supe casi al mismo tiempo que conocí una cabeza olmeca en vivo y a todo color, ese día me cerraron el Museo de Antropología de Xalapa en las narices, pero no había problema mi pensión de estudiante quedaba a una cuadra, así que volví al día siguiente.

Mucho después entendí que, aunque la arqueología es parte de la antropología, no todos los antropólogos son arqueólogos y también que el estudio del pasado se puede hacer desde diferentes ciencias. Además, cuando por fin conocí a un arqueólogo, pude constatar no se parecen en nada a  Indiana Jones o  a Lara Croft. Por el contrario, las selvas en las habitaban los pueblos que los arqueólogos estudian, sí que se parecen a las de las películas de aventuras que estos dos personajes protagonizan.

Algunas de estas selvas han sobrevivido hasta el día de hoy, y conforman un archipiélago de fragmentos de los diferentes tipos de selva húmeda originales que se distribuían en la costa del Golfo de México. Esta región del trópico ha sido escenario de origen y desarrollo de la más antigua sociedad mesoamericana: la olmeca.

La palabra “olmeca” se encuentra en lengua náhuatl y significa habitante del país del hule. El hule es un árbol, cuyo nombre científico es Castilla elástica, de la familia de las moráceas, nativo del sur de México y Centroamérica. Era muy valorado por nuestros antepasados por los diversos usos que le daban a su resina. Y si te estas preguntado ¿Por qué “olmeca” está en náhuatl y no en lengua “olmeca”? Se me ocurren dos razones: mucho de lo que se conoce de estos pueblos se ha obtenido del estudio de otros pueblos más recientes, en este caso eran los mexicas quienes les llamaban así, y al ser la civilización más antigua, se desconoce qué lengua hablaban los olmecas.

Así es, al ser la primera cultura que se asentó en Mesoamérica, es también la más antigua. Pero esta cultura no se extinguió. Al igual que la selva, los olmecas sobreviven en otros pueblos originarios en los que se diversificaron: maya, azteca, inca, entre otros.

Entre los aspectos más fascinantes de los olmecas, además de estar conformados por los primeros pobladores de América y su hermoso arte tallado en piedra, está su relación  con los animales propios de estas regiones. Para ellos, sus deidades tenían propiedades de jaguares, cocodrilos, tiburones, serpientes, insectos, peces, entre otros más. En particular, el jaguar, representaba en su imaginario del mundo, la encarnación de los espíritus de la naturaleza, lo veneraban y seguramente, temían.

Me gusta imaginar cómo eran la selva y los olmecas hace 5000 años. Me los imagino labrando las piedras de basalto, tan duras, que han llegado hasta nosotros. Este desarrollo era muy avanzado, denota organización política, conocimiento del territorio, planeación de rutas, tecnología para el transporte y mucha voluntad comunitaria, ya que no existían los animales de tiro ni la rueda. Gracias a los conocimientos que tenían los olmecas, hoy podemos saber de su existencia y disfrutar sus obras. También me los imagino jugando con sus pelotas de hule y generando toda la herencia cultural, científica y tecnológica que transmitieron a los pueblos que les precedieron.

Igual de fascinante es, que entre más avanzamos en los campos científicos y tecnológicos de los antropólogos, y mayor es la colaboración con otras profesiones, se incrementa la posibilidad de saber más de nuestro pasado. Virginia Arieta Baizabal,  nos contó que, en los últimos años las investigaciones arqueológicas, con apoyo de avances tecnológicos, han proporcionado información importante sobre el modo de vida estrechamente vinculado a los ecosistemas de humedal, como el pantano y el popal.

Y es qué si has viajado a lugares como Tres Zapotes, Laguna de los Cerros y San Lorenzo en Veracruz y La Venta en Tabasco, donde se han encontrado vestigios majestuosos como las cabezas monumentales, estelas y tronos, entre muchos otros, sabrás que la selva se entremezcla con humedales, pantanos, popales, tulares.

Mientras que el término pantano se les da a diferentes ecosistemas que tienen en común vegetación sumergida parcialmente en agua dulce, normalmente por su cercanía con ríos, lagos o esteros. Los términos tular y popal fueron asignados por Faustino Miranda, un botánico y algologo estudioso de la vegetación mexicana, a diferentes tipos de vegetación que distinguen a estos pantanos.

El popal lo podemos encontrar sobre superficies, permanentemente estancadas,  de la planicie costera de Tabasco, sur de Veracruz, Chiapas y Campeche. Y las plantas más características son del género Thalia. Una planta de hojas en forma de corazón o lanza, que pude encontrarse desde individual, hasta formando densas colonias. A la que muchas personas de estos lugares conocen por el nombre de platanillo, caporuno, pehuajó y huajó. Si va a la región sureste (Minatitlán, Coatzacoalcos o Acayucan) quizás puedas probar tamales o barbacoa cocidos en hoja de platanillo.

Virginia Arieta, también nos contó que dichos hallazgos han modificado la perspectiva que hasta hace poco se tenía, en torno a la dificultad de asentamientos prehispánicos en el trópico y sobre la idea de que la domesticación y consumo del maíz, eran el eje rector de las sociedades mesoamericanas desde los periodos más tempranos.

¿Te interesa saber más? Entonces acompáñanos el próximo martes 20 de octubre a la charla “Antiguos habitantes del pantano y el popal” Te esperamos en  https://tardesdeciencia.my.webex.com/meet/sabadosenlaciencia  o directamente en Facebook Live en @SabadosenlaCienciaXal. En esta charla se compartirá información reciente sobre el asentamiento, población, vivienda y subsistencia de los pueblos olmecas que habitaron en el trópico veracruzano.

Virginia Arieta Baizabal estudió Arqueología en la Universidad Veracruzana (UV), es Doctora en Antropología y Maestra en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigadora en el Instituto de Antropología de la UV y sus temas de investigación giran en torno a la cultura olmeca, la arqueología demográfica y el uso de nuevas tecnologías en la arqueología. Le gusta compartir temas de ciencia y es directora editorial de la revista de divulgación de ciencias sociales y humanidades: Fuimos Peces a la que puedes acceder aquí: https://www.fuimospeces.mx/

La charla abordará tres aspectos principales: El éxito de la sociedad olmeca, que debe ser visto desde el ciclo de  abundancia y la escasez, estrechamente vinculada a las fluctuaciones de un ambiente semi acuático. La importancia de la selva húmeda tropical como escenario de origen, auge y decadencia de la primera civilización en Mesoamérica. Y la necesidad urgente del cuidado que requiere el patrimonio arqueológico (sitios y piezas), ya que es un vínculo entre nuestros pasado y presente, identidad y memoria.

Prepara tus preguntas y dispón todo lo necesario para pasar un rato agradable en compañía de tu familia, conociendo todo sobre nuestros antepasados.

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Gladis Yañez y Rodrigo López de Sábados en la Ciencia
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