Núm. 3 Tercera Época
 
   
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Adrián Mendieta
METÁFORAS DE LA LUZ
 
 
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Este pasaje se parece mucho a la descripción arriba citada de un pantano por J. E. Rivera y es, efectivamente, en mi opinión, hecho según aquel modelo. Pero la mezcolanza de todo, los abrazos mutuos, el entrelazamiento de todos con todos es más que una descripción naturalista, corresponde al concepto carpenteriano del carácter barroco de la naturaleza salvaje y protuberante latinoamericana. En Los pasos perdidos leemos que “todo parecía un cochambroso entrevesamiento de culebras”.

Además, Carpentier, hijo de arquitecto, ve en la tectónica de la naturaleza la prefi guración de las construcciones humanas, observación ya hecha con la misma ocasión por Humboldt, al describir el Roraima en Visión de América:

Imaginad un haz de tubos de órgano, de unos cuatrocientos metros de alto, que hubiesen sido atados, soldados plantados verticalmente en un basamento de guijarros, como un monumento aislado, como una fortaleza lunar.

Sobre todo, aparecen las construcciones inmateriales e invisibles: los recuerdos de la Conquista, la novela resume, de este modo, la historia de la región: los fantasmas de Lope de Aguirre, Philipp von Hutten, Nikolaus Federmann, Gumilla, Humboldt, los hermanos Schomburgk, todos los mitos nacidos en la zona, toda la literatura sobre ella, desde las crónicas de Conquista y Descubrimiento hasta las novelas nativistas, de modo que tiene razón González Echevarría al hablar de “toda una selva de libros” por la que avanza el protagonista.

El protagonista tiene, como Humboldt, la costumbre de preguntar a los indios y otros habitantes de la región y de escucharles. Reaparece el mito de Eldorado y de los buscadores de oro que mueren en la selva sin haber desenterrado los tesoros soñados ni las ciudades imaginadas. Según Echevarría, casi todas estas reminiscencias de Eldorado las había sacado Carpentier del diario de Humboldt. Como el viajero prusiano, Carpentier utiliza la técnica humboldtiana de insertar estas narraciones en el texto.

Todos los libros sobre Amazonia constituyen en realidad un solo libro por entregas. El propio Carpentier tenía en sus rodillas, durante su viaje en barco, El Orinoco ilustrado de Gumilla y Viaje a las regiones equinocciales de Humboldt como Baedeckers y para comparar lo visto con lo descrito por ellos, para concluir que nada habia cambiado, una constatación que García Márquez treinta años más tarde no podría confi rmar más.

De Humboldt recoge Carpentier también la leyenda de Amalivaca, el Noé indio, que transforma en el cuento Los iniciados, un encuentro de Noés y Amalivacas del mundo entero con motivo de un Diluvio verdaderamente universal.

La novela histórica de Amazonia

Casi se podría adelantar la tesis de que Carpentier, con esta novela sobre su tiempo presente, precisamente por sus profusas referencias al pasado literario de la región, es el iniciador de la Nueva Novela Histórica. Ya Gallegos resumía brevemente en Canaima la historia literaria, inmaterial amazónica:

Los viejos mitos del mundo renaciendo en América: la leyenda del lago encantado de la Parima, de Amalivaca, el misterioso habitador de las selvas del Sipopo, del áureo palacio del cacique Manoa, el trágico Eldorado en pos del cual sucumbieron los conquistadores, bajo el ademán perdicionero del brazo del indio (...).

Después sigue la reescritura no de la Historia de Amazonia a la manera de historiadores, sino la reescritura del proceso literario de y sobre la región, desde las crónicas hasta Humboldt, a partir de El Camino de Eldorado (1947), de Uslar Pietri, reescritura de las crónicas sobre Lope de Aguirre, hasta Die Vermessung der Welt (Levantamiento topográfi co del mundo, 2005) del austriaco Daniel Kehlmann sobre el viaje de Humboldt.

El Camino de Eldorado reescribe la crónica de la expedición de Ulloa y la rebelión de Lope de Aguirre con todas las conquistas de la historiografía moderna y al estilo del incipiente realismo mágico, cuyo cofundador ha sido el propio Uslar Pietri. Es un relato sobrio, casi historiográfi co, de la expedición de Ursúa y Lope de Aguirre. La narración mantiene la acción tal como está transmitida por la historiografía y las crónicas, empezando con la preparación de la expedición en Trujillo, el viaje fl uvial desde el Marañón hasta la Isla de Margarita, los encuentros con los indios, a los cuales roban sus alimentos, ocupan sus casas o los engañan por el pago en baratijas, las catástrofes fl uviales, el hambre, las matanzas, intrigas, fugas, conspiraciones. Relata cómo Lope de Aguirre mata sucesivamente a los capitanes de la fl ota, se erige en jefe, castiga cruelmente cualquier insubordinación sospechada. Al fi nal cuando se le corta la cabeza que será esgrimida como un trofeo, el relato adquiere altura poética. Pero generalmente recuenta las peripecias históricas ya conocidas. Es, en el mejor sentido del término, una –¿la primera?– novela histórica sobre la conquista de Amazonia y el personaje de Aguirre; el narrador ofrece, muchas veces, informaciones históricas que salen de la narración, dirigidas al lector extradiegético. Evoca el larguísimo viaje desde el Marañón peruano por el Amazonas hasta la Isla Margarita en Venezuela.

A los ríos los ven los conquistadores, según Uslar Pietri, sobre todo en su inmensa anchura; se impacientan más por la longitud e infi nidad del viaje que por la longitud de los mismos ríos. Lo importante es el trayecto, no el medio transportador, y la lejanía de las costas, porque los expedicionarios suponen detrás de las orillas Eldorado, región por la cual son mágicamente atraídos, aunque se mencione sólo a Felipe de Urre que ha visto esta ciudad mágica desde un monte.

 

 
 
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