Una de las grandes ventajas de haber nacido humanos, es que heredamos toneladas de conocimientos de nuestros antepasados. Gracias al lenguaje pictórico y escrito, los humanos hemos sido capaces de conservar y trasmitir información de generación en generación, lo que nos permite no empezar de cero y evita que experimentemos las partes dolorosas del aprendizaje. Por ejemplo, gracias a que un día nuestros antepasados plasmaron en dibujos las instrucciones para crear el fuego, las siguientes generaciones crearon fogatas para quitarse el frio y para preparar sus alimentos. De igual manera cuando el conocimiento requerido para construir una rueda fue trasmitido por medios escritos, las nuevas civilizaciones crearon ruedas, que además de permitir el transporte de carga pesada, eran más eficientes según el tipo de terreno que transitaban. La pictografía, y la escritura fueron fundamentales para que las civilizaciones humanas revolucionaran su capacidad para trasmitir y adquirir conocimiento, no solo hacia la generación inmediata sino hacia cualquiera que tuviera acceso a su lectura.
En el caso de los animales, la trasmisión de conocimiento a generaciones distantes es mucho más limitada porque hasta donde sabemos ningún animal escribe, ni habla. No obstante, evidencia sugiere que especies animales que se caracterizan por una compleja organización social y que además son longevas, son capaces de conservar y trasmitir el conocimiento de generación en generación. Por ejemplo, se sabe que el estilo de caza de algunos primates y delfines es único de sus grupos, por lo que algunos investigadores se han arriesgado a decir que dichos animales poseen cultura y que son capaces de heredarla. De manera similar, se sabe que algunas aves como los cuervos heredan información sobre las características de los depredadores locales, y sobre el uso y la fabricación de herramientas.
La gran desventaja de los animales, es que al trasmitir el conocimiento por un medio que no es el escrito, la información tiende a distorsionarse cada vez que un individuo la trasmite a otro. De tal manera que, cuando el mensaje pasa de mano en mano, de aleta en aleta o de garra en garra, la versión inicial se ha perdido para siempre y el mensaje final se parece mucho al juego de “teléfono descompuesto” que todos jugamos de niños. No obstante, hay tanta diversidad en las formas de vida y comunicación de los animales que asumir que los animales no-humanos no heredan el conocimiento, no poseen cultura y que son criaturas simples que solo actúan de manera instintiva o refleja, puede limitar nuestra manera de entender la naturaleza, la mente y la vida misma.