Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



Leer/navegar en la pantalla: ¿una nueva revolución de la lectura?

Por Francisco Javier Albarello, ·

Leer demanda hoy nuevas aptitudes: el nativo digital pone en juego recursos que el nativo libresco no utilizaba.La perspectiva histórica demuestra que las revoluciones en los modos de leer han tenido que ver no solamente con las innovaciones técnicas de los dispositivos, sino con las formas culturales adquiridas por los lectores. Así, el historiador francés Roger Chartier señala como cambios revolucionarios el paso de la lectura en voz alta a la lectura silenciosa, del rollo al códice y de la lectura intensiva a la extensiva. En la Escolástica, un singular período de la Edad Media, se dio el paso de una lectura intensiva de los mismos textos una y otra vez al punto de ser memorizados –manteniendo una relación de reverencia hacia el libro como lugar de lo sagrado–, a una lectura extensiva, donde se leían de modo superficial e irreverente muchos textos de diverso tipo. Incluso los Humanistas habían desarrollado un sorprendente artilugio, denominado “rueda de libros”, mediante el cual se podía acceder a varios libros abiertos en páginas predeterminadas para leerlos todos a la vez. Sin dejar de reconocer el efecto de la imprenta de Gutenberg en la multiplicación de los libros y el consiguiente mayor acceso a los mismos, el último gran cambio señalado por Chartier tiene que ver con el paso del libro a la pantalla. Podemos afirmar que el texto electrónico reúne las características del rollo (scroll en inglés no solamente quiere decir “rollo” sino que designa al tipo de desplazamiento que hacemos en el monitor para leer) y también del códice, al hacer clic en una “página” para avanzar hacia otra. Internet, a la vez, es escenario de una nueva lectura extensiva. Si antes este tipo de lectura fue potenciado por la imprenta, ahora, la World Wide Web lo extiende hasta límites insospechados. ¿Qué tipo de lectura realizan los jóvenes en la pantalla? ¿Es comparable al modo de leer el libro impreso? Para responder a este interrogante, desarrollé una investigación cuali-cuantitativa que incluyó una serie de entrevistas en profundidad, cuyas conclusiones fueron extrapoladas luego a una encuesta representativa con chicos de 14 a 18 años que concurren a la escuela media de la ciudad de Buenos Aires, tanto a establecimientos de gestión privada como estatal y de distintos niveles socioeconómicos. Se estableció una comparación con adultos, en este caso, docentes de ese mismo nivel educativo. Leer más…



El espejo y la máscara

Por Jorge Luis Borges

Librada la batalla de Clontarf, en la que fue humillado el noruego, el Alto Rey habló con el poeta y le dijo:

—Las proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabras. Quiero que cantes mi victoria y mi loa. Yo seré Eneas; tú serás mi Virgilio. ¿Te crees capaz de acometer esa empresa, que nos hará inmortales a los dos?

—Sí, Rey —dijo el poeta—. Yo soy el Ollan. Durante doce inviernos he cursado las disciplinas de la métrica. Sé de memoria las trescientas sesenta fábulas que son la base de la verdadera poesía. Los ciclos de Ulster y de Munster están en las cuerdas de mi arpa. Las leyes me autorizan a prodigar las voces más arcaicas del idioma y las más complejas metáforas. Domino la escritura secreta que defiende nuestro arte del indiscreto examen del vulgo. Puedo celebrar los amores, los abigeatos, las navegaciones, las guerras. Conozco los linajes mitológicos de todas las casas reales de

Leer más…



Graffiti

Por Julio Cortázar

Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.

Leer más…



Más información, menos conocimiento

Por Mario Vargas Llosa

PIEDRA DE TOQUE. La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros

Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un mariposeo cognitivo

Leer más…



Leer para pensar

Por Jaime Nubiola

Son muchas las personas que jamás leen un libro. Suelen explicar que no tienen tiempo para leer, que ya les gustaría a ellos poder sentarse una tarde junto a una chimenea para leer un buen libro. Sin embargo, la atención a la familia, las relaciones sociales, las llamadas telefónicas, las prisas de la vida moderna, la televisión, todas esas circunstancias les quitan la paz necesaria para poder leer con tranquilidad. No les falta razón en lo que dicen, aunque hay algunas otras personas que leen precisamente para poder sobrevivir en ese entorno tan agitado: «Leemos para vivir», afirmaba Belén Gopegui. Todos hemos visto en el metro, con envidia quizás, a esas personas para las que el mejor momento de su jornada es el tiempo de lectura cuando van o vienen del trabajo: en sus rostros se advierte que viven en un mundo mejor que quienes se conforman con dormitar o con echar una ojeada distraída al periódico o a la revista.

El novelista americano Jonathan Franzen denunciaba en Tal vez soñar: Razones para escribir novelas en la era de la imagen que «hace un siglo, un hombre culto leía unos cincuenta títulos de ficción al año; hoy en día, como mucho, quizás cinco». Temo que la estimación de Franzen peque de optimista para nuestro país. El arranque del verano es un buen momento para plantearse esta cuestión, echar mano de una vez por todas al montón de libros que hemos ido acumulando en la estantería para cuando tuviéramos tiempo y meterlos con decisión en la maleta de vacaciones.

Leer más…



Nostalgia de fuentes y letras

Manuel Rodríguez Rivero

No sé si ustedes ya lo han notado, pero nunca como ahora se habían publicado tantos libros que celebren el libro y el placer de la lectura. Tanto ficciones como no ficciones. La nueva tendencia editorial corre paralela a las lúgubres profecías que anuncian su fin (al menos en soporte analógico) y su sustitución urbi et orbi por el advenedizo libro electrónico. Se produce así una especie de nostalgia anticipada o preventiva que está alimentando un nuevo subgénero que, de seguir creciendo, quizás llegue a tener estantería propia en las grandes superficies, donde los asuntos suelen estar más compartimentados que en las pequeñas librerías (el otro día descubrí en un centro de El Corte Inglés, y dentro de los libros de autoayuda, una sección llamada simplemente «Felicidad», justo lo que necesitamos). El interés por los libros sobre el arte del libro se extiende también al noble arte de la imprenta. Taschen, que ya había publicado los dos espléndidos volúmenes de Type, a Visual History of Typefaces and Graphic Styles, se descuelga ahora con el estupendo Fuente de Letras, de Joep Pohlen, que aúna a sus características de sobrio libro-objeto, su utilidad como manual de referencia para todos aquellos interesados en el arte de la escritura y, especialmente, en la invención, historia, clasificación y características de las fuentes y tipos de letras hoy más empleadas en el diseño y en las artes gráficas. Tras hojearlo (y ojearlo) durante toda una tarde, soñé que me sepultaba una indolora lluvia de letras que, en su caída, iba componiendo al azar los textos de una nueva biblioteca borgiana. Cuando me desperté corrí a la Feria del Libro. Pero allí no los tenían.

Leer más…



Tornado de ideas por el futuro del libro

Miguel Mora

Más que un congreso, es una tormenta de ideas masiva y babélica. Con más tribulaciones y esperanza que certezas, 200 libreros, editores, escritores, blogueros y periodistas de todo el mundo piensan en Monza (Italia) sobre el mañana del libro y la escritura del futuro. Los libreros tienen pánico de acabar como las tiendas de discos; la mayoría sabe que la revolución es un tsunami imparable, y algunos editores, como el de Mondadori, invitan a todos «a coger la tabla de surf y subirse a la ola»; Google pone cara de no haber roto un plato, y Milagros del Corral, exdirectora de la Biblioteca Nacional, se pregunta en nombre de la Unesco, qué pasará con los derechos de autor o con las bibliotecas, cómo sobrevivirán las librerías, quién editará periódicos si son gratis, qué parte del negocio y del margen volará.

«Acabaremos siendo alquiladores de libros», creen en Mondadori

En EE UU el mercado electrónico roza el 25%. Google ofrecerá 15 millones de títulos

Todos imaginan cómo llegará su trabajo hasta el lector el año que viene, o dentro de cinco: sin intermediarios. Pero la sensatez se abre paso en un sector que se supone inteligente. Ni somos víctimas de lo digital ni debemos hacernos las víctimas. Esa parece la consigna. El papel y lo digital convivirán largo tiempo.

Leer más…



México era un país de cambios que ahora se han detenido

Verónica Calderón

Una conversación con la escritora Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) abre un amplísimo abanico de temas. Igual se habla de antisemitismo que de política mexicana o de su admiración por Armani. La ganadora del premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2010, que entrega la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), es narradora, ensayista, académica, viajera, fashionista, bloguera y hasta tuitera (cuida de actualizar todos los días su cuenta, @moscas43).

Con estilo impecable, Glantz posa para el fotógrafo por los pasillos del Palacio de Linares y no pierde un detalle. Es una y muchas a la vez. Y cada una igual de interesante que la anterior.

Leer más…



Libros en pintura

Enrique Villa-Matas

En el principio fue el dibujo y luego las letras, después todo se invirtió. Ahora esta fórmula de los libros clásicos ilustrados vuelve como una de las estrategias para fomentar la lectura y reducir la crisis del sector. A los dibujos de Doré o Beardsley se suman los de artistas actuales que iluminan el ingenio de Hawthorne, Wilde, Brecht, Kipling o Schnitzler.

Existe la creencia de que en las novelas que van ilustradas los grabados, los dibujos, se basaron siempre en los textos escritos. Y, sin embargo, no siempre fue así. Hubo una época en la que los narradores que escribían novelas por entregas para los periódicos se ponían al servicio de famosos y prestigiosos dibujantes; primero, entregaban éstos sus ilustraciones, y después venían los narradores y se acoplaban a los dibujos de las estrellas de los grabados. Es el caso célebre del periódico londinense Evening Chronicle, que en 1836 le encargó al joven Dickens de 24 años que escribiese una serie de textos de carácter costumbrista para las ilustraciones del famoso dibujante Robert Seymour, gran estrella del momento. O sea que Seymour hacía las ilustraciones y a éstas las acompañaba posteriormente un texto adicional. La trama de las historias, por tanto, se subordinaba al dibujo. En el caso que nos ocupa, pronto surgieron las desavenencias entre la estrella Seymour y el genio -entonces desconocido- de Dickens. La obra concebida por el dibujante proponía, a través de sus grabados, un relato acerca de un club de cazadores llamado Nimrod, una sociedad de perdigueros cómicamente inexpertos…

Leer más…



Acerca de una antología

Eusebio Ruvalcaba

Por fin, y en un tiempo record, la antología poemas para un poeta que dejo la poesía ha visto la luz. Soy el primero en asombrarme. Cuando la idea de esta compilación cruzó por mi cabeza, se me antojó absurda. ¿Con qué cara podía yo convocar a los poetas, quiero decir con qué autoridad? Le di muchas vueltas antes de tomar la determinación. Había muchos riesgos, que más tienen que ver con el mundillo literario que con la poesía propiamente dicha. En primer término, que atrajera los reflectores. Que se pensara esta idea que no era más que un ardid para trepar por la resbaladiza pared de la vanidad. En segundo término, que fuese interpretada como un pretexto para invitar a mis amigos poetas a participar. A sea, una fiesta para los amigos y no para la poesía. Absurdo por donde se le vea.

Decidí poner manos a la obra. Nunca me ha importado más de la cuenta lo que se diga respecto de mí en ningún sentido.

A modo de cortesía, me permito transcribir el prólogo del libro. Y, una vez más, darle las gracias a Víctor Roura por asumir el difícil compromiso de su publicación.

 

Leer más…