El arte musical contemporáneo: De Havasi, Stirling y la magia de otros ejecutantes

A mi hija Xime y su amiga Nicté, quienes inspiraron este ejercicio,

tras saber que en casa de su amiguita hay un piano.

Si algo me ha frustrado en la vida, es nunca haber podido aprender a tocar algún instrumento musical, y no porque no lo haya intentado, sino porque mi impericia musical (sonora, rítmica), pienso que jugaron en mi contra. Y miren que tengo un tío pianista y un padre que -durante un tiempo- le dio al rasgueo en la guitarra. Incluso un hermano menor que sí aprendió ya de adulto a darle al instrumento de cuerdas. Sé por ello, que mi abuela Elda -desde donde esté- no disculpa que nadie de sus nietos y bisnietos haya seguido las huellas de su hijo Antonio.

Aún con lo que esto ha representado en mi vida, debo decir que el camino para acercarme al arte musical, ha sido por otros medios, otras vías, pues si bien en los cimientos de mi aprendizaje musical el oído siempre ha estado dispuesto a aprender y descubrir propuestas musicales, ha sido mi familia (padres y abuelas, además del barrio y una agrupación musical que estuvo cerca de mi vida juvenil), gracias a quien me acostumbre a escuchar de todo un poco

Imágenes tomadas de: Google.com

Sin embargo, es llegado a la universidad que la premisa de aprender a escuchar jazz y música de conservatorio para poder emplearla en nuestras producciones audiovisuales, cuando este tipo de consumo musical, fue ampliando mi horizonte en los gustos. Lo que vino después fue la costumbre de explorar, intuir para descubrir alguna propuesta que después termina por ser parte en mi catálogo de gustos.

Lo platicaba hace poco con una amiguita de mi hija Ximena que nos visitó: regularmente exploró en el servicio streaming que suelo emplear, qué hay de nuevo en el mercado musical. Y justo así es como he venido descubriendo algunas propuestas que han terminado por hacer nido en mis gustos y querencias. Es cierto, sigo siendo un villamelón musical, pero eso no ha impedido que suela recrearme cuando indago y descubro que hay alguien que puede ofrecerme un estado de admiración y placer sonoro, en momentos especiales de mi ajetreo académico y personal.

Entre mis últimos descubrimientos está un puñado de intérpretes y ejecutantes que han llevado a la música de conservatorio o clásica a lugares donde mi ignorancia no imaginaba; no sólo por el tipo de estética que proponen en la producción de sus videos, sino por la forma en que están haciendo puestas en escena para trastocar aquellos viejos cánones que caracterizaban a los conciertos. En ese sentido, descubrir también la oportunidad que les ha representado el empleo de tecnologías para la visibilización de sus propuestas musicales (especialmente YouTube y las páginas electrónicas y los blog personales), donde además de abrir canales para la promoción de su arte, también dan cabida a acercamientos distintos a través de podcast, muchos de los cuales, son una generosa manera de asomarse al mundo personal y familiar de los artísticas.

Así, en uno de esos ejercicios de búsqueda y descubrimiento, hace algunas semanas me encontré con Bálasz Havasi, pianista y compositor húngaro (que ya tuvo ocasión de estar en la Arena de la Ciudad de México hace algunos años), del que no tenía conocimiento, aun con la revolución que ha causado en la llamada música de conservatorio (o clásica, como solíamos decir), por la forma en que echa mano de recursos tecnológicos para producir un espectáculo que amplía los sentidos de la experiencia que suele caracterizar a la música de un pianista que interpreta una pieza acompañado de una orquesta sinfónica, un coro y otros instrumentos complementarios, para posibilitar un entorno sonoro que, visualmente, se acompaña de un espectáculo multimedia.

Video reproducido desde YouTube.com

Claro que fueron días de búsqueda y escucha que me llevaron a un puñado de artistas ejecutantes (violinistas, chelistas, arpistas, flautistas, pianistas, sobre todo), como no había imaginado; cuyo resultado fue darme cuenta de lo que -en alguna parte de mi de mi aprendizaje musical- tenía como carencia. Así, saber que una violinista que fuera despreciada por un jurado en algunos de esos realitys televisivos, hoy fuera un fenómeno gracias a su destreza y una innovadora manera de concebir su arte.

Hablo de Lindsey Stirling, pero también, puedo mencionar a Hauser y Campbell, un par de músicos que han llevado a su público a un grado de intimidad como no suele ser común; ni qué decir Thomás Krüger, Peter Buka, Yo-Yo Ma, quienes han salido de la zona de confort, para atreverse a llevar a las calles y otros recintos, una música que antes era pensada para unos cuantos, aun cuando muchos de los grandes clásicos llegaron a componer para el pueblo además que para la realeza. Muchos de ellos jóvenes artistas, junto a viejos ejecutantes, han permitido que este tipo de música llegue a otros oídos. Ahí está por ejemplo The piano guys y esa exquisita manera de hacer de los sonidos una ocasión para disfrutar del arte como de entornos a donde la imaginación y creatividad los llevan a producir sus videoclips.

Imagen tomada de: Google.com

Junto a ellos, otras agrupaciones, especialmente duetos y cuartetos, quienes desde su juventud vienen reinventando las posibilidades de su música: Amadeus Electric Quartet, Asturia Quartet, Bond Quartet; lo que es particularmente disfrutable al ver los escenarios que suelen emplear para sus presentaciones y producciones: estadios, plazas comerciales, calles, parques públicos, viejos edificios, barcos encallados, acantilados, entre otros lugares que cobran vida y pueden llegar a dar un sentido diferente a la experiencia estética que entra por los sentidos de la vista y el oído para anidar en la imaginación o el alma.

Otro ejemplo es el arte de Lola Astanova, quien en muchas de sus producciones prefiere la intimidad de alguna espacio hogareño para ejecutar al piano alguna obra de Bach, Tchaikovsky, Vivaldi o alguno de los grandes; una propuesta diferente al dee otras ejecutantes como sería Valentina Lisitsa, cuya técnica y maestría ha sido aclamada en todas partes. Pero también una nueva generación en donde ya destaca la mexicana: Daniela Liebman; incluso propuesta fusión como la tampiqueña agrupación Tempus quartet, quienes ya han tenido ocasión de participar en producción como la de Winter, de NetFlix.

Ante qué estamos no lo sé pues, acaso una suerte de hibridación o reinvención de las posibilidades de la cultura pop, quien sabe, no soy conocedor de los entretelones formales de esta música (como de cualquier otra), pero lo que sí es que ver y escuchar a Brooklyn duo, Valentina Babor y David Garret , es estar en presencia de algo mágico, maravilloso, un relajamiento emocional que entre por los ojos y el oído al mismo tiempo.

Total, quizá estemos ante una revolución en el arte de la musical (por cierto también revelado en el diseño y los materiales con que están hechos los instrumentos, muchos ya electricos. ¿Dónde estás Dylan?), de la que muchos de nosotros -quizá- ni nos hemos enterado. Las razones pueden ser muchas, pero tal vez valga la pena atreverse a salir de esa zona confortable y particularmente lastimera a donde ha terminado por llevarnos algunas propuestas musicales (donde el reggaeton es el primero en levantar la mano).

En verdad, vale mucho la pena. Por cierto, ya está el nuevo disco de Havasi: Motivation, 2022.

Comentarios
  • Anónimo
    2023-08-31 9:30 AM

    Saludos desde la UAEH

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