Reportaje

En México prevalece capitalismo “de amigos”

  • “Creo que si le apostáramos a la capacitación se incrementaría la productividad y competitividad de las empresas: Belinda Izquierdo
  • Pese a que las Mipymes son las grandes generadoras de empleo y aportadoras al PIB en el país, no reciben el trato adecuado instituciones sólidas y formales”.

 

José Galindo Rodríguez

 

Karina de la Paz Reyes Díaz

14/03/18, Xalapa, Ver.- De acuerdo con el Gobierno Federal, en el país las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) son la “columna vertebral de la economía” y con tal discurso es que se han generado iniciativas, reformas legislativas y programas para favorecerlas; no obstante, académicos de la Universidad Veracruzana (UV) plantean que, por el contrario, aflora la necesidad de capacitación y el contubernio del gran empresariado con la clase política.

“Las Mipymes generan 72 por ciento del empleo y 52 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país”, de acuerdo con el Gobierno Federal (http://bit.ly/2nkyL30). En ellas se concentran actividades como el comercio, los servicios y la industria artesanal; sin embargo, la mayoría cierran antes de los dos años de existencia.

Son varias las iniciativas gubernamentales para atender este sector económico; por ejemplo, en diciembre de 2015 la Cámara de Senadores avaló por mayoría la creación de la Sociedad por Acciones Simplificada (SAS) para facilitar el ingreso a la formalidad y simplificar el proceso de constitución para las micro y pequeñas empresas.

“Con la inclusión de la SAS a la Ley General de Sociedades Mercantiles, se establece un mecanismo de operación sencillo que se adapta a las necesidades de la micro y pequeña empresa, y se fomenta el crecimiento de las empresas para que en el futuro adopten formas más sofisticadas de operación y administración. Puede constituirse como sociedad de capital variable y deberá inscribirse en el Registro Público de Comercio”, informó en su momento el propio Senado de la República.

En tal informe, subraya que “de acuerdo al Centro para el Desarrollo de la Competitividad Empresarial, el 75 por ciento de las nuevas empresas cierran antes de los dos años de vida y sólo 10 por ciento de ellas trascienden más allá de los cinco años”.

Un ejemplo más es la Ley para el Desarrollo de la Competitividad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (2002), cuyo objeto es “promover el desarrollo económico nacional a través del fomento a la creación de micro, pequeñas y medianas empresas y el apoyo para su viabilidad, productividad, competitividad y sustentabilidad. Asimismo, incrementar su participación en los mercados, en un marco de crecientes encadenamientos productivos que generen mayor valor agregado nacional”.

En contraste, Belinda Izquierdo García, académica e investigadora de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la UV, citó que tan sólo en las recientes reformas fiscales colocan a los pequeños empresarios frente a una computadora para registrar ingresos y egresos, “pero cómo y cuándo, si nuestras empresas están en lugares que no tienen ni Internet ni computadora”.

 

Belinda Izquierdo García

 

De los grandes empresarios del Porfiriato a los neo-empresarios

José Galindo Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la UV y cuya línea de investigación es la historia empresarial en México, opinó que a la clase política lo que en realidad le interesa es su vinculación con los grandes empresarios. Incluso, señaló que en el país prevalece el gran problema del “capitalismo de amigos”.

Narró que en realidad, la Revolución Mexicana no le hizo daño al aparato productivo –empresas y fábricas– y cuando el movimiento social y armado concluyó, fueron los terratenientes los que resultaron afectados por la Reforma Agraria; no obstante, muchos de éstos tenían vínculos sociales importantes con los industriales o de por sí también formaban parte de este sector, lo cual les permitió persistir dentro de la élite económica mexicana.

“Todo el capitalismo en el mundo surgió de los fuertes vínculos entre los políticos y empresarios. En México vemos muy fuerte este fenómeno durante el Porfiriato, que es normal, pues se trata de una etapa inicial importante para el desarrollo del aparato productivo.”

No obstante, muchos países logran pasar esta etapa, consolidan sus aparatos productivos y hacen uso de las leyes para llevar a cabo sus negocios. “Cada vez más se recurre a hacer negocios vía instituciones sólidas y formales”.

Pero eso no sucedió en México y la manera de hacer negocios que se usaba en el Porfiriato –basada en los vínculos entre políticos y empresarios– persistió y aún está vigente. “Sigue siendo el modo más notable de elaboración de negocios, sobre todo de grandes negocios”.

Para el historiador, tal escenario explica por qué razón a otros sectores económicos –como la pequeña y mediana industria– no se les da tanta importancia. Pese a que se planean y generan leyes y programas específicos para su desarrollo, los “intereses personales están muchos más enfocados a la realización de negocios con grandes capitales y sectores específicos”.

Si bien en todo el mundo sigue dándose el “capitalismo de amigos”, existe una visión más ética que permite la aplicación de las leyes, de tal manera que los proyectos de política pública no siempre los beneficien directamente a ellos.

“Quizá en México les falta esa visión de que si se desarrollan más las pequeñas y medianas industrias, en realidad habría más empleo y por lo mismo menos problemáticas en ciertos sectores. Tal vez es un gran egoísmo y falta de ética que lo planteado a nivel de política pública no se desarrolle, porque los intereses personales no están vinculados.”

José Galindo indicó que el rompimiento más importante entre la clase política y gobernante con los históricos empresarios se generó en la década de 1990 –sobre todo en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari–, cuando se desató el proceso de privatización de empresas gubernamentales que benefició a los neo-empresarios, como Carlos Slim.

“Carlos Slim ya venía haciendo su riqueza desde antes, pero con las privatizaciones en el gobierno de Salinas de Gortari se impulsó a los niveles que tenían los empresarios porfirianos.”

A decir del investigador del IIH-S, la nueva élite empresarial que se conformó a partir de las privatizaciones que emprendió Carlos Salinas rompió con los empresarios tradicionales, cuyo poder venía ejerciéndose desde principios del siglo XX, y que incluso no habían sido afectados ni siquiera con la Revolución Mexicana.

“Los políticos están buscando unirse a estos empresarios para hacerse ricos en conjunto, descuidando a las pequeñas y medianas industrias que les tienen sin cuidado muchas veces.”

De acuerdo con el académico, se “castiga” a las Pymes por no hacerlo con otros sectores, toda vez que de ellas –al ser un grupo grande– se pueden recaudar cuantiosos impuestos. Es más, planteó la posibilidad de que ni siquiera exista un interés en que se desarrollen pues lo que se busca, precisamente, es que exista una élite empresarial muy poderosa y un grupo de mexicanos sin las herramientas para confrontarlo.

“El que crezca una clase media no deja de ser una amenaza para los gobernantes, como sucede con la universidad pública, cuyos grupos de opinión confrontan y son antagónicos a las élites.”

 

La demagogia ha ganado terreno

Belinda Izquierdo, también fundadora y coordinadora del cuerpo académico (CA) Estudios del Capital Humano en las Organizaciones, adscrito a la FCA de la UV, mencionó que cuando instituyeron este CA les quedaron claras dos vertientes: estudiar el propio capital humano dentro de las organizaciones, instituciones, organismos, entre otros, y el exterior, es decir, todos los factores que inciden en ese capital humano, y uno de éstos fue precisamente la política pública.

Según ella, las características del capital humano del país coinciden con las de América Latina, pero también la situación económica y financiera y cómo se ven influenciadas por las políticas denominadas públicas.

Precisó que las políticas públicas son mecanismos o acciones de instrumentos jurídicos para el apoyo de las Pymes en la producción, tecnología, financiamiento, entre otros rubros. “La misma palabra lo establece, polis es pueblo, la política surge de una necesidad imperiosa, en este caso la de empresarios es que los capaciten y orienten sobre la posición en los mercados tanto locales, nacionales e internacionales”.

Retomó la Constitución Política, que establece en el Artículo 25 la rectoría del Estado en desarrollo nacional, y en el 26 que éste organizará un sistema de planeación democrática para el desarrollo.

“Hay instrumentos jurídicos que rigen el apoyo y la estrategia para mejorar el estado de las pequeñas y medias empresas; en ese sentido, el Plan Nacional de Desarrollo cuenta con propuestas de las dependencias y entidades de la administración pública federal y de los gobiernos (estatales), pero se han deslindado varios programas donde intervienen diferentes instancias que a veces se contraponen y repercuten”.

Para ejemplificar tal señalamiento, la académica de la FCA mencionó que las Pymes deben establecer sus estados financieros de alguna manera y rendir cuentas con procedimientos ex profeso, pese a que generalmente no están dirigidas por licenciados o contadores.

“Uno de los grandes hallazgos que hemos encontrado es no saber interpretar los mandatos para los resultados de sus finanzas, así como los procesos administrativos.”

Si bien, señaló, las micros y pequeñas empresas aportan de manera sustantiva al PIB, son fluctuantes –aparecen y desaparecen– y entre los factores que contribuyen a que no se sostengan están precisamente las políticas públicas.

Es más, con base en las investigaciones que han hecho durante ocho años, afirmó que entre las principales carencias está la falta de capacitación en el aspecto tecnológico y administrativo. Aclaró que en el aspecto de las relaciones humanas superan los indicadores, dado el liderazgo y la necesidad de subsistir.

Para Belinda Izquierdo la política es muy clara; sin embargo, no enseñan cómo hacerlo y considera que ése es el punto que se debe atender: “Creo que si le apostáramos a la capacitación se incrementaría la productividad y competitividad de las empresas. Es lo que me ha arrojado el trabajar ocho años con capital humano”.

Tal escenario tiene varias explicaciones, una de ellas es que, “por un lado, la demagogia ha ganado más terreno que la posibilidad de posicionar a la empresa o a México en el plan competitivo; por otro, el poder por el poder, una hipótesis que tenemos vista la mayoría de los ciudadanos”.

Aprovechó para citar el papel que juegan las universidades en tal escenario y citó que el CA que coordina, al saber que la capacitación es la que contribuye en la competitividad y productividad de las empresas, se ha dedicado a capacitar a un grupo de mujeres empresarias.

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