- Alfredo Delgado, director del MAX, dictó conferencia magistral en el LVII Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia
- Mostró cómo el acercamiento directo a comunidades permite recuperar memorias, episodios olvidados y patrimonio en riesgo
Paola Cortés Pérez
Fotos: Omar Portilla Palacios
14/11/2025, Xalapa, Ver.- El campo profesional del historiador es amplio, pues abarca desde el rescate y digitalización de archivos personales, ejidales, municipales o sindicales, hasta la documentación fotográfica, el levantamiento de monumentos y el trabajo comunitario para la preservación de la memoria, destacó Alfredo Delgado Calderón, director del Museo de Antropología de Xalapa (MAX) de la Universidad Veracruzana (UV).
Lo anterior al dictar la conferencia magistral “El trabajo de campo, entre la arqueología y la historia”, en el marco del LVII Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia (ENEH), donde expresó: “Todos quisiéramos ser investigadores y tener una plaza en un instituto, pero no siempre se puede; las plazas son pocas y somos muchos, sin embargo, hay muchísimo que se puede hacer”.
A partir de esta idea, habló a las alumnas y los alumnos asistentes acerca de la relevancia del trabajo de campo como una herramienta fundamental para ampliar y completar la investigación histórica.
Sin embargo, la formación universitaria privilegia el uso de archivos institucionales, pero la realidad demuestra que los documentos y testimonios más valiosos suelen encontrarse en comunidades, rancherías y ciudades de provincia.
Delgado Calderón mostró diversos casos que ilustran cómo la visita directa a los territorios permite recuperar episodios olvidados o fragmentados, por ejemplo, los hallazgos vinculados a personajes estigmatizados como los relacionados con la petrolera El Águila, cuya trayectoria se reconstruyó mediante fotografías familiares y recibos localizados en archivos especializados.
Lamentó que la historia solo se centre en los héroes oficiales, dejando de lado a quienes fueron considerados villanos o adversarios políticos —como los porfiristas, huertistas o escobaristas—, cuando muchos de ellos conservan una presencia viva en la tradición oral de sus comunidades, lo que exige un acercamiento directo al territorio para comprender su complejidad.
También destacó la importancia de las luchas agrarias, poco estudiadas pese a su peso en la identidad local. Mostró fotografías de guerrillas agrarias popolucas formadas durante el gobierno de Adalberto Tejeda, así como imágenes de líderes regionales que combatieron a los rebeldes escobaristas en 1929. En estos procesos se combinan documentos, fotografías, testimonios y corridos que han ampliado la comprensión histórica, explicó.
Otro de los ejemplos presentados fue el de las tres tumbas idénticas en San Juan Evangelista, relacionadas con generales caídos en la rebelión escobarista. El especialista describió cómo, con el ascenso político de Miguel Alemán Valdés, la tumba de su padre —el general Miguel Alemán González— fue modificada y monumentalizada, transformándolo en “gran héroe de la Revolución”, pese a que inicialmente había sido considerado traidor, pero el análisis in situ permite detectar estas reinterpretaciones.
Asimismo, Alfredo Delgado señaló que el trabajo de campo revela la destrucción de edificios históricos frente a nuevos proyectos de infraestructura, como estaciones ferroviarias, puentes o antiguas aduanas hoy abandonadas; desafortunadamente pocas voces defienden la conservación del patrimonio histórico.
Al mostrar su recorrido por haciendas, estaciones ferroviarias, iglesias y antiguas rutas comerciales, el director del MAX contó cómo la observación directa permite comprender la lógica espacial de los asentamientos, los cambios en las prácticas comunitarias y la permanencia de elementos culturales como la música, la memoria de antiguos esclavos o las transformaciones arquitectónicas.
Insistió en que existen múltiples oportunidades para ejercer la disciplina fuera de las instituciones académicas: desde restaurar edificios históricos, rescatar sitios de memoria y documentar rutas rurales, hasta realizar biografías, historias locales y proyectos turísticos o culturales que fortalezcan la identidad comunitaria.
“En las comunidades la historia es muy importante, forma parte de su identidad, a nosotros nos toca acompañar y apoyar en el rescate de esa memoria”, concluyó Delgado Calderón.
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