Núm. 3 Tercera Época
 
   
encabezado
 
Adrián Mendieta
METÁFORAS DE LA LUZ
 
 
fotos
logo
 
corre
 
  punto    Puntos de venta
  buzón Buzón del lector
  suscribete Suscríbete

Convocatoria

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
Páginas 1 2 3 >>>
 

DOSSIER (artes plásticas)

Adrián Mendieta: hacedor de sentimientos de luz
Leticia Mora Perdomo

Leticia Mora Perdomo. Investigadora del Instituto de
Investigaciones Lingüístico-Literarias, IIL-L, de la Universidad
Veracruzana, y profesora en la misma universidad. Es
doctora en Filosofía, opción Literatura Hispanoamericana,
por la Universidad de Texas en Austin. Como becaria
del Fonca y de la Fundación Rockefeller, coeditó Hacia el
paisaje del mezcal (Aldus, 2001). Coordina la Maestría en
Literatura Mexicana de la Universidad Veracruzana.

Me gusta la soledad entre plantas
Felisberto Hernández,
“El balcón”

David Martín del Campo escribe que

Al Séptimo día Dios descansó. Como se había consumado la creación, sólo restaba salir a fotografi arla. Así lo hizo Ansel Adams por las cañadas de Oregon y los bosques de Yosemite; así obedeció Sebastiao Salgado en las minas a fl or de cielo de su Brasil natal. Así cumplió Adrián Mendieta en las estribaciones del Cofre de Perote, donde el altiplano escurre por mil desfi laderos hacia la llanura veracruzana.1

Aquellos de nosotros que transitamos por este altiplano, sabemos que la imagen cambia sin aviso ante los portentos de su luz tenue, diáfana, inclemente, arrebatada, suave y alargada de sombras. Cuando Carlos Fuentes habla de la región más transparente, me imagino a Xalapa en un amanecer de octubre, cubierta de niebla para enseguida vestirse de cristalino sol: el anuncio de la luz invernal elegido por el maestro Mendieta. En consecuencia, prefi ero creer que primero fue la luz, luego la magia de la fotografía y, muchos años después, Adrián Mendieta, quien con su cámara al hombro acecha esa luz que le ofrecerá la imagen que ahora lleva en el alma. Desde 1974, Adrián Mendieta ha sido profesor e investigador de la Universidad Veracruzana y creador prolífi co en varias disciplinas. El maestro Mendieta formó parte de una etapa mítica en esta universidad: cuando, junto a Carlos Jurado, Per Anderson, Pepe Maya, Rafael Villar y Mayra Landau, se sembró la semilla de lo que sería después la Facultad de Artes Plásticas y el Instituto de Artes Plásticas; una época llena de experimentación, retos y propuestas estéticas, que lo marcaría profundamente. De esos años data su incursión en el cine y sus primeros intentos de foto fi ja: “una serie de imágenes que fueran muy narrativas y que de alguna manera permitieran enlazar lo que sería el lenguaje cinematográfi co –o sea, las secuencias– con la fotografía”. En efecto, se trataba de un conjunto de imágenes donde el movimiento y el tiempo eran actores dispuestos a contar

una pequeña historia como reacción a la foto que se estaba realizando a nivel nacional y que no me gustaba. Tanta demagogia social –aunque me considero una persona participativa desde un punto de vista social– me cansaba, y yo preferí contar una historia más personal, doméstica, mis relaciones afectivas […] a veces incorporando elementos simbólicos […] pero que tuviera un cierto atractivo más allá de lo visual […], que diera cuenta de que el fotógrafo es un personaje en constante evolución, mostrar que a pesarde lo monotemático que pareciera su trabajo, el fondo es diverso y rico […]; así hice desnudos, imágenes muy íntimas, cotidianas; además, encontré la nueva presencia de mi
hijo […] y sigo reconociéndome en esas fotos, tan es así que invariablemente siempre incorporo una o dos fotos antiguas a mi trabajo nuevo.2

Sin proponérselo quizá, en su cotidianidad, las imágenes de Mendieta conjugan el estupor inicial ante un pedazo de mundo atrapado en una placa de plata; un estupor mágico que en un artículo de la Sociedad Fotográfi ca de Liverpool, de 1856, se intentaba explicar con metáforas de luz: “lápiz de fuego”, donde “el sol es el artista, la cámara es el vehículo y la placa de plata es la tela”. Es decir, la magia del portento de la luz en una capa sensible, que hoy –pese al dominio de la imagen fotográfi ca en nuestra cultura– agradecemos continúe siendo un misterio en creadores como Mendieta. En efecto, la paradoja de la fotografía es que refi ere y oculta, pues lo que reconocemos en ella es un mensaje cifrado; la fotografía es también la “pequeña historia” desgranada en el tiempo y construida con sus hebras, “el movimiento” que el obturador captura y adivina el ojo humano, la presencia intuida en la ausencia, “el tiempo” que escurre entre los dedos como arena, las pequeñas cosas que obsesionan a Mendieta.

1 En Adrián Mendieta y David Martín del Campo, Hojas
sueltas, Artes de México/Gobierno del Distrito Federal, Col. Luz
Portátil, México, D.F., 2006.
2 A partir de aquí, las transcripciones se tomaron de una entrevista
de la autora con Adrián Mendieta.

 

 
 
Páginas 1 2 3 >>>
     
Hidalgo #9 • col. Centro • Xalapa, Veracruz, México • (2288)8185980, 8181388 • lapalabrayelhombre@uv.mx