Colaboración

¡El que da y quita, con el diablo se desquita!

 

 

Las donaciones son una manifestación espontánea de los sentimientos, pero éstos puedan mudar y la donación puede ser revocada

 

José Antonio Márquez González

21/04/2018, Xalapa, Ver.- La gente común tiene ciertas ideas acerca de las donaciones. Así, no es infrecuente que la gente diga al abogado: “Señor licenciado, quiero que me haga un contrato de una casa que le voy a regalar a mi hijo, pero quiero que le ponga un precio, porque me dicen que es más segura una compraventa que una donación”.

Pues sí, hay algo de razón en estos casos, porque estas donaciones, en efecto, se pueden revocar, y es seguramente esto lo que la gente tiene en mente cuando hace un regalo de esta naturaleza. Pero la explicación es que hay varios tipos de donaciones. Llamaré donaciones del primer tipo a la realizada entre parientes en línea recta. Es la más común y se lleva a cabo cuando un padre –o ambos padres– le regalan una casa o un terreno a su hijo. Son donaciones que la gente comúnmente llama “herencias en vida”. Un término impropio, sin duda, porque las herencias solamente son para el caso de muerte.

Las donaciones de este primer tipo, sin embargo, pueden ser revocadas por dos razones, a saber: que el donante tenga más hijos –en cuyo caso exigirá probablemente la devolución del bien– o que el agraciado con el regalo sea un ingrato –en cuyo caso, parece justo quitarle lo regalado.

Una variante de estas donaciones (que llamaré donaciones del segundo tipo) son los regalos a los demás parientes: hermanos, tíos, sobrinos, primos o aun parientes políticos. Si bien puede no haber una diferencia importante en razón del parentesco con este tipo de regalos, lo verdaderamente distinto es que pagan un impuesto mucho mayor. La razón es enseguida evidente, ya que los regalos para los hijos –o para los padres– son una cosa muy natural; los regalos para los demás parientes, en cambio, son más difíciles de entender. Este tipo de donaciones también se pueden revocar, exactamente por las mismas razones que las de los parientes en línea recta.

Llamaré donaciones del tercer tipo a las que se realizan entre cónyuges, es decir, las que hace un esposo al otro (¡los cuales desde luego no son parientes entre sí!). Este tipo de donaciones tiene un pequeño problema, a saber, que no se reputan perfectas sino hasta que se muere la persona que hizo el regalo. Sé que esto puede ser difícil de aceptar, pero créame que así es. La razón de ello debe buscarse en la intención del acto, propiciado sin duda por los sentimientos, el amor, el agradecimiento, la admiración o la pasión experimentados por el amante, al cual la ley concede el derecho de arrepentirse. Así, ya puede advertirse que son regalos que, en realidad, no son regalos.

Las donaciones del cuarto tipo son más curiosas aún: son regalos que se hacen los novios formales (o prometidos), precisamente en razón del matrimonio. Son las llamadas donaciones antenupciales. A menudo se hacen por un impulso o enamoramiento espontáneo que, sin embargo, en esta etapa se cree firmemente como duradero. Estas donaciones necesitan que el matrimonio efectivamente se realice porque, de no sobrevenir la boda, ¡se pueden revocar! Por lo demás, no pueden exceder de una sexta parte de la fortuna del donante.

Las donaciones del tipo número cinco son entre personas extrañas, o sea personas que no son parientes (ni consanguíneos, ni políticos) ni consortes, y ni siquiera novios o prometidos. Un ejemplo típico de ello son los regalos a la amasia. Estas donaciones son sin duda muy raras y la prodigalidad se castiga con impuestos muy altos.

Por último, las donaciones del sexto nivel se refieren a las hechas por personas extrañas, pero que se dedican a actividades altruistas. Por cierto, este tipo de donaciones son irrevocables, aunque pueden reducirse, en caso de asignaciones familiares.

Así, la gente común suele inclinarse a pensar que ciertas donaciones son inseguras, dado su carácter tan peculiar: son regalos que no son regalos; donaciones que no son donaciones. En realidad son operaciones razonablemente seguras, pero siendo una manifestación espontánea de los sentimientos, se entiende que éstos puedan mudar. Pero total, el que da y quita, con el diablo se desquita.

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