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La magistrada y el plagio

Han transcurrido ya semanas desde aquel día cuando, a principios de enero, se publicó un tuit en donde se aseguraba que la ministra Yazmín Ezquivel, quien aspiraba a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, había plagiado su tesis de licenciatura. Inmediatamente, las posturas políticas afloraron: mientras seguidores de la 4T argumentaban persecución o alegaban violencia de género, otros cuestionaban la probidad y honorabilidad académica de quien imparte justicia, para que uno más sostuviera que era un desliz de juventud. Lo cierto es que el plagio se confirmó por parte de una instancia universitaria, aun cuando legalmente se dijo que no podía retirarse su título.

Lastimosamente, con el transcurrir de los días, la discusión observó distintos derroteros, exhibiendo -en algunos casos-, el desconocimiento básico de lo que es un plagio académico; para que -hace poco-, una importante publicación internacional, detectará que la ministra no necesariamente había cometido un error de juventud, sino que la misma mala práctica académica, se había repetido años después cuando en su tesis de doctorado, había vuelto a hacer trampa, al no acreditar las fuentes consultadas en poco más del 40% de su trabajo doctoral.

Es decir, ya no es posible sostener que ella se equivocó sino que fue un acto alevoso en la licenciatura y más tarde en el doctorado, y aun cuando en aquellas primeras informaciones de su tesis de licenciatura llegué a decir que -en ocasiones- se cae en el plagio por desconocimiento y un efectivo acompañamiento en la dirección de tesis o el trabajo de tutoría que puede realizar un académico.

También llegué a comentar que la entonces estudiante, tuvo que haber hecho un ejercicio de transcripción del documento original, pues entonces lo que solía emplearse eran máquinas de escribir; para que, en ese caso, llegará a disculpar a una directora de tesis que pudo ser sorprendida, para después, y ante otras tesis igualmente copiadas y dirigidas por la misma académica, reconociera un trabajo de dirección amañado, pues además la directora de tesis terminó por señalar que ella compartía avances entre sus dirigidos; lo que deja en entredicho la calidad de su tarea, tras luego saber que sostuvo haber dirigido más de 500 trabajos. Algo francamente imposible.

En fin que para cuando se hace este recuento de hechos, no deja de llamar la atención que, en el debate y los argumentos a favor de ella, se haya dicho que era la autora original del proyecto de investigación, como si un documento de planeación y diseño, sea lo mismo que el informe de una investigación doctoral. Lo que se plagió fue la tesis, no el documento preliminar en la modalidad de proyecto o protocolo de investigación. La confusión conceptual y técnica por esta falta de distinción ha pasado.

Lo que sorprende también, son las argumentaciones de su defensor como de ella misma, dejando entrever en sus propios argumentos que acepta se robó ideas al no acreditarlas, pero no fue todo su trabajo; además de dejar claro la falta de conocimiento y habilidades investigativas básicas en quien llegó a un doctorado, si haber adquirido, desarrollado y consolidado conocimientos y habilidades propias de la investigación disciplinar.

Pero el colmo de todo este embrollo de falta de ética y valores académicos, es la tesis que plantea la propia institución que le otorgó el grado de doctora, pues resulta incomprensible la excusa a una plagiaria únicamente porque han transcurrido más de tres años y no se puede hacer nada.

Si bien es cierto los delitos llegan a prescribir con el tiempo, al ser un asunto académico, la temporalidad de los casos tendría que pensarse desde una lectura distinta, en especial al confirmarse la reincidencia de una estudiante que como profesional del derecho imparte justicia: cómo creer en ella cuando para llegar a donde está ha hecho trampa; cuanto más tras el deslinde de la Universidad Complutense, tras conocer que en la portada de la tesis de la ministra Esquivel, se dice que la tesis doctoral fue realizada en coordinación de esa institución universitaria.

Total que parece entre quien persigue delitos (el fiscal Manero) como aquella que imparte justicia (la ministra Esquivel), plagiar es una práctica que los ha terminado por exhibir en sus pobrezas académicas.

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