De antecedentes y estado del arte

Un trabajo de fundamentación requiere del estudiante o investigador un puñado de saberes y habilidades vinculados al manejo de fuentes especializadas en su campo de conocimiento o disciplina; dominios que le permitan conocer pero también dimensionar las razones del porqué este tipo de convenciones académicas y científicas.

En este sentido no deja de llamarme la atención el lugar común que ocupa el marco teórico cuando de pensar en una fundamentación se trata, ello porque suele asumirse que para cualquier tipo de investigación académica, independientemente de su tipo, orientación y nivel de profundidad, se demanda de una fundamentación de este calibre.

Tales planteamientos terminan por desdibujar o hacer poco asequible a un estudiante distinguir entre un marco conceptual y uno teórico, entre uno contextual y histórico del que sería propiamente referencial. Y si bien es cierto aquel que tiene experiencia investigativa sabe enfrentar con más o menos decoro lo pedagógico para enseñar a un estudiante a decidir la pertinencia de un tipo de recorrido o de otro, no sucede lo mismo cuando se ha aprendido a transmitir información a partir de libros de metodología; lo que -invariablemente- lleva a que un profesor «crea a pie juntillas» lo que algún autor dice sobre la fundamentación teórica.

Algo sobre este tipo de equívocos puede verse cuando algún colega dice que un Estado del Arte son los antecedentes de un problema o fenómeno que se pretende investigar, siendo que si se revisa la raíz latina de antecedente, este proviene de antecedentis: «lo que sucede antes». Compuesto por el prefijo ante (antes), cedere (andar, marchar, caminar) y el sufijo entre (agente), su definición lleva a reconocer lo que se anticipa, precede, predetermina o preexiste; por lo que está el sentido está más vinculado a un hecho que a un compendio informativo; es decir, a una acción ocurrida en el pasado que a la indagación sobre cierto tipo de saber.

De allí que si un Estado del Arte es un ejercicio de documentación vinculado a cierto conocimiento acumulado con relación a un objeto que se pretende investigar, difícilmente en ese ejercicio de sistematización informativa se ha registrado lo acontecido en términos de un hecho previamente manifiesto.

Con otras palabras se diría, si un estudiante o académico pretende indagar sobre los medios de comunicación, una cosa es reconstruir los antecedentes, el pasado, la evolución de los llamados medios de comunicación masiva, a explorar en la literatura sobre los intereses, ángulos, matices en la relación de los MMC con sus audiencias o públicos; así como si un investigador educativo pretende estudiar sobre el papel de la tecnología en la enseñanza universitaria: una cosa es realizar una línea de tiempo para situar los puntos de ruptura, de giro o inflexión en la relación tecnologías/educación, y otra es pretender conocer cuáles han sido los objetos de conocimiento y tipos de abordajes que han realizado las comunidades epistémicas.

Así las cosas, es importante que quienes impartimos clases de metodología de la investigación y acompañamos a los estudiantes en la realización de un proyecto que debe estar fundamentado, sepamos sobre los tipos, funciones y objetivos de uno y otro de los marcos dispuestos para legitimar un trabajo académico; como también no confundir un estado del arte y los antecedentes del problema de investigación, pues como se espera haber ilustrado, son recorridos disciplinarios diferentes, aun cuando en ambos casos, estamos ante formas de fundamentar documental o teóricamente un trabajo.