Descortesía y ausencia del Otro entre las nuevas generaciones

He comentado en un par de ocasiones entre mis grupos de la universidad, que me llama la atención la ausencia, ya no de educación sino de cortesía, de las nuevas generaciones de jóvenes, quienes suelen no responder a saludos cuando -en ciertas circunstancias- alguien se dirige a ellos para saludarlos, ni siquiera para responder un «¡Buenos días!».

Les digo esto porque todas las mañanas antes de pasar a dejar a mis hijos a sus colegios y al trabajo a mi esposa, suelo ir al gimnasio un rato, en donde al encontrarme con alguien les doy los buenos días, para terminar por reconocer que muy pocos responden mi saludo. Por más que levante la voz, el silencio es un signo de ese alguien con quien comparto un espacio diariamente, pero donde pareciera la presencia de un otro, ha sido desdibujado en el esquema del individualismo que caracteriza a estos tiempos, donde pareciera son los jóvenes quienes confirman con mayor facilidad el signo de una sociedad que ha venido construyendo el individualismo como un proyecto de presente.

Al respecto de ello, comentaba con un amigo que no sé si los jóvenes son conscientes de lo que esto supone, no tanto porque exhiben una falta de cortesía, sino porque dejan entrever la ausencia de un reconocimiento de ese alguien junto a quien se constituyen, ya no como comunidad sino como usuarios en un espacio que tendría que darles la oportunidad de interactuar para entretejer un sentido de pertenencia, aun en medio de lo circunstancial y efímero.

Hablo de un sentido de socialidad mínima que tendría que caracterizar ya no digamos a nuestra sociedad, sino a ese pequeño retazo de mundo que es nuestra propia cotidianeidad, allí donde encuentra cabida el pequeño puñado de personas con las que iniciamos nuestro itinerario diario; no obstante, pareciera que ha quedado rebasada por un individualismo que subrayado -además- más con un ensimismamiento producto del uso indiscriminado que hacen de los audiófonos, ese dispositivo de extensión sonora que -parece- termina por dar constitución en sujetos descarnados de otredad… de humanidad, inmiscuidos como andan, con semblante ausente, con una mirada sin alma.

En fin, que la descortesía y la ausencia de otredad que, desde mi mirada, parece caracteriza a estas generaciones, no sé si tendría que preocuparnos por lo que pudiera estar anunciando de cara a su futuro y del poco que nos queda a muchos, pero sin duda llama la atención por lo que hoy revela y deja entrever… un individualismo ensimismado que replica una cierta forma de sonambulismo social, de zombismo preocupante; incluso si reconozco prácticas naturalizadas en una generación particularmente vulnerable como producto de lo que -seguro- dejamos de hacer sus adultos, estos a quienes suelen obviar en contextos de socialización ausente, donde tendría que recrearse las mínimas normas de cortesía.

Comentarios
  • Gabriela Calatayud
    2023-10-30 9:03 PM

    Totalmente de acuerdo. No solo son celulares y audífonos , es falta de educación

  • Caridad Pancardo
    2023-10-30 6:47 PM

    Cuando empezó el uso cotidiano de audífonos en las calles, allá por los 80s, un autor los llamaba «autismos públicos», término totalmente vigente con los nuevos dispositivos

  • Eduardo Gabriel Barrios Pérez
    2023-10-30 11:34 AM

    Doctor, creo que en algún momento se lo comenté. Creo que es un problema serio para atenderse porque como bien usted señala, hay un desdibujamiento del Otro un NO reconocimiento de aquel con quién te acompañas para transitar por la experiencia universitaria. Ojalá que aquellos profesores que leen esto, puedan dialogar en aulas sobre el tema. Abrazos y comí siempre, un gusto leerlo.

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